sábado, agosto 16, 2025

El ciclo vicioso de Uribe y Petro: una trampa para Colombia

Entramos en una fase de la política colombiana que más le conviene a Petro y a Uribe, pero que más perjudica al país. Una etapa en la que se exacerban los ánimos, se invita a que los colombianos piensen con el hígado —y algunos hasta con el páncreas—, y se obliga a decidir entre Uribe y Petro: entre el diablo y Satanás, entre la mierda seca y la mierda agua. Dos figuras que han dominado la política en los últimos 20 años, culpándose mutuamente mientras el péndulo vuelve una y otra vez al mismo lugar.

El asesinato de Miguel Uribe y la condena de Álvaro Uribe Vélez —por un delito menor en comparación con los episodios más graves de su historia política— han reactivado un uribismo que hacía años no se sentía. Del otro lado, el antiuribismo se ve fortalecido con un Petro en el gobierno, respaldado por una nómina estatal inflada y una estructura burocrática que ha crecido desbordadamente en sus tres años en la Casa de Nariño. Colombia se enfrenta nuevamente a “el que diga Uribe” y “el que elija Petro”, dos males que se necesitan mutuamente para seguir vigentes.

Más que votar por propuestas, la mayoría de ciudadanos vota contra el otro bando. Esto reduce el espacio para un voto racional y programático, empobreciendo el debate público: se habla más de personas que de ideas. Petro, desde el poder, alimenta los odios con cada trino incendiario; Uribe le responde desde su finca, donde cumple una condena de doce años bajo casa por cárcel, que más parece un palacio con internet y celular, en una propiedad de más de 1.500 hectáreas.

En el bloque uribista se perfilan María Fernanda Cabal, Vicky Dávila y Abelardo de la Espriella, todos esperando la unción de Uribe. Su discurso se limita a repetir que falta seguridad y que las políticas de Uribe deben volver, las mismas que dejaron 6.402 jóvenes asesinados en los llamados falsos positivos, y una lista de aliados condenados por diversos delitos, de los que Uribe siempre salió indemne.

En el lado de Petro, la oferta tampoco representa un cambio real. Figuran Gustavo Bolívar, famoso por sus narconovelas; María José Pizarro; y Daniel “Pinturita” Quintero, quien a punta de golpes mediáticos intenta consolidarse como candidato del petrismo. Sus acciones, muchas veces teatrales, parecen darle los resultados que busca. En este bando hablan del cambio que dicen representar, ese que nunca fue con Petro en el poder, en el que se robaron la UNGRD.

En este escenario, es difícil que surja una tercera vía: cualquier nuevo líder es presionado a “tomar bando” o se le acusa de ser “uribista disfrazado” o “petrista encubierto”. La polarización en Colombia no es solo política; es emocional y cultural, alimentada por 20 años de narrativas que convierten la política en una guerra de “ellos o nosotros”. Romper este ciclo implicaría que un liderazgo logre hablarle a ambos lados sin ser visto como traidor, algo que hasta ahora nadie ha conseguido.

Este país, acostumbrado al odio, necesitaría un líder capaz de unir, pero romper el espiral de Uribe y Petro —un ciclo dañino y vicioso— será una de las tareas más difíciles para cualquier proyecto político que busque realmente construir nación.


jueves, agosto 14, 2025

Eduardo Davila y su junta directiva son de segunda categoría

Escribir del Unión Magdalena es redundar en un equipo que siempre fracasa, un equipo muy querido por Colombia y odiado por quienes ven cómo su dueño y patrón hace declaraciones de lo divino y lo humano. Es un equipo que estuvo 13 años en la B sin asomo de subir a la primera categoría. En el 2018 sube y lo baja su dueño nuevamente; En el 2021 vuelve a subir y su dueño lo vuelve a enterrar en la B. Y cuando creíamos que la pesadilla terminaba luego del ascenso en el 2024, está a punto, con más de pie y medio, de volver al infierno llamado B para jugar en el 2026 donde le gusta a Davila.

El dueño del equipo y máximo jerarca del clan que dirige al Unión fue condenado a 10 años de prisión por tráfico de estupefacientes cuando fue capturado con cerca de 1.900 kg de marihuana en una propiedad en la zona de Bahía Concha en los años 90. En julio de 2012, el Juzgado Primero Especializado de Medellín condenó a Eduardo Dávila a 34 años y dos meses de prisión por el crimen de Carmen Vergara Díaz Granados. Aun así, este asesino condenado se pasea por las calles de la ciudad y viaja por Colombia, da declaraciones ante el periodismo arrodillado de la ciudad, encabezado por viejas glorias que fueron y ya no son, pero que aún tienen la capacidad de darle micrófono a este delincuente condenado. Dávila puede considerarse el peor dirigente del fútbol colombiano hoy día.


Lo que vive el equipo es el reflejo de una mala administración. Les gusta jugar en la B. Cuando trajeron a Jorge Luis Pinto para que nos subiera a la A, pensamos que realmente querían al equipo, pero cuando arman un equipo de tercera categoría para competir en el primer torneo, uno entiende que son miserables y una junta directiva de segunda, en la que todos asienten con la cabeza las órdenes del patrón, asesorado por Carlos Silva, el técnico eterno de Dávila, el que no gana nada, el que subió al equipo a primera con un regalo de Llaneros que no supimos aprovechar. El técnico que habla y dice que no quiere dirigir al Unión, pero que ya tiene dos partidos con un mal fútbol, con decisiones erráticas y con la tarea del dueño de darle los santos óleos para enterrarlo de nuevo en donde les gusta estar: la B.

Eduardo Dávila y su junta directiva son de segunda categoría, la afición no. La afición que tanto quiere los colores es una víctima más de una persona déspota que se volvió un cáncer para la ciudad de Santa Marta junto a su empleado más amado, el que siempre sale al rescate para enterrarlo más en donde siempre ama estar.

No les interesa cambiar la dinámica de perder y las derrotas. El semestre pasado, cuando pudieron darle un timonazo al rumbo que traía el equipo en ocho fechas con Jorge Pinto, quien luego de subir al equipo a la A no supo ganar en primera división, trajeron a Alexis García, un técnico impedido para dirigir en la raya. Aun así, le regalaron 13 fechas para que solo consiguiera una victoria. Así es muy difícil. Decisiones erráticas, una tras otra, de un equipo que parece un cementerio de zombis en la cancha, que no corren, no meten, no tiene esa garra samaria que caracterizaba al equipo de la ciudad. Hoy la realidad es que el Unión Magdalena parece condenado a la B, una segunda división que se pondrá más dura con más equipos a partir del año 2027 y que debería ser el castigo para una junta directiva mediocre, en la que aparece en la foto el Contralor del Magdalena, pero que no toma ninguna decisión porque su tarea en el equipo es más de "pinturita" que de director de orquesta. Son de segunda división, y no es la afición.

miércoles, agosto 06, 2025

El cambio que no fue

Hemos llegado a los tres años de mandato de Petro, a quien le queda solo un año. Él prometió tanto cuando estaba en la oposición y se presentaba como el salvador del país, pero al tener el poder, nos dimos cuenta de que con palabras no se vive. El "cambio" que Petro prometió es un rotundo fracaso, y la excusa de sus defensores es que "no lo han dejado gobernar". Petro ha intentado hacer lo mismo que tanto criticaba de Uribe: ser un todopoderoso. Pero la jugada le salió mal, y en tres años solo ha habido promesas incumplidas. Un cambio que nunca llegó.

Prometió transformar la historia. Juró que acabaría con la desigualdad, desmontaría la violencia del Estado, y pondría fin a la política tradicional. Pero hoy, en sus tres años de mandato, Gustavo Petro enfrenta una realidad incómoda: muchas de sus promesas estrella quedaron en palabras. Las reformas no se concretaron, los conflictos crecieron, y sus aliados más cercanos ahora lo critican. El cambio anunciado, al menos por ahora, no fue.

Vivimos en un país gobernado por la izquierda, y se siente el peso de que sea la primera vez que un gobierno de este tipo está en el poder. Esta situación ha influido en las decisiones de Petro, basadas en una cultura política que, como hemos visto en dirigentes que llenan de puestos y burocracia para consolidar su poder (el caso de Caicedo en el Magdalena es el mejor ejemplo), prioriza el control. Por eso no sorprende que Petro esté diseñando un presupuesto que el país no puede sostener ni tiene los recursos para ejecutar en el último año de su fracasado gobierno.

Puntos clave y promesas incumplidas

La mayoría de las promesas incumplidas provienen de compromisos estructurales de campaña que implicaban grandes reformas sociales, educativas y de infraestructura. Petro tiene hoy un gabinete plagado de todo lo que criticaba:

  • Fanáticos sin control, como el pastor Saade, quien hoy es su mano derecha en el gobierno.

  • Un ministro de Justicia (antes fiscal) que hoy se puede considerar un peligro para la ley con ideas que resultan en contra de todo el ordenamiento juridico.

  • El ministro Benedetti, el "mejor amigo" de Petro de quien nadie volvió a hablar después del escándalo de los 15 mil millones. Un verdadero renacido desde que esta al mando de la politica del gobierno de Petro.

El fracaso de la "paz total", la politiquería, la corrupción y la falta de meritocracia se volvieron la norma, en lugar de la dignidad que prometieron. Han sido tres años perdidos y un gobierno fracasado, con un ramillete de malos candidatos que aspiran a heredar el poder, tal como le hicieron a "DJ Duque" en su momento, desde la otra orilla política.

Listado de promesas incumplidas

  • Desmantelar el ESMAD: Se prometió eliminarlo, pero solo se hizo una reforma simbólica, sin suprimirlo.

  • Condonación universal de la deuda del Icetex: Petro afirmó que perdonaría todas las deudas, pero solo amnistiaron a 4.067 personas que ya habían cumplido parcialmente sus obligaciones, excluyendo a los morosos.

  • Empleo asegurado en el sector público: La promesa de garantizar un empleo estatal a quienes no consiguieran trabajo en el sector privado fue abandonada. El ministro de Hacienda declaró que había "otras prioridades".

  • Congelar los precios del ACPM: El compromiso de mantener los precios congelados hasta junio de 2023 no se cumplió y siguieron subiendo.

  • Catastro Multipropósito y reforma agraria: La Procuraduría denunció que los recursos de estos programas no se ejecutaron y no se pusieron en marcha.

  • Erradicar la precarización laboral en el Estado: A pesar de prometer eliminar los contratos de prestación de servicios (OPS), estos aumentaron un 44 % entre 2020 y 2024, llegando a más de 723.000, lo que aumentó la precarización.

  • Bajo cumplimiento de compromisos: El mismo Petro reconoció que se han incumplido 146 de 195 compromisos de gobierno y que 666 de 780 pactos con el pueblo están pendientes. Incluso criticó a varios ministros por falta de compromiso y ejecución.

lunes, julio 28, 2025

Ni eterno ni impune: Uribe y su cita con la justicia

Se ha producido un fallo histórico en nuestro país: el expresidente Álvaro Uribe, el famoso “gran colombiano”, el político que llegó a tener el 85 % de aprobación nacional, ha sido encontrado culpable por soborno en actuación penal y fraude procesal, en el marco de un proceso judicial que se extendió por más de diez años.

Lo que comenzó como una denuncia del propio Uribe contra el senador Iván Cepeda, terminó convirtiéndose en una investigación en su contra. La Corte Suprema de Justicia, que actuaba como su juez natural al ser Uribe senador, archivó en 2018 la denuncia contra Cepeda e inició una investigación preliminar contra el expresidente, encontrando indicios de manipulación de testigos a través de su abogado Diego Cadena, conocido mediáticamente como el “abogángster”.

Uribe, un líder de derecha que impuso un discurso fuerte a comienzos de los años 2000, aprovechó el caos que dejó el proceso de paz fallido del entonces presidente Andrés Pastrana con las FARC, incluida la entrega del Caguán a esa guerrilla. Con el Congreso a su favor, impulsó —a través de maniobras que involucraron a miembros de su círculo más cercano— la reforma constitucional que le permitió la controvertida reelección presidencial, rompiendo así el equilibrio institucional de poderes en Colombia.

La justicia no distingue entre derecha o izquierda. Uribe ha sido condenado, quizá, por los delitos “menos graves” entre los muchos que se le han señalado a lo largo de los años. Como recordaba un viejo meme: “Uribe tiene más investigaciones que el SIDA”, y es común escuchar que los testigos claves terminan muertos, mientras su círculo cercano se inmola por el llamado “gran colombiano” de la derecha política.

En 2019, la Corte Suprema le abrió una investigación formal, y en 2020 le ordenó detención domiciliaria por los delitos de soborno y fraude procesal, siendo esta la primera vez que un expresidente colombiano recibe una medida de aseguramiento. Astuto como siempre, Uribe renunció al Senado pocos días después, lo que trasladó su caso a la Fiscalía, al perder el fuero de congresista. En 2021, un fiscal cercano al gobierno de Iván Duque, Gabriel Jaimes, pidió la preclusión del caso, pero los jueces la negaron en dos oportunidades, al considerar que existían serios indicios de responsabilidad penal.

Hoy, se ha hecho justicia en primera instancia: Uribe ha sido encontrado culpable de dos de los tres delitos que se le imputaban. La izquierda celebra que la justicia haya alcanzado a su antagonista político, pero también ha criticado al sistema judicial cuando los fallos no le favorecen. Ejemplo de ello es el caso de Rafael Martínez, sancionado por doble militancia en el Magdalena, lo que desde Fuerza Ciudadana fue catalogado como persecución política.

Petro, Caicedo y el Pacto Histórico han afirmado en múltiples ocasiones ser víctimas de una justicia parcializada, principalmente cuando las decisiones no responden a sus intereses. Sin embargo, este fallo contra Uribe demuestra que el sistema de pesos y contrapesos aún funciona en Colombia: el Senado ha bloqueado reformas de Petro; la justicia frenó la posibilidad de una segunda reelección de Uribe, cuando buscaban convertirlo en un presidente eterno y, como algunos lo llamaban, “chuzador de corazones”.

Hoy, la derecha llora y la izquierda ríe. La polarización sigue marcando profundamente al país, y se intensifica con llamados a marchas para protestar contra un fallo judicial de primera instancia. Este episodio anticipa lo que se avecina en las elecciones de 2026: una confrontación brutal entre los extremos, Petro y Uribe, dos figuras desgastadas y perjudiciales para un país cansado y dividido.


jueves, julio 24, 2025

Santa Marta, 500 : entre el olvido y el futuro

Llegaron los 500 años de Santa Marta, la ciudad origen, que sigue anclada en el pasado, con los mismos políticos de siempre, ya sea bajo el nombre de familias tradicionales o del nuevo clan que gobierna el departamento: el clan Caicedo.


La ciudad enfrenta un verdadero desafío: no estar a la altura ni preparada para conmemorar sus cinco siglos de existencia. Una ciudad sin agua, sin seguridad, sin cultura ciudadana y con múltiples carencias, que algunos políticos celebran como si fuera un logro.  

La hoja de ruta de la ciudad debe apuntar hacia una infraestructura urbana moderna y planificada, con vías de acceso eficientes, mejorando y ampliando las entradas y salidas, especialmente hacia el aeropuerto y el puerto. Se requiere avanzar hacia una movilidad urbana estructurada, con un sistema de transporte público integrado y moderno (no solo buses pintados de azul, como nos dejó Caicedo), con paraderos adecuados, rutas claras y accesibilidad para todos.

Es urgente renovar el sistema de alcantarillado y agua potable. Se deben hacer inversiones en infraestructura hídrica que garanticen el acceso permanente al agua y eviten colapsos por lluvias. Se necesita apostar por fuentes alternas de agua (como la planta de El Curval, pozos profundos o sistemas de captación de agua lluvia), y fomentar una cultura de uso responsable del agua, incluyendo sanciones por desperdicio o conexiones ilegales.

Santa Marta también debe reforzar su sistema de salud. Las clínicas actuales no ofrecen atención de calidad, y quienes tienen los medios económicos terminan buscando atención en Barranquilla, donde el servicio es claramente superior.

En el campo de la educación y el empleo formal, se debe ampliar la cobertura y mejorar la calidad de la educación técnica, tecnológica y profesional. Es clave atraer inversión en sectores que generen empleo más allá del turismo, como la tecnología, la logística o la agroindustria. También se debe promover el emprendimiento juvenil mediante créditos, formación y asesoría.

En cuanto al turismo, la ciudad necesita fortalecer su red hotelera con personal bilingüe, y hacerlo todo apalancado en empleo de calidad para los samarios. Es vital avanzar hacia un turismo sostenible y ordenado, regulando el uso de playas, el manejo de basuras y combatiendo las actividades ilegales. Además, es necesario mejorar la señalización, las rutas turísticas y la capacitación de guías y operadores. El turismo debe integrar activamente a las comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas como aliados y beneficiarios directos.

La seguridad y la cultura ciudadana también deben ser prioridad. Se necesita una mayor presencia institucional en los barrios con más conflicto, junto con campañas de convivencia, respeto por lo público y apropiación del territorio. Además, se deben crear espacios comunitarios seguros: parques, centros culturales y escenarios deportivos.

El samario también debe comprometerse con la preservación de los ecosistemas costeros y la Sierra Nevada. Es urgente controlar la expansión urbana mediante invasiones y avanzar hacia una gestión adecuada de residuos sólidos y aguas residuales, especialmente en sectores turísticos o cercanos a ríos y quebradas.

Finalmente, Santa Marta necesita liderazgo político y planeación a largo plazo. Debe superar la inestabilidad institucional y los conflictos políticos crónicos. Es hora de diseñar e implementar un plan de ciudad a 20 años, sin importar quién gobierne. Para lograrlo, se debe fortalecer la capacidad técnica del gobierno local para ejecutar obras y atraer recursos nacionales e internacionales.

Todo un desafío para una ciudad marcada por “los de antes” y los “naranjas”, pero estamos seguros de que, con un liderazgo inspirador, podemos superarlos y avanzar hacia la hoja de ruta que Santa Marta necesita para salir del atraso y dejar de ser, por fin, la tierra del olvido.



lunes, julio 21, 2025

Discursos largos, resultados cortos

Durante la instalación del último periodo legislativo correspondiente a este cuatrienio, donde por primera vez la izquierda llegó al poder, se observaron varios aspectos interesantes para debatir. Comenzando por un hecho inusual: por primera vez, el presidente Gustavo Petro llegó puntual a un evento de este tipo. Sin embargo, lo más relevante fueron las verdades y mentiras que se dijeron.

Fiel a su estilo, Petro utilizó dos horas y media para llenar la instalación del Congreso con un discurso verborreico, en el que relató al país lo que, según él, han sido sus avances en los tres años que lleva gobernando. Petro parece vivir en el mismo mundo imaginario en el que vivía Iván Duque durante sus cuatro años de gobierno. Ese gran error de haber elevado a “DJ Duque” a la presidencia le ha costado al país ocho años de retrasos, mentiras y, sobre todo, una profunda polarización que nos divide. A quienes intentamos mantener una posición sensata, nos tildan de “tibios”.

Petro afirmó que redujo la inflación del 13,8 % al 4,82 %, y que la economía creció aproximadamente un 2,7 % durante su mandato. Sin embargo, sin una política económica clara de parte del gobierno, esto quizás sea lo único cierto que pudo decir ayer. Y no es un dato menor, pero difícilmente puede atribuírsele a su gestión: estas cifras probablemente se deben más a las decisiones de la Junta Directiva del Banco de la República, que ha subido las tasas de interés para controlar la inflación heredada del gobierno de Duque durante la pandemia.

La respuesta de la oposición, encabezada por la representante Lina Garrido (Arauca), aunque no abundó en cifras concretas, hizo un buen resumen de lo que han sido tres años de decepción para el país. Solo los seguidores más acérrimos del petrismo —convertido hoy en una secta similar al uribismo— siguen sosteniendo al gobierno con fervor. Garrido comenzó su discurso reconociendo el arrepentimiento que hoy expresan muchos de quienes ayudaron a elegir a Petro. Le reclamó la compra política de los entonces presidentes del Senado y la Cámara, presuntamente realizada por su asesora más cercana, con el fin de impulsar sus reformas. Mencionó hechos públicos y conocidos. Le recordó también que es el presidente más viajero en la historia de Colombia, iniciando ayer su viaje número 67 en apenas tres años, un despropósito para alguien que criticaba ferozmente los desplazamientos de Duque.

A Petro, como a tantos líderes de izquierda en este país, le duele la muerte de niños en Palestina, pero guarda silencio frente a los niños que mueren en Colombia por promesas incumplidas y por escándalos como el de los carrotanques en La Guajira. También le recordaron los funcionarios de su gobierno imputados por corrupción, y cómo su propio hijo, Nicolás Petro, está siendo procesado por lavado de activos y enriquecimiento ilícito. Lina Garrido cuestionó el falso feminismo del petrismo, señalando que mientras lo proclaman, tienen sentado a su lado a Armando Benedetti. En apenas quince minutos de intervención, Garrido logró rebatir y desnudar ante el país a un personaje que habló durante dos horas y media, pero que representa, para muchos, un rotundo fracaso como presidente.

Después del discurso de Garrido, Petro alzó el puño como en un gesto de resistencia frente a una realidad de la que no puede escapar. Lo dicho por la representante no se puede ocultar ni minimizar con frases como “¡Levántate, Colombia!”, promovidas por su actual escudero desde la Casa de Nariño, el pastor Saade. La imagen de los puños en alto —como lo hicieron en su momento Hitler, Chávez, Maduro— y que fue replicada por sus alfiles Montealegre, Benedetti y Saade, refleja la desconexión de este gobierno con la realidad del país.

Un presidente que no gobierna, sino que narra. Que no busca mayorías, sino que declama. Que no promueve consensos, sino redención. Y que, al convertir el poder en relato, demuestra que para él la realidad ya no importa. Y de eso, precisamente, vive el petrismo.

jueves, julio 10, 2025

Socavar la democracia y el país

En los últimos años, Colombia ha sido testigo de fenómenos políticos marcados por figuras como Álvaro Uribe Vélez y, actualmente, Gustavo Petro. Ambos lograron un lugar prominente en el espacio político por razones específicas: Uribe prometió liberar al país de la guerrilla en un momento desastroso a principios de los 2000, mientras que Petro ofreció un cambio de política tras la presidencia de Iván Duque. En definitiva, son dos personajes que llegaron al poder con discursos populistas que resonaron con las demandas de cada momento histórico.

Uribe, partidario de la tesis del "estado de opinión", gozó de índices de popularidad superiores al 80% durante sus ocho años de gobierno. Hoy, sin embargo, vive sus horas más oscuras, ad portas de recibir el fallo en el juicio por presunta compra de testigos. Quizás el delito que menos imaginó lo tiene al borde de una sentencia condenatoria y, posiblemente, de convertirse en el primer expresidente de Colombia en ir a la cárcel.

Por su parte, Petro prometió un cambio en medio de un estallido social, mientras el entonces presidente Iván Duque —hoy conocido por su faceta de DJ— presentaba su propio programa de televisión. En esa época, Petro criticaba los viajes de Duque al exterior y el uso del avión presidencial para movilizar a sus hijos a una fiesta de cumpleaños en Panaca.  Iván Duque en su periodo 2018–2022 Realizó 46 viajes internacionales durante sus cuatro años en el cargo Gustavo Petro (desde agosto 2022 hasta diciembre 2024) Completó 51 viajes internacionales en poco más de dos años y medio. Duque: Estuvo fuera de Colombia aproximadamente 54 días durante su mandato. Petro: Sumó alrededor de 151 días fuera del país entre 2022 y finales de 2024, lo que le molestaba a Petro no eran los viajes de Duque, era que el no los hacia. Lo notable es que ha acumulado estos viajes en menos tiempo, consolidando así el récord de presidente más viajero en la historia reciente de Colombia.

La realidad es que Petro ha demostrado ser un excelente opositor y, lamentablemente, un gobierno perjudicial para el país. Todo lo que criticaba ha terminado siendo su condena, y como dice el adagio popular, "la lengua es el azote del culo", en este caso, el de Petro.

Para estos personajes con figuras mesiánicas, el pueblo parece estar por encima de las leyes y la Constitución. Uribe logró modificarla para reelegirse, y hoy Petro busca una constituyente que le permita cambiar el equilibrio de poderes, el cual ha frenado su "desquiciado plan" de transformaciones profundas para el país. Esto incluye una reforma a la salud que, según él mismo dijo con su "chu-chu-chu" en una entrevista con Daniel Coronel, promete acabar con lo poco que aún funciona y ya está deteriorado.

Actualmente, Gustavo Petro se ha lanzado en una cruzada contra Thomas Greg & Sons, llevando al país al borde de quedarse sin la expedición de pasaportes. Esta situación le ha costado el cargo a tres cancilleres en menos de tres años, un récord para un gobierno que se caracteriza por todo, menos por saber gobernar. En esta misma cruzada, Petro afirma que el operador logístico que participó en su elección y en la que el Pacto Histórico obtuvo la mayor votación al Senado en 2022, no le pareció transparente. No obstante, a Petro, como a otros líderes de izquierda, siempre le ha gustado inventarse enemigos. Esto lo sabe bien Carlos Caicedo en el Magdalena, quien provocó una disputa con Metroagua hasta sacarla de la ciudad, para luego afirmar que los "clanes del Magdalena" tenían al departamento sumido en el atraso. Hoy, Caicedo mismo ha establecido su propio "clan", entregando poder a familiares y amigos cercanos cual herencia. Y el servicio de acueducto de la ciudad nuna mejoróm por el contrario, logró crear una empresa lalmada ESSMAR que supo quebrar bajo sus gerentes.

Socavar la democracia consiste precisamente en buscar enemigos donde no existen para el país, sino para los mesías como Uribe y Petro, consiste en ser los mesias de sus seguidores. Son personajes minúsculos ante una historia de odios y desunión en Colombia, individuos que le han hecho daño al país y que no pueden volver a colocar presidente en 2026. Si esto sucediera, estaríamos condenados a un olvido que nos definirá.

sábado, julio 05, 2025

Santa Marta la ciudad estancada y atascada

Santa Marta está próxima a cumplir 500 años, una celebración que debería ser motivo de orgullo y para la cual los samarios deberíamos prepararnos. Sin embargo, en 500 años de historia, la ciudad no parece avanzar ni haber crecido; se percibe estancada y atascada. Hoy, atraviesa una de sus peores crisis de seguridad, la eterna escasez de agua, y por si fuera poco, la notable falta de cultura ciudadana que caracteriza a los habitantes de la ciudad más antigua de América.


El aeropuerto, por ejemplo, debería haber evolucionado. Es una terminal aérea que se quedó en el pasado, con remodelaciones superficiales pero sin arreglos de fondo. Su pista es pequeña, lo que impide el aterrizaje de aviones de mayor capacidad y, en muchas ocasiones, resulta riesgosa, con incidentes que terminan en accidentes como el recordado caso de Aerorepública. Actualmente, la alcaldía trabaja en la rehabilitación de la vía de acceso a la terminal, una obra que lleva más tiempo del previsto y cuya fecha de finalización aún no se vislumbra. El 13 de noviembre de 2024, el alcalde Carlos Pinedo Cuello y la EDUS confirmaron el inicio de la obra, proyectando un tiempo de ejecución de ocho meses, con una conclusión estimada para junio de 2025, lo cual no ocurrió. Los trancones para acceder a la terminal son interminables, y el método de "pare y siga" genera largas filas de vehículos que impiden un acceso oportuno. Una obra, como muchas en el sector público, marcada por demoras y sobrecostos. La terminal se congestiona en festivos y vacaciones; en junio de 2024, alcanzó el 180% de ocupación en salas de espera, generando quejas por calor y falta de sillas.

Santa Marta fue la séptima ciudad más violenta del país entre las 23 principales, con una tasa de 34.6 homicidios por cada 100.000 habitantes, frente a la media nacional de 25.3. El conflicto entre grupos delincuenciales afecta especialmente el área metropolitana y las zonas rurales, con al menos 89 homicidios en Santa Marta durante el primer semestre de 2025, debido a disputas entre estructuras como el Clan del Golfo. El Informe del CCSPJP (México) llegó a calificar a Santa Marta como "la más violenta de Colombia", con 45 homicidios por cada 100.000 habitantes, una cifra que las autoridades locales cuestionaron por incluir municipios aledaños.

Santa Marta enfrenta una crisis estructural del agua, manifestada en cortes prolongados, infraestructura obsoleta, mal manejo de sedimentos y falta de planes efectivos. Gran parte de las redes de acueducto y alcantarillado son antiguas, están mal mantenidas o son inadecuadas para la demanda actual. Las plantas de tratamiento y estaciones de bombeo tienen capacidad limitada y fallan con frecuencia. Santa Marta ha experimentado un rápido crecimiento poblacional y turístico, sin una expansión proporcional en los servicios públicos. Más de 120 barrios no tienen conexión formal al acueducto y dependen de carrotanques o pozos artesanales. Las fuentes principales (como el río Manzanares, el río Piedras y las quebradas de la Sierra Nevada) tienen bajo caudal, están altamente sedimentadas y afectadas por la deforestación. No existe un embalse o sistema de almacenamiento robusto. La crisis del agua en Santa Marta no se debe solo a la falta de lluvia, sino a años de abandono estatal, crecimiento sin planificación, falta de inversión, mala gestión y presión ambiental. Un abandono que durante doce años no mostró avance, mientras algunos se enriquecían con un discurso de odio que no generó progreso para la ciudad.

El SETP (Sistema Estratégico de Transporte Público) opera más de 500 vehículos en 23 rutas, incluyendo buses y busetas azules que cubren toda la ciudad. Buses que fueron pintados por fuera y mantienen el mismo mal servicio de toda la vida. Uno de los problemas de la ciudad es la movilidad, con trancones constantes y cierres viales por protestas. La vía que comunica con el oriente de la ciudad, Bonda y Riohacha, vive colapsada por la mala cultura vial y la cantidad de tráfico que se mueve, especialmente los fines de semana. Esta ruta lleva años pidiendo a gritos una doble calzada o una solución definitiva, con oídos sordos y miradas ciegas que incluyen a las gobernaciones de los Cotes y del clan Caicedo.

En Santa Marta, la gente no respeta la señalización y la semaforización. Las líneas de cruce peatonal no se pintan desde hace años, y no se arreglan huecos ni desniveles que causan accidentes, sobre todo para motociclistas. Se percibe un abandono estatal, sin autoridades de tránsito que pongan freno, por ejemplo, a las motos y a quienes conducen en estado de embriaguez, en una ciudad pequeña donde reina el caos y el desorden. No hay con quién ni cuándo actuar. En la ciudad, se deberían promover controles aleatorios de alcoholemia y uso de casco, así como una mejor iluminación en las avenidas principales y pasos peatonales.

En definitiva, Santa Marta es una ciudad estancada en el pasado y atascada por los políticos, aquellos que solo ven la forma de "vivir sabroso", antes y ahora, mientras la gente de la ciudad sigue eligiendo a los mismos de siempre.


jueves, junio 26, 2025

Los alfiles de Petro

Luego de tres años de gobierno, parece que finalmente Gustavo Petro ha conformado el gabinete que necesitaba a su medida. Con la incorporación de Eduardo Montealegre como ministro de Justicia, Armando Benedetti como ministro del Interior y el pastor Alfredo Saade como jefe de Gabinete, ha logrado construir un triángulo de figuras polémicas: extremistas, hábiles jugadores políticos y remedos de juristas que funcionan como el soporte perfecto para que el presidente pueda acomodarse con mayor comodidad en el poder.

Armando Benedetti, confeso consumidor de drogas, es un político camaleónico: ha sido uribista, santista y hoy es petrista. No es cualquier “perita en dulce”; se requieren agallas para hacer esos saltos ideológicos, para manejarle la agenda a Petro en campaña y organizarle eventos como el del lanzamiento con la famosa "P" en Barranquilla. Benedetti, quien al principio no se sintió suficientemente recompensado, hoy arremete contra Juan Manuel Santos, a quien acusa de “creerse Winston Churchill, pero en realidad ser un remedo de británico: incompetente, inseguro, dubitativo y el más perverso de todos los políticos de este país”. Según él, Santos fue “el presidente de Odebrecht”. "No era jugador de póker, sino de parqués", dijo el propio Benedetti, dolido por sentirse traicionado tras haber trabajado por su reelección. Hoy, ha encontrado su lugar en la izquierda de este país. A pesar de sus escándalos por maltrato familiar, su adicción al alcohol y las investigaciones por corrupción, es quien hoy maneja la política del gobierno. Como dicen incluso algunos petristas, "es quien se ha puesto la 10" para manejar las relaciones con los partidos y visibilizar las obras de un gobierno que ha estado más en campaña que en gestión real.

Eduardo Montealegre, abogado del presidente de la cuestionada Saludcoop y exfiscal general de la Nación, es el arquitecto jurídico de la estrategia constituyente. Desde su visión legal, muchas veces criticada por su ambigüedad, ha dado forma a las tesis que buscan justificar iniciativas como el "decretazo". Antes de ser fiscal, trabajó como abogado de Saludcoop —una EPS implicada en un desfalco superior a 1.4 billones de pesos—, por lo cual recibió honorarios de más de 3 mil millones, generando serios cuestionamientos éticos. Durante su paso por la Fiscalía, fue vinculado al escándalo del "cartel de la toga"; si bien no fue imputado, su cercanía con magistrados involucrados y su firma en contratos con ellos levantó sospechas. Considerado por algunos como un jurista brillante, Montealegre también es visto como alguien que ha usado su conocimiento legal para validar maniobras políticas discutibles. Hoy, es un alfil clave del gobierno de Petro.

Alfredo Saade, por su parte, ha militado en diversas corrientes políticas: fue cercano a Cambio Radical, luego al Centro Democrático, y finalmente recaló en el Pacto Histórico. En la consulta interna de 2022 apenas obtuvo votos, presentándose como “cristiano progresista”. En paralelo, contrató con la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo (UNGRD) por más de 257 millones de pesos, sin evidencias claras de su gestión. En un cabildo en Barranquilla, pidió públicamente que Petro cerrara el Congreso y buscara la reelección, lo que desató rechazo institucional. Fue designado para liderar el plan de agua en La Guajira, pero la Corte Constitucional tumbó tanto el decreto como su nombramiento. Ahora, Petro lo nombra jefe de Gabinete, en un gesto que algunos interpretan como simbólico: “un pastor sin iglesia que asegura haber conocido a Cristo en Petro”.

Estos son los tres alfiles del gobierno de Petro: Benedetti, el alfil político; Montealegre, el alfil jurídico; y Saade, el alfil administrativo y mediático. Tres figuras cercanas, cuestionadas, pero leales. Voceros de una nueva forma de gobernar basada más en la plaza pública, el ruido mediático y la confrontación, que en la institucionalidad.


viernes, junio 20, 2025

La constituyente de Petro es una papeleta

Gustavo Petro es uno de esos políticos que, como muchos en la historia reciente de Colombia, ha recurrido a prácticas cuestionables. El jurista Carlos Gaviria afirmaba que Petro modificaba, junto a sus aliados, las actas de las reuniones del Polo Democrático para acomodarlas a sus intereses. También es recordado por el video en el que aparece contando fajos de billetes y guardándolos en bolsas, en una escena que evocaba el modus operandi de quienes saquean el Estado. Este tipo de conductas no es nuevo en la política colombiana.

Petro ha demostrado ser un político camaleónico, al igual que Claudia López, quien ahora también se distancia de su antiguo aliado. Durante la campaña presidencial de 2018, en la que fue derrotado por Iván Duque, Petro —entonces senador— llegó a posar junto a una lápida de mármol en la que prometía no convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, promesa que hoy contradice.

Históricamente, la figura de la Constituyente ha sido utilizada por líderes de distintas ideologías para perpetuarse en el poder, como lo hicieron Chávez, Ortega y más recientemente Bukele. Lo que comenzó como una idea excéntrica del metódico Chávez terminó convirtiendo a Venezuela en una segunda Cuba, con una constitución hecha a su medida.

Hoy, Petro y su nuevo escudero —el polémico exfiscal y exabogado de Saludcoop, Eduardo Montealegre— impulsan la idea de una Constituyente con el argumento de que “el pueblo manda”, desconociendo lo establecido por la Constitución de 1991. En ese grupo también figuran personajes como Armando Benedetti, Montealegre e incluso la senadora Isabel Zuleta.



Petro lanzó su "decretazo", apoyado por el actual ministro de Justicia —quien recientemente fue rebatido con argumentos jurídicos durante un debate en La W—, una iniciativa que fue detenida por el Consejo de Estado. Lo que propone Petro es, a todas luces, inconstitucional: usar mecanismos irregulares para alterar el orden constitucional, desconociendo los contrapesos del Congreso y las altas cortes, pilares fundamentales de nuestra democracia.

A diferencia de Petro, el expresidente Álvaro Uribe —pese a su visión del “estado de opinión”— nunca se atrevió a convocar una Constituyente, ni siquiera en su momento de mayor popularidad.

Para Petro, la Constitución de 1991 representa un obstáculo, porque impide que actúe sin límites. Por eso busca reemplazarla por una nueva constitución hecha a su medida, lo que contradice todo lo que antes criticaba. Su nueva propuesta consiste en incluir una papeleta en las elecciones de 2026 para que los ciudadanos decidan si se convoca una Constituyente, ignorando que ese no es el procedimiento constitucionalmente establecido.

El artículo 376 de la Constitución de Colombia es claro:

“Mediante ley aprobada por el Congreso de la República, por mayoría de los miembros de una y otra Cámara, podrá el pueblo, mediante votación, decidir si convoca una Asamblea Constituyente con el fin de reformar la Constitución.”

Por tanto, el presidente NO puede:

  • Convocar directamente una Constituyente.

  • Usar una papeleta informal para sustituir el proceso constitucional.

  • Convocarla únicamente mediante recolección de firmas, sin aprobación del Congreso.

¿Cuál es el proceso correcto?

  1. El Congreso debe aprobar una ley que convoque al pueblo a votar si desea una Asamblea Constituyente (requiere mayoría absoluta en ambas cámaras).

  2. Si el pueblo vota afirmativamente, se define:

    • El alcance de la Asamblea (qué puede o no reformar).

    • El número de delegatarios.

    • El sistema de elección.

  3. Luego se elige la Asamblea, la cual redacta una nueva Constitución o una reforma sustancial.

martes, junio 10, 2025

Poder, Odio y la Colombia Actual

Luego de ser los grandes responsables y protagonistas de una polarización sin precedentes en Colombia, los culpables de este duro momento que tiene al país en una situación agonizante son los mismos que tildan de "HP" a los congresistas o les sentencian un "no pasarán" en el escenario político. Estas frases provienen directamente del presidente de la República. Un presidente que, en su época de senador, afirmaba que "nadie sobraba" y que a diario denunciaba las muertes de líderes sociales. Mágicamente, una vez en el gobierno, dejó de hacerlo, a pesar de que la cifra de líderes sociales asesinados ha aumentado bajo la mirada ciega de su administración y sus secuaces bodegueros.

Frank Underwood les mostró a los políticos sucios el camino de cómo se manipulan las elecciones cuando las cosas no salen como se esperan. Temiendo perder las elecciones, orquestó una operación ilegal para manipular los resultados: fingió un ataque terrorista en un centro de votación en Tennessee para cerrar mesas de votación y presionar a otros estados como Ohio a hacer lo mismo, utilizando falsas amenazas de atentados. Además, manipuló información a través de un hacker aliado. El objetivo de los políticos siempre es crear caos, presentarse como víctimas de intimidación electoral y ganar tiempo para impugnar los resultados. Mientras tanto, los medios predicen su derrota, pero él sigue su plan para invalidar los resultados y presionar a su oponente.

Esto es lo que ocurre en nuestro país: políticos que llegaron al poder bajo la promesa de un cambio que resultó fallido. Cuatro años perdidos para Colombia y ganados para los amigos y aliados de Petro, donde viven "sabroso" personajes como Francia Márquez, Ricardo Roa, Verónica Alcocer, Bonilla, Armando Benedetti y Roy Barreras. Algunos de estos se acostumbraron al poder y han permanecido en él durante las últimas dos décadas, sin importar si antes eran cercanos a Uribe y hoy son de Petro.

De eso que tanto habla Petro diariamente en sus redes sociales, donde la mayoría de lo que escribe es basura para quienes no "comemos cuento", pero es "dulce" para el oído necio de todos aquellos seguidores ciegos, sordos y mudos. Esos que son capaces de repetir que "la consulta va como sea", sin importar las instituciones y que el senado la haya negado, no son capaces de entender que este gobierno es un fracaso. Y así como contaban muertes de líderes sociales hace algunos años, hoy lo olvidan. No reconocen que durante este gobierno la violencia se ha incrementado porque la política estatal de dar beneficios a los bandidos solo ha servido para que estos se fortalezcan.

Yo no creo que este gobierno o Petro estén detrás del atentado contra Miguel Uribe, un "delfincito" político que no sirvió para candidato a la alcaldía de Bogotá y que, gracias al dedo señalador del poderoso Álvaro Uribe, encabezó la lista del mal llamado Centro Democrático. Pero sí estoy seguro de que la responsabilidad recae sobre un gobierno que genera divisiones, promueve el odio contra todo aquel que no le apoya en sus pretensiones y coloca lápidas en sus redes sociales con mensajes de "no pasarán". Esto, sumado a la violencia que se recrudece, nos hace recordar esa época de los años 80 en la que asesinaban candidatos presidenciales.

A Petro hoy le queda la victimización, esa que le permite creerse el cuento de que todos son sujetos de atentados terroristas, preparados o no. Petro es capaz de afirmar que la inteligencia de su gobierno sabía de seguimientos al hijo de 4 años de Miguel Uribe. Aun así, la unidad de protección de víctimas de su gobierno no hizo nada, y justo el día del atentado a Miguel Uribe, le redujeron los escoltas de 7 a 3. Quizás casualidades, quizás obviedades; no lo sabremos porque el poder permite eso: conocer lo que el poder quiere que se conozca. Hoy todos son posibles víctimas que, a ojos de Petro y su exministro Benedetti, son parte de la "mafia internacional", incluyendo albaneses que quieren desestabilizar un país ultrapolarizado por culpa de un gobierno que no supo conectar con los demás actores. Hoy, esos actores se polarizan culpándolo de un atentado en el que, por ahora, ningún grupo armado se ha hecho responsable, pero que tiene muchos ingredientes que confunden al mejor experto investigador: utilizar un sicario que no tenía ruta de escape, era inmolarlo como lo hicieron.

miércoles, junio 04, 2025

Petro: Entre la Cortina de Humo y el Abismo Político

Petro, quien tanto criticó las cortinas de humo durante el gobierno de Uribe, ha terminado recurriendo a las mismas estrategias. Su tan anunciado "cambio" fracasó desde el día en que subió al poder y pidió la espada de Bolívar, desde el momento en que su ungida, María José Pizarro, le impuso la banda presidencial. Petro conoce bien cómo funciona el poder y cómo manejarse políticamente.

El fallecido exmagistrado Carlos Gaviria lo advirtió con claridad: Petro es una persona de dudosa integridad, capaz de alterar actas de reuniones políticas del Polo Democrático, de aliarse con figuras como el "redimido" Armando Benedetti y Roy Barreras, y de hacer lo que sea necesario para mantener vivo un proyecto político que hoy parece enterrado, pero que él se empeña en revivir de cara al próximo año electoral.

Recientemente, el Congreso le negó a Petro la solicitud de convocar al pueblo a una consulta para validar las doce preguntas formuladas junto a su ministro del Interior y amigo cercano, Benedetti. En respuesta, Petro afirmó que el Congreso no emitió concepto, como exige la ley, y que el proceso estuvo lleno de vicios de trámite. Sin embargo, esa no es una decisión que le corresponda al presidente de la República, sino a la Corte Constitucional, órgano que debe ejercer control jurídico. Irónicamente, esa misma Corte parece llenarse cada día más de aliados petristas, como ocurrió en su momento con Uribe, quien llegó a influir tanto que incluso llevó al "doctor Salsa" a presidir el organismo.

Para muchos de sus seguidores, Petro es una figura casi mesiánica. Él actúa como si pudiera tomar decisiones que aún no han sido deliberadas por los órganos correspondientes. Se comporta como el dueño del poder absoluto, olvidando una lección básica de cuarto de primaria: la existencia de tres ramas del poder público, cada una con funciones claramente delimitadas.

En medio de nuevos escándalos, reaparecen nombres que han acompañado a Petro durante toda su carrera política: el exministro Ricardo Bonilla y el actual presidente de Ecopetrol, Ricardo Roa. La Fiscalía General de la Nación imputará cargos a Bonilla por presuntos delitos de tráfico de influencias e interés indebido en la celebración de contratos, en el marco de una investigación por corrupción en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD). Las pruebas apuntan a que Bonilla habría influido en la adjudicación de contratos a congresistas de los partidos Conservador, Liberal y de curules de paz, buscando asegurar sus votos para proyectos del Gobierno, incluyendo el cupo de crédito internacional.

En imágenes reveladas recientemente, se ve a Bonilla, al exministro Velasco y a varios congresistas desfilando por las oficinas del Ministerio de Hacienda, en busca de aquello que el entonces senador Petro tanto criticaba: el clientelismo. Hoy, Petro parece haber olvidado su cartilla del cambio, inclinándose por un estilo autoritario que recuerda más a un régimen que a una democracia.

Por su parte, Ricardo Roa está cada día más acorralado. Se le cuestiona por la compra de un apartamento que podría implicar un conflicto de intereses, y por presuntamente haber espiado a al menos 70 altos funcionarios de Ecopetrol.

Ante estos escándalos, Petro encontró el motivo perfecto para desviar la atención y, al mismo tiempo, lanzar una campaña agresiva con recursos del Estado. En un último intento por no ceder el poder —ya sea con uno de sus candidatos o incluso en cuerpo propio— se apoya en figuras como su senadora Isabel Zuleta, conocida como “la del brócoli”, quien se queja de que su salario no le alcanza. Petro promete lanzar por decreto la consulta popular, en lo que muchos ya han llamado un golpe de estado y que para los petristas es un decretazo necesario porque el congreso no le aprueba y no lo deja gobernar. Olvidando la separación de poderes que enseñan en primaria.

Con el decreto que ha planteado, Petro arremete contra la institucionalidad, toma el camino del dictador que tanto dice rechazar y se lanza a las calles, donde se siente más cómodo. Así pretende resolver sus debilidades en el gobierno: reemplazando el debate institucional por la movilización popular. Un decreto con aroma a autoritarismo que pretende hacer olvidar a Bonilla y a Roa, y que deja al descubierto las verdaderas intenciones de un Petro caído, rodeado por la misma política agria que tanto criticó en su paso por el Senado.


viernes, mayo 30, 2025

La Huelga del Poder: Cuando el Gobierno Paraliza al País

Nunca antes se había visto en Colombia que un gobierno llamara a paralizar el país que gobierna. El llamado de Petro y sus secuaces políticos, incluyendo al “redimido” Armando Benedetti, es a incendiar, a convocar una huelga total, simplemente porque el Congreso, en uso de sus facultades, no le aprobó lo que, a todas luces, es el inicio de la campaña política para 2026, o como lo expresó el propio Benedetti, la “mini reelección” de Petro.

La izquierda en este país, tan ambigua como el congresista David Racero, está representada por aquellos que han vivido criticando y haciendo oposición toda la vida. Son quienes dicen tener la solución a todos los problemas generados por la derecha, pero que, al llegar al poder, se enfrentan al grave dilema de no saber qué hacer frente a aquello que tanto les termina gustando: las mieles del poder. Ese poder que saborean junto a políticos cuestionados, a quienes antes rechazaban y ahora aceptan como aliados, siempre y cuando voten sus reformas o apoyen sus iniciativas. Terminan pareciéndose tanto a la derecha, que son la misma miseria disfrazada: una que huele fétido y termina corrompiendo al país.

Petro hace un llamado a la huelga, a la paralización total, olvidando que como presidente debería buscar consensos y unir al país. Pero opta por la mentira y la leguleyada, herramientas comunes de los dictadores, quizá siguiendo los pasos de Chávez en Venezuela. Se atreve a juzgar las decisiones del Congreso y tomar acciones que rozan el autoritarismo, con tal de lanzar su campaña política para 2026. El “florero de Llorente” esta vez se lo entregaron los congresistas que negaron la reforma laboral en la Comisión Séptima del Senado.

La izquierda de este país resulta igual de repugnante cuando suceden casos como el de Rafael Martínez en el Magdalena, un personaje capaz de negar lo evidente y declarar ante un juez que no se reconoce en un video donde hace arengas en plena campaña por Miguelina Pacheco. Lo mismo ocurre con Petro, quien por estos días agita a las masas populares con promesas populistas. Pasamos del pasado de la “mano dura, corazón grande”, al “presidente del cambio” rodeado de los mismos políticos que antes saquearon al país, ahora redimidos por el "mesías" Petro, como lo deja entrever Benedetti en una conversación filtrada por chat.

Petro negó a su hijo diciendo que no lo crió, pero al país sí le ha enseñado las mañas: meter dinero en bolsas negras, como lo hacía su asesora de regiones, que trasladaba maletas llenas de efectivo para comprar congresistas, a quienes también ha negado. Hoy niega que convocó un paro que fracasó, un paro para perjudicar al ciudadano de a pie, con los mismos bloqueos de quienes quieren todo gratis. Aquellos que vandalizan estaciones de TransMilenio en Bogotá y que, cuando terminan en la cárcel —como en el caso de Epa Colombia—, Petro pretende convertir en "gestores de paz".

Este gobierno y sus aliados son expertos en incendiar, en negarlo todo, en desordenar. Son expertos en desgobierno. Son, simplemente, un fracaso más, como lo es su mal llamada “paz total”.














miércoles, mayo 14, 2025

La democracia cuesta… y el poder también

En el debate sobre la consulta popular propuesta por el presidente Petro, se presentaron hechos y discursos que parecen sacados del libreto político de nuestro país. Por un lado, la senadora María José Pizarro reclamaba al presidente del Senado, Efraín Cepeda, porque en pleno debate se estaban repartiendo refrigerios, apenas unos minutos después del almuerzo. Lo que no sabía la senadora era que esos refrigerios los distribuía su hoy aliado —y antes enemigo— Armando Benedetti, actual ministro del Interior. Ese mismo ministro, en una de esas frases que suelen pasar desapercibidas, dijo: “La democracia no es barata; las dictaduras sí lo son.”

Benedetti sabe bien cuánto cuesta el poder en ese espacio donde tanto le gusta estar. "Armandito", como le dicen algunos, ha sido uribista, santista y ahora, redimido por Petro, petrista. Sabe lo que es jugar en las grandes ligas. Entre todas las acusaciones que enfrenta en la Corte Suprema y la Fiscalía, carga procesos por irregularidades en la adjudicación de contratos cuando era congresista, junto a los exsenadores Musa Besaile y Bernardo ‘Ñoño’ Elías.

El caso Fonade involucra presuntas irregularidades en contratos adjudicados en 2016, cuando Benedetti era senador del Partido de la U. Según el medio Cambio, Fonade habría sido usado con fines políticos, y Benedetti habría favorecido a la empresa Certicámara S.A. en un proceso contractual. La Corte Suprema lo acusa por tráfico de influencias. 

El ministro de la “democracia que no es barata” lo sabe. En grabaciones que salieron a la luz pública, hablaba de 15 mil millones de pesos supuestamente destinados a la campaña del entonces candidato Gustavo Petro. En el gobierno también saben que gastarse 700 mil millones en una consulta popular no es nada, si se trata de mantener el poder.

Vivimos en un gobierno derrochador, lleno de contratistas que obligan a  marchar como le gusta a la izquierda, donde ya hay decenas de funcionarios imputados por corrupción. Uno de los casos más sonados es el de Sandra Ortiz, exasesora de Petro, quien supuestamente utilizaba a Osneider Pinilla y Olmedo López —ambos petristas— para comprar conciencias y votos mediante contratos y maletas de dinero. Ese dinero habría llegado a los apartamentos del entonces presidente de la Cámara, el liberal cordobés Andrés Calle, y del senador Iván Name, quien, por 3.000 millones de pesos, habría vendido su conciencia al gobierno. Pero como todo político astuto, parece que finalmente les hizo el "conejo".

La democracia cuesta, y este gobierno lo sabe. Sabe lo que implica movilizar influenciadores, comprar lealtades mediante contratos, y sostener el poder con recursos públicos. En este gobierno, vivir sabroso cuesta… pero lo pagan con el dinero del Estado. 

Para Petro y sus seguidores, tener a Benedetti como ministro del Interior es el precio a pagar por muchas verdades que parece conocer. Aún no se entiende cómo quienes se hacían llamar “el cambio” se tragan ese sapo gigantesco. Todo porque su “mesías” les prometió que Benedetti ya había sido redimido de todos sus pecados antes de convertirse en petrista. 

La democracia cuesta, y este gobierno lo tiene claro. Sabe que hoy, ese Congreso que hasta hace unas semanas era su enemigo, ahora puede ser su mejor aliado para hacer realidad lo que busque. Y eso se logra con puestos, contratos y la famosa mermelada que tanto criticaban. Este supuesto cambio no es más que la misma podredumbre de siempre, el mismo hedor que llevamos años respirando en este asqueante escenario político llamado Gobierno de Colombia.

La democracia no es barata.



viernes, mayo 09, 2025

306 Mil Votos y un Video Incomodo

Han pasado varios meses desde que el exgobernador del Magdalena, Rafael Martínez, hiciera en un evento político una invitación pública a votar por Miguelina Pacheco y María Charris, militantes y aspirantes a cargos en las elecciones territoriales de 2023 por el Partido de la U. En ese entonces, desde la tarima y con su tono altisonante, siempre cercano al de un charlatán, Rafael promovía abiertamente el voto por dicho partido, mencionando incluso los números en el tarjetón. Esto, según las leyes y la Constitución de nuestro país, está prohibido por el principio de doble militancia política, considerando que para ese momento existía el Movimiento Naranja como partido político, con listas propias al concejo y a la asamblea.

A Rafa, a su jefe Caicedo y a sus secuaces poco les importan las leyes cuando se trata de sus propios intereses; siempre recurren al discurso de la persecución.

Rafael Martínez incluso juró ante un juez de la República que el del video no era él. Son capaces de negar hasta a la madre con tal de conservar el poder. Asegura que todo es un montaje, que jamás hizo lo que claramente se ve en el video. Luego, en un mensaje publicado en sus redes sociales, afirmó que fue víctima de los "narcoclanes" que, según él, influencian al Consejo de Estado. Sostiene que su comportamiento no puede considerarse doble militancia y, por supuesto, reitera su apoyo a Petro.

A "Ratael", como lo llaman algunos, lo sacaron por infringir la ley, aunque para él eso parezca normal. Están acostumbrados a tener jueces amigos, como aquel famoso juez que, mediante una tutela, logró que la foto del “alcalde de hierro” apareciera en el tarjetón de las elecciones de 2023. Lo que hizo Rafa no está permitido, aunque él insista en que fue un tecnicismo o una persecución política, la vieja y confiable táctica de la izquierda resentida de este país. El papa Leon XIV llegó haciendo milagros, y asi a Petro no le guste debe convocar elecciones pronto.

La sentencia del Consejo de Estado también afectó a la segunda en votación a la Gobernación del Magdalena en 2023, la hoy diputada Mallath Martínez. Ahora todo queda en manos de la Registraduría, que deberá organizar nuevas elecciones.  Rafa, tuvo una gobernación que nació muerta, que solo le sirvió durante estos meses para hacer lo que mejor saben hacer en las toldas naranjas: mover contratos, contratar amigos para que les hagan la tarea y fortalecer el movimiento del "emperador".

Rafael afirma que se han burlado de 306 mil votos y que todo es una persecución. A estos personajes de la izquierda resentida los persiguen todos... incluso ellos mismos cuando abren los ojos y revelan las verdades que ocurren dentro del movimiento del todopoderoso emperador. El verdadero "tic tac" fue el de Rafael: una gobernación que nació muerta desde aquel famoso video. Se va, se va... y bien ido será. Aquel que, con todas las argucias posibles, trató de evitar el desenlace de una crónica de una muerte anunciada. El único que persigue a los naranjitas es el mismo cacique naranja. Que levante la mano el que va llamar a pedir el voto por Miguelina y por Maria... Ahi tienes Rafa, convertido en la porqueria de la política que tanto critican.





domingo, mayo 04, 2025

EL Unión Magdalena es un equipo lleno de cadáveres

Todo parecía presagiar que por fin se iban a sumar tres puntos. La gente en el estadio, por primera vez en el torneo, aplaudía y alentaba al Unión: un equipo humilde, pero capaz de llevar público al Sierra Nevada aun ocupando la última posición. En Santa Marta, mucha gente sufre y padece una enfermedad llamada Unión Magdalena. Un equipo que no da alegrías, pero al que nunca se deja de apoyar, al que nunca se deja de ir a ver. Esta fecha parecía ser el día. Entrada gratis para todos. Y aun así, el equipo no pudo sumar de a tres.

Lo que se esperaba como una fiesta en este 2025, con un equipo que jugó y dominó el torneo de ascenso el año anterior, se ha convertido en una tragedia que no termina. Un equipo lleno de jugadores que no sienten la camiseta, que no rinden, y que fueron pedidos y armados por el entonces técnico más querido: Jorge Luis Pinto. Pinto fue el director de la orquesta que subió al equipo a la A, pero también es el responsable —junto a la mirada cómplice de su dueño— de haber armado un equipo desastroso.

Es política de Eduardo Dávila traer jugadores baratos y regalar siempre el primer torneo del año. Lo ha venido haciendo en este equipo que ya parece más un ascensor que una institución de fútbol. Sacar del equipo al argentino más samario del mundo, el motor del mediocampo Agostino Spina; echar al Pecoso Correa, quien era el cerrojo de la defensa; y barrer a jugadores de la casa como Andrés Carreño, Andrés Escobar, Lupín González… No aceptar a Toñito Hinojosa. Decisiones todas que reflejan un equipo sin directiva, sin técnico, sin jugadores… pero que sí tiene hinchada. Una hinchada que, aun en las malas, lo acompaña, aunque ya pasen más de 17 fechas sin conocer la victoria.

José Mercado, del Unión Magdalena, es hoy símbolo de la impotencia de un equipo lleno de cadáveres, jugadores sin sangre en las venas. Todos estaban advertidos de que los chirretes iban a hacer lo que hicieron en el estadio. Se volvió costumbre. Ya habían tardado mucho. Paciencia durante 17 fechas sin ganar. Ni en la peor campaña del "Pradita" Silva en 2022, cuando solo se sumaron once puntos, se vivió algo así. Jorge Luis Pinto subió al Unión a la A, y junto a Eduardo Dávila lo condenaron a volver a la B.

En este equipo no hay en quién confiar. La impotencia se refleja en la displicencia con que un pelado de 16 años, en su debut profesional, regala un balón que termina en gol. O en cómo José Mercado —quien hace unos años era considerado la mayor promesa del club— lanza un puño a un rival sin sentido, sin necesidad. Impotencia e irresponsabilidad combinadas, en un equipo lleno de fantasmas que deambulan por un cementerio, en un andar peligroso del que parece difícil salir.

Eduardo Dávila y su junta directiva son los responsables de regalar dos veces el torneo: primero, respaldando las malas decisiones de Jorge Luis Pinto; y después, trayendo a un técnico que ni siquiera puede dirigir desde la raya durante 12 fechas. Todo un torneo perdido sin sumar, condenando al equipo a buscar la épica en el segundo semestre del año. Algo impensable hace apenas unos meses, cuando todo era alegría.

La imagen del día será la de una señora en las gradas, llorando, frustrada, representando a toda una hinchada dolida. Una hinchada que ve cómo su equipo amado —el de los colores más hermosos del fútbol colombiano— va camino de nuevo al infierno, ese del que es tan difícil salir.



sábado, mayo 03, 2025

La espada de Bolivar

Los dictadores y quienes se aferran al poder siempre buscan un enemigo a quien atacar. Pero también se agarran de un símbolo para darle a sus seguidores una razón para seguirlos. En el caso de Petro, su enemigo es la oligarquía colombiana. Como buen líder de izquierda, sabe que el mejor combustible político es echarle el pueblo encima a quienes han hecho riqueza. Pambelé sabía que había más pobres que ricos, y Petro también. Lo impresionante es cómo mueve a las masas con un lenguaje vulgar , excremental y emocional. Porque si de hablar se trata, Petro es brillante. Lástima que como ejecutor y administrador sea todo lo contrario. Siempre evadiendo respuestas a preguntas incomodas con un discurso verborreico.

Para Gustavo Petro, al igual que lo fue para Hugo Chávez, mostrar la espada de Bolívar no es un acto simbólico cualquiera: es una señal de guerra, de lucha hasta el final. Es decirle al país que llegó al poder para quedarse. Y si tienen dudas, solo es mirar Venezuela como empezó todo.

La Constitución de 1991 dejó claro que Colombia es un Estado Social de Derecho con separación de poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Hoy, el Ejecutivo está en manos del primer gobierno de izquierda, liderado por Petro. El Legislativo está conformado por fuerzas políticas diversas, y el Judicial, encargado de que se cumpla la ley. Pero aquí viene el problema: algunos gobiernos, incluido el actual, quieren que el Congreso funcione como una notaría, firmando lo que se les ponga en frente. Para eso reparten puestos, contratos, y claro, corrupción. Mermelada, le dicen.

Cuando el Congreso no se deja comprar o simplemente no aprueba lo que el gobierno quiere, entonces es “traidor al pueblo”. Eso le está pasando a Petro. Ni con Benedetti ha logrado mover el Senado como lo hizo con la Cámara.  ¿Y qué hace? Le suelta el pueblo a los congresistas, los insulta, los llama “HP” si no votan sus reformas. Les dice a los ciudadanos que pidan lo que no tienen, aunque no haya con qué darlo. Porque, claro, ¿quién no quiere mejores condiciones laborales? Pero las leyes no se hacen con deseos. Se hacen con números. Todos queremos mejores condiciones, pero no a costa de quebrar al pequeño y mediano empresario. Y eso es lo que Petro —alias “Aureliano” en su época de guerrillero— no entiende ni le importa. Su discurso suena bonito, pero está lleno de vacíos legales, económicos y de realidad.

Hoy, solo en el poder, Petro se abraza a la espada de Bolívar como si con eso pudiera convencernos de que su causa es la del Libertador. Lo mismo decía Chávez en Venezuela... hasta que la hundió. Petro ya no está con los mismos aliados. Hoy lo acompañan Benedetti y una versión criolla de Delcy Rodríguez.  El 1 de mayo empuñó la espada y dijo: “No tengo más que un corazón para amarlos y una espada para defenderlos”. Palabras rimbombantes para justificar el fracaso. Y sí, cada vez se parece más a Chávez, ese que dejó en ruinas a su país y puso a un chofer de metro como presidente. Petro, si sigue así, nos dejará a un escritor de narconovelas como sucesor y un país hecho trizas, con su falsa “paz total” y tres años de desgobierno. Ojalá esto termine pronto, y no en manos de los extremos que tanto daño le han hecho a Colombia. No mas extrema derecha ni mucho menos la extrema izquierda.

viernes, abril 25, 2025

El falso amor de un gobierno vulgar

Gustavo Petro insiste en hablar de amor y humanidad en sus discursos, que terminan siendo vacíos, demagógicos y, en muchas ocasiones, teñidos de un lenguaje vulgar. Él lo sabe, y también lo saben sus seguidores y aliados. Sin embargo, en los últimos días, su retórica ha alcanzado niveles preocupantes, impropios de un presidente de la República. Llamar "HP" al presidente del Congreso, por ejemplo, marca un nuevo descenso en la dignidad del discurso público. A esto se suma el comportamiento de su ministro de Salud, un funcionario que presencia la destrucción del sistema sanitario sin reaccionar, mientras esta a la espera del ya tristemente célebre "shu, shu, shu" de Petro. El mismo ministro Jaramillo, quien insultó abiertamente a una directora de hospital en Puerto Gaitán, Meta, sin consecuencia alguna. A la que le mando su "hijueputazo", como si nada. Como era de esperarse, la llamada “horda petrista” salió a justificar estas actitudes en nombre del amor, ese mismo que promulgan con un lenguaje cada vez más agresivo.

¿Este era el cambio que nos prometieron en 2022? ¿Un gobierno que lanza madrazos y ‘hijueputazos’ sin recato, llamándose del pueblo mientras desprecia la dignidad que exige representar a 55 millones de colombianos? Este estilo recuerda, irónicamente, al del expresidente Álvaro Uribe, cuando perdía los estribos y amenazaba con golpes o lanzaba frases como “le voy a dar en la cara, marica” a su amigo Alias la mechuda. Uribe decía que no "chuzaba" teléfonos, sino corazones. Petro, por su parte, asegura que no es adicto a las drogas, sino al amor. La semejanza entre estos dos colosos de la política reciente resulta, cuando menos, inquietante.

¿En qué momento ser decente se volvió una debilidad? ¿Cuándo dejamos de esperar que un presidente sea ejemplo de cordura y respeto, para aceptar que se exprese como si estuviera en una esquina cualquiera? El supuesto “gobierno del cambio” está compuesto por los mismos de siempre, protegidos por un discurso romántico que encubre malas prácticas y peores formas.

Armando Benedetti, hoy ministro del Interior, es quien justifica los constantes retrasos del presidente. Un hombre que, según Álvaro Leyva, es un “drogadicto en recuperación”, y quien paradójicamente dicta cátedra de moral. Benedetti afirma que organizarle una agenda a Petro es fascismo, porque el presidente “es un libertario” que hace lo que quiere, sin rendir cuentas ni respetar el cargo que ocupa. Y, como siempre, sus seguidores ven esto como una virtud.

Petro está rodeado de influenciadores, hoy contratistas del Estado, que amplifican sus discursos y replican ese “lenguaje del amor” que no es más que una fachada vulgar. Lo mismo ocurre con varios congresistas oficialistas, orgullosos de atacar a candidatos y ciudadanos decentes, sin mayor consecuencia.

Sergio Fajardo lo dijo claramente en la campaña de 2022: “La mejor herramienta para educar es el ejemplo”. Y el ejemplo que hoy ofrece el presidente Petro deja mucho que desear. Desde el desayuno se adivina cómo será el almuerzo: se prefirió a un supuesto estadista —como lo llamó Roy Barreras— antes que a un “gamín” como el ingeniero Rodolfo, cuyo lenguaje asustó a muchos. Sin embargo, la realidad ha demostrado que Petro gobierna con la misma rudeza verbal que su némesis, Álvaro Uribe.

Ojalá este capítulo termine pronto. La decencia debe volver a ser la norma, y el buen ejemplo, la guía.





miércoles, abril 23, 2025

Los extremos pudren todo

Lo que vivimos hoy en Colombia es el resultado de haber puesto nuestro destino en manos de los extremos. Dos polos ideológicos que, aunque se odian, se parecen demasiado en su forma de actuar. Se alimentan del conflicto, gobiernan para sus aliados, reparten cuotas, y olvidan su deber más básico: servirle a todo el país. Los extremos pudren todo, y esa lección nos la han dado dos figuras que han marcado a fuego nuestra política reciente: Álvaro Uribe Vélez y Gustavo Petro. Ambos han moldeado el poder a su imagen y semejanza, a punta de clientelismo, polarización y discursos incendiarios. Son opuestos, sí, pero al final usan las mismas herramientas para dividir y manipular. 

Uribe fue el arquitecto del ascenso de Iván Duque, un presidente improvisado que llegó al poder sin experiencia ni liderazgo. Duque fue más un títere que un mandatario, más un presentador de televisión que un gestor de país. Su legado es tan pobre que lo único destacable fue allanar el camino para que, por primera vez, la izquierda llegara al poder. El mismo Duque que hablaba de economía naranja mientras el país contaba muertos por COVID, es el reflejo de un proyecto político vacío, que solo existía para servir al ego de su mentor. Y ese mentor, hoy enjuiciado por soborno y fraude procesal, sigue pretendiendo ser la conciencia moral del país. Como si no bastaran los escándalos, las chuzadas, los falsos positivos y la forma descarada en que utilizó el poder para perseguir a sus enemigos.

Pero el otro extremo tampoco se queda atrás. Gustavo Petro llegó prometiendo un cambio ético, pero lo primero que hizo fue pactar con los mismos de siempre: Armando Benedetti, Roy Barreras, y una larga lista de oportunistas reciclados del uribismo y el santismo. En lugar de rodearse de talento, Petro eligió lo útil, lo leal, lo que le asegurara gobernabilidad, aunque fuera a costa de su propio discurso. Así llegó al poder Laura Sarabia, una exasistente convertida en canciller, símbolo de cómo se premia la cercanía más que la capacidad. Así aparecieron empresarios cuestionados como Euclides Torres financiando campañas, y así su propio hijo terminó acusado por lavado de activos y enriquecimiento ilícito.

Petro, que tanto criticó a Uribe por sus ataques a la institucionalidad, ahora sueña con cambiar la Constitución por la vía de una consulta popular. Quiere legitimar sus reformas en las calles, con discursos llenos de dramatismo, insultos y promesas vacías. Se mueve como pez en el agua entre multitudes, pero naufraga en la gestión real. Y mientras tanto, el país espera. Criticó a Duque por su gabinete, pero ahora tiene en el poder a los mismos personajes que antes denunció. Criticó a Uribe por sus hijos, y hoy su propio hijo está en los estrados judiciales. Criticó la politiquería, pero se rodeó de ella. Lo que no soportamos en un extremo, lo toleramos en el otro. Y eso nos ha llevado al punto en el que estamos.

Tres años de gobierno con más escándalos que logros. Más ruido que resultados. Un presidente más preocupado por su imagen que por los problemas del país. ¿Cirugías estéticas? Bien. ¿Soluciones reales? En veremos.  Desde procedimientos estéticos hasta rumores de índole privada, incluyendo la presunta escapada a Panamá con un travesti, y de su primera dama, a la cual no se volvió a ver en eventos públicos junto a Petro. El foco ha estado más en lo anecdótico que en la gestión pública.  

Colombia atraviesa una etapa de profundo desgaste institucional, donde el péndulo entre extremos ha dejado una ciudadanía fragmentada y un sistema político debilitado. Con esperanza, muchos esperan que las elecciones de 2026 marquen un punto de inflexión y permitan la emergencia de liderazgos más equilibrados, responsables y comprometidos con el interés general, le llego la hora al centro. Colombia necesita una pausa, una reflexión profunda. No se trata de escoger entre Uribe o Petro, entre la derecha furiosa o la izquierda resentida. Se trata de salir de los extremos, de apostar por la sensatez, por lo institucional, por lo que une y no lo que divide. Porque los extremos, cuando gobiernan, no transforman: pudren. Y ya es hora de dejar de permitirlo.


El ciclo vicioso de Uribe y Petro: una trampa para Colombia

Entramos en una fase de la política colombiana que más le conviene a Petro y a Uribe, pero que más perjudica al país. Una etapa en la que se...