jueves, julio 24, 2025

Santa Marta, 500 : entre el olvido y el futuro

Llegaron los 500 años de Santa Marta, la ciudad origen, que sigue anclada en el pasado, con los mismos políticos de siempre, ya sea bajo el nombre de familias tradicionales o del nuevo clan que gobierna el departamento: el clan Caicedo.


La ciudad enfrenta un verdadero desafío: no estar a la altura ni preparada para conmemorar sus cinco siglos de existencia. Una ciudad sin agua, sin seguridad, sin cultura ciudadana y con múltiples carencias, que algunos políticos celebran como si fuera un logro.  

La hoja de ruta de la ciudad debe apuntar hacia una infraestructura urbana moderna y planificada, con vías de acceso eficientes, mejorando y ampliando las entradas y salidas, especialmente hacia el aeropuerto y el puerto. Se requiere avanzar hacia una movilidad urbana estructurada, con un sistema de transporte público integrado y moderno (no solo buses pintados de azul, como nos dejó Caicedo), con paraderos adecuados, rutas claras y accesibilidad para todos.

Es urgente renovar el sistema de alcantarillado y agua potable. Se deben hacer inversiones en infraestructura hídrica que garanticen el acceso permanente al agua y eviten colapsos por lluvias. Se necesita apostar por fuentes alternas de agua (como la planta de El Curval, pozos profundos o sistemas de captación de agua lluvia), y fomentar una cultura de uso responsable del agua, incluyendo sanciones por desperdicio o conexiones ilegales.

Santa Marta también debe reforzar su sistema de salud. Las clínicas actuales no ofrecen atención de calidad, y quienes tienen los medios económicos terminan buscando atención en Barranquilla, donde el servicio es claramente superior.

En el campo de la educación y el empleo formal, se debe ampliar la cobertura y mejorar la calidad de la educación técnica, tecnológica y profesional. Es clave atraer inversión en sectores que generen empleo más allá del turismo, como la tecnología, la logística o la agroindustria. También se debe promover el emprendimiento juvenil mediante créditos, formación y asesoría.

En cuanto al turismo, la ciudad necesita fortalecer su red hotelera con personal bilingüe, y hacerlo todo apalancado en empleo de calidad para los samarios. Es vital avanzar hacia un turismo sostenible y ordenado, regulando el uso de playas, el manejo de basuras y combatiendo las actividades ilegales. Además, es necesario mejorar la señalización, las rutas turísticas y la capacitación de guías y operadores. El turismo debe integrar activamente a las comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas como aliados y beneficiarios directos.

La seguridad y la cultura ciudadana también deben ser prioridad. Se necesita una mayor presencia institucional en los barrios con más conflicto, junto con campañas de convivencia, respeto por lo público y apropiación del territorio. Además, se deben crear espacios comunitarios seguros: parques, centros culturales y escenarios deportivos.

El samario también debe comprometerse con la preservación de los ecosistemas costeros y la Sierra Nevada. Es urgente controlar la expansión urbana mediante invasiones y avanzar hacia una gestión adecuada de residuos sólidos y aguas residuales, especialmente en sectores turísticos o cercanos a ríos y quebradas.

Finalmente, Santa Marta necesita liderazgo político y planeación a largo plazo. Debe superar la inestabilidad institucional y los conflictos políticos crónicos. Es hora de diseñar e implementar un plan de ciudad a 20 años, sin importar quién gobierne. Para lograrlo, se debe fortalecer la capacidad técnica del gobierno local para ejecutar obras y atraer recursos nacionales e internacionales.

Todo un desafío para una ciudad marcada por “los de antes” y los “naranjas”, pero estamos seguros de que, con un liderazgo inspirador, podemos superarlos y avanzar hacia la hoja de ruta que Santa Marta necesita para salir del atraso y dejar de ser, por fin, la tierra del olvido.



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