Este país mágico como lo es Colombia, el que está lleno de cultura,
biodiversidad, deportistas que dan la cara por el país, artistas y mucho más, también
tiene una especia política particular, personajes de un lado y del otro que
solo buscan su beneficio particular. En este país, llevamos más de 50 años de
guerra interna, un conflicto ocasionado por una reforma agraria incumplida y
que desata pasiones de todos, más cuando nos toca muy cerca.
Una senadora que no conocen ni quienes votaron por ella de apellido Romero y
que entró al congreso a reemplazar al preso 1087985 quien para huirle a la
corte y a la justicia decidió irse del congreso, propone un proyecto de ley que
según ella está apegado y en pleno cumplimiento al mandato de lo que la Corte
interamericana de derechos humano dicta que debe cumplirse, la corte según esta
senadora dice que la vida inicia desde el proceso de la concepción y que a
partir de ahí se debe vigilar, hasta ahí nada que reprocharle a la senadora, la
vida de un ser humano es valiosa, solo que parece que alucinara esta señora
cuando se refiere a la corte que su partido y gobierno desprecia, la misma que
sigue afirmando que la vida es sagrada (Como lo dice mi maestro Antanas
Mockus). La CIDH hace unas semanas entregaba el informe de su visita realizada
al país, y en el dejaba muy mal parado la política estatal del gobierno Duque
contra las marchas y la protesta en el país, lo cual incluye el abuso policial,
que pareciera doctrina de estado.
Alucinan también cuando ven con buenos ojos y perfectas las marchas que se producen en la isla de Cuba, sin embargo esas marchas en Colombia son detonantes de COVID, esa política rastrera, doble faz del mal llamado centro democrático y en general de muchos políticos de este país, es lo que en general hace de los políticos unos personajes con cero credibilidad. Alucinaciones son las que tienen los politicos de Colombia, sean de izquierda o de derecha, solo en el poder para sus intereses.
Se ve de derecha y de izquierda, los mismos personajes naranjas en
Santa Marta que hacen política a costa de hablar de lo que hacían los de antes,
pero son igual o peor los de ahora, sus alucinaciones es vivir en un mundo
imaginario, alucinan con lo que ellos hacen pero que antes hacían los Cotes y Díaz
granados, no son los buenos del cuento, solo son un actor más de la misma
cadena llamada poder que se ve en el país de las alucinaciones.
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