sábado, junio 15, 2019

El temor es a la verdad


Cuando comenzamos a escuchar a los militares condenados por los falsos positivos hablar ante la JEP, empezamos a entender por qué el presidente eterno de los afectos de Duque le tenía tanto miedo a la verdad, tanto miedo a la justicia transicional que a cambio de que los actores que intervinieron en el conflicto armado de Colombia digan la verdad, tendrán derecho a una condena más flexible.

Al presidente eterno no le duele que las FARC estén en el congreso, como le va doler que criminales vayan  a discutir  y a pelear con palabras en vez de armas, ese no es el temor del senador, allá en el congreso ya estuvieron el primo Pablo, primo de su asesor político de confianza José Obdulio, por allá pasaron más del 40% del congreso paramilitar en la época de la bonanza de autodefensas en Colombia. Al presidente eterno lo que le duele realmente es saber que por medio de la JEP se conozca como masacraron y asesinaron a más de 10000 inocentes las fuerzas militares, en épocas que nos hacían creer que estaban ganando la guerra de guerrillas con las FARC. Ese poder que logro acumular y que luego cuando Santos llego a la presidencia perdió de la noche a la mañana, que lo hacía sentir como un huérfano de poder.

Acá nos han querido vender que la Guerrilla se va tomar el poder, nos han dicho que Timochenko será el próximo presidente, que si no votábamos por Duque, Colombia seria Venezuela. Todas esas afirmaciones no son más que mentiras, mentiras lanzadas por quienes conocen como procede y piensa el pueblo colombiano, pensamientos que salen directo de las vísceras, acá no se utiliza la razón, sino el dolor para emitir conceptos, y en producir dolor son expertos los miserables del ELN y en su época la guerrilla de las FARC. Justo para eso, queríamos un acuerdo de paz, para que no siguieran matando colombianos, para que no siguiéramos siendo ese país paria que era repudiado por medio mundo, país al cual los países europeos, y los estados unidos les pedían a sus ciudadanos no visitar.

De aquel panorama desolador de país inviable queda poco, hay que agradecerle al presidente eterno que fue un mal necesario en su momento, y que luego perdió los estribos de su caballo y quiso ser el pacificador que tanto temía Jaime Garzón, entonces veía el presidente eterno que su salvación pasaba por estar en el poder o mantener el poder en cuerpo ajeno, ahora que han pasado los años y se descubre la verdad, entendemos muchos que el verdadero temor de quien maneja más de medio país, es solo, que el país que ya no lo ama como lo llegó a amar conozca todas las atrocidades y ordenes que se impartían desde las cabezas de un gobierno, que vendía al mundo que ganaba la guerra, cuando en realidad derramaba litros de sangre por órdenes superiores.


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