sábado, agosto 30, 2025

Petro resucitó a un muerto

A la fecha, el mayor “logro” que puede mostrar el presidente Gustavo Petro es haber devuelto a la escena política a un muerto político: Álvaro Uribe Vélez, un expresidente condenado. Petro consiguió, en tres años de gobierno y con la destrucción de la seguridad producto de su fallida “paz total”, que ese “muerto político” volviera a sonar con fuerza en el escenario público. Algo que parecía imposible hace tres años, cuando el mismo Petro derrotaba al uribismo en las urnas y prometía un cambio que nunca llegó.

La condena a doce años de cárcel por soborno de testigos parece haberle dado a Uribe un nuevo aire. A sus 78 años, el político más influyente de la historia reciente de Colombia ha encontrado impulso para salir a las calles, lanzar críticas y atacar al gobierno de Petro. Uribe, quien estuvo privado de la libertad en su hacienda El Ubérrimo —escoltado por el Estado y con comodidades que contrastaban con la situación de cualquier preso—, nunca dejó de pronunciarse contra quien, paradójicamente, le dio motivos para resurgir: Gustavo Petro.

La llamada “paz total” ha tenido el efecto contrario al esperado: los grupos armados del país se han fortalecido mientras las Fuerzas Militares permanecen contenidas en espera de diálogos con todos. La delincuencia anda desatada, y la política de nombrar a delincuentes como “gestores de paz” fracasó rotundamente. Petro, cada vez más, demuestra que la seguridad no es lo suyo y que el país no va por buen camino.

Ese fracaso le ha servido de plataforma a la extrema derecha, que ha recuperado el discurso de la seguridad y la mano firme. Hoy Uribe se pasea por todo el país ondeando una bandera que muchos precandidatos esperan recibir de sus manos. Increíblemente, el Centro Democrático —partido que parecía agotado tras el mandato de Iván Duque— vuelve a tener aire político.

Colombia parece estar nuevamente atrapada en una división entre Petro y Uribe: entre una “nueva forma” de gobernar que no es distinta a lo anterior, y los mismos de siempre que han gobernado, saqueado y ultrajado al país. Con Petro en el poder, poco ha cambiado.

Petro logró lo que parecía imposible: que un condenado en firme, tras un juicio, recorra el país acompañando precandidatos presidenciales e intentando endosar las banderas de la extrema derecha a quien él considere su sucesor. Mientras tanto, suma a sus huestes a viejos políticos reciclados, como el padre del asesinado Miguel Uribe, un conservador reencauchado en el partido de la “mano firme y las botas grandes”.

sábado, agosto 16, 2025

El ciclo vicioso de Uribe y Petro: una trampa para Colombia

Entramos en una fase de la política colombiana que más le conviene a Petro y a Uribe, pero que más perjudica al país. Una etapa en la que se exacerban los ánimos, se invita a que los colombianos piensen con el hígado —y algunos hasta con el páncreas—, y se obliga a decidir entre Uribe y Petro: entre el diablo y Satanás, entre la mierda seca y la mierda agua. Dos figuras que han dominado la política en los últimos 20 años, culpándose mutuamente mientras el péndulo vuelve una y otra vez al mismo lugar.

El asesinato de Miguel Uribe y la condena de Álvaro Uribe Vélez —por un delito menor en comparación con los episodios más graves de su historia política— han reactivado un uribismo que hacía años no se sentía. Del otro lado, el antiuribismo se ve fortalecido con un Petro en el gobierno, respaldado por una nómina estatal inflada y una estructura burocrática que ha crecido desbordadamente en sus tres años en la Casa de Nariño. Colombia se enfrenta nuevamente a “el que diga Uribe” y “el que elija Petro”, dos males que se necesitan mutuamente para seguir vigentes.

Más que votar por propuestas, la mayoría de ciudadanos vota contra el otro bando. Esto reduce el espacio para un voto racional y programático, empobreciendo el debate público: se habla más de personas que de ideas. Petro, desde el poder, alimenta los odios con cada trino incendiario; Uribe le responde desde su finca, donde cumple una condena de doce años bajo casa por cárcel, que más parece un palacio con internet y celular, en una propiedad de más de 1.500 hectáreas.

En el bloque uribista se perfilan María Fernanda Cabal, Vicky Dávila y Abelardo de la Espriella, todos esperando la unción de Uribe. Su discurso se limita a repetir que falta seguridad y que las políticas de Uribe deben volver, las mismas que dejaron 6.402 jóvenes asesinados en los llamados falsos positivos, y una lista de aliados condenados por diversos delitos, de los que Uribe siempre salió indemne.

En el lado de Petro, la oferta tampoco representa un cambio real. Figuran Gustavo Bolívar, famoso por sus narconovelas; María José Pizarro; y Daniel “Pinturita” Quintero, quien a punta de golpes mediáticos intenta consolidarse como candidato del petrismo. Sus acciones, muchas veces teatrales, parecen darle los resultados que busca. En este bando hablan del cambio que dicen representar, ese que nunca fue con Petro en el poder, en el que se robaron la UNGRD.

En este escenario, es difícil que surja una tercera vía: cualquier nuevo líder es presionado a “tomar bando” o se le acusa de ser “uribista disfrazado” o “petrista encubierto”. La polarización en Colombia no es solo política; es emocional y cultural, alimentada por 20 años de narrativas que convierten la política en una guerra de “ellos o nosotros”. Romper este ciclo implicaría que un liderazgo logre hablarle a ambos lados sin ser visto como traidor, algo que hasta ahora nadie ha conseguido.

Este país, acostumbrado al odio, necesitaría un líder capaz de unir, pero romper el espiral de Uribe y Petro —un ciclo dañino y vicioso— será una de las tareas más difíciles para cualquier proyecto político que busque realmente construir nación.


jueves, agosto 14, 2025

Eduardo Davila y su junta directiva son de segunda categoría

Escribir del Unión Magdalena es redundar en un equipo que siempre fracasa, un equipo muy querido por Colombia y odiado por quienes ven cómo su dueño y patrón hace declaraciones de lo divino y lo humano. Es un equipo que estuvo 13 años en la B sin asomo de subir a la primera categoría. En el 2018 sube y lo baja su dueño nuevamente; En el 2021 vuelve a subir y su dueño lo vuelve a enterrar en la B. Y cuando creíamos que la pesadilla terminaba luego del ascenso en el 2024, está a punto, con más de pie y medio, de volver al infierno llamado B para jugar en el 2026 donde le gusta a Davila.

El dueño del equipo y máximo jerarca del clan que dirige al Unión fue condenado a 10 años de prisión por tráfico de estupefacientes cuando fue capturado con cerca de 1.900 kg de marihuana en una propiedad en la zona de Bahía Concha en los años 90. En julio de 2012, el Juzgado Primero Especializado de Medellín condenó a Eduardo Dávila a 34 años y dos meses de prisión por el crimen de Carmen Vergara Díaz Granados. Aun así, este asesino condenado se pasea por las calles de la ciudad y viaja por Colombia, da declaraciones ante el periodismo arrodillado de la ciudad, encabezado por viejas glorias que fueron y ya no son, pero que aún tienen la capacidad de darle micrófono a este delincuente condenado. Dávila puede considerarse el peor dirigente del fútbol colombiano hoy día.


Lo que vive el equipo es el reflejo de una mala administración. Les gusta jugar en la B. Cuando trajeron a Jorge Luis Pinto para que nos subiera a la A, pensamos que realmente querían al equipo, pero cuando arman un equipo de tercera categoría para competir en el primer torneo, uno entiende que son miserables y una junta directiva de segunda, en la que todos asienten con la cabeza las órdenes del patrón, asesorado por Carlos Silva, el técnico eterno de Dávila, el que no gana nada, el que subió al equipo a primera con un regalo de Llaneros que no supimos aprovechar. El técnico que habla y dice que no quiere dirigir al Unión, pero que ya tiene dos partidos con un mal fútbol, con decisiones erráticas y con la tarea del dueño de darle los santos óleos para enterrarlo de nuevo en donde les gusta estar: la B.

Eduardo Dávila y su junta directiva son de segunda categoría, la afición no. La afición que tanto quiere los colores es una víctima más de una persona déspota que se volvió un cáncer para la ciudad de Santa Marta junto a su empleado más amado, el que siempre sale al rescate para enterrarlo más en donde siempre ama estar.

No les interesa cambiar la dinámica de perder y las derrotas. El semestre pasado, cuando pudieron darle un timonazo al rumbo que traía el equipo en ocho fechas con Jorge Pinto, quien luego de subir al equipo a la A no supo ganar en primera división, trajeron a Alexis García, un técnico impedido para dirigir en la raya. Aun así, le regalaron 13 fechas para que solo consiguiera una victoria. Así es muy difícil. Decisiones erráticas, una tras otra, de un equipo que parece un cementerio de zombis en la cancha, que no corren, no meten, no tiene esa garra samaria que caracterizaba al equipo de la ciudad. Hoy la realidad es que el Unión Magdalena parece condenado a la B, una segunda división que se pondrá más dura con más equipos a partir del año 2027 y que debería ser el castigo para una junta directiva mediocre, en la que aparece en la foto el Contralor del Magdalena, pero que no toma ninguna decisión porque su tarea en el equipo es más de "pinturita" que de director de orquesta. Son de segunda división, y no es la afición.

miércoles, agosto 06, 2025

El cambio que no fue

Hemos llegado a los tres años de mandato de Petro, a quien le queda solo un año. Él prometió tanto cuando estaba en la oposición y se presentaba como el salvador del país, pero al tener el poder, nos dimos cuenta de que con palabras no se vive. El "cambio" que Petro prometió es un rotundo fracaso, y la excusa de sus defensores es que "no lo han dejado gobernar". Petro ha intentado hacer lo mismo que tanto criticaba de Uribe: ser un todopoderoso. Pero la jugada le salió mal, y en tres años solo ha habido promesas incumplidas. Un cambio que nunca llegó.

Prometió transformar la historia. Juró que acabaría con la desigualdad, desmontaría la violencia del Estado, y pondría fin a la política tradicional. Pero hoy, en sus tres años de mandato, Gustavo Petro enfrenta una realidad incómoda: muchas de sus promesas estrella quedaron en palabras. Las reformas no se concretaron, los conflictos crecieron, y sus aliados más cercanos ahora lo critican. El cambio anunciado, al menos por ahora, no fue.

Vivimos en un país gobernado por la izquierda, y se siente el peso de que sea la primera vez que un gobierno de este tipo está en el poder. Esta situación ha influido en las decisiones de Petro, basadas en una cultura política que, como hemos visto en dirigentes que llenan de puestos y burocracia para consolidar su poder (el caso de Caicedo en el Magdalena es el mejor ejemplo), prioriza el control. Por eso no sorprende que Petro esté diseñando un presupuesto que el país no puede sostener ni tiene los recursos para ejecutar en el último año de su fracasado gobierno.

Puntos clave y promesas incumplidas

La mayoría de las promesas incumplidas provienen de compromisos estructurales de campaña que implicaban grandes reformas sociales, educativas y de infraestructura. Petro tiene hoy un gabinete plagado de todo lo que criticaba:

  • Fanáticos sin control, como el pastor Saade, quien hoy es su mano derecha en el gobierno.

  • Un ministro de Justicia (antes fiscal) que hoy se puede considerar un peligro para la ley con ideas que resultan en contra de todo el ordenamiento juridico.

  • El ministro Benedetti, el "mejor amigo" de Petro de quien nadie volvió a hablar después del escándalo de los 15 mil millones. Un verdadero renacido desde que esta al mando de la politica del gobierno de Petro.

El fracaso de la "paz total", la politiquería, la corrupción y la falta de meritocracia se volvieron la norma, en lugar de la dignidad que prometieron. Han sido tres años perdidos y un gobierno fracasado, con un ramillete de malos candidatos que aspiran a heredar el poder, tal como le hicieron a "DJ Duque" en su momento, desde la otra orilla política.

Listado de promesas incumplidas

  • Desmantelar el ESMAD: Se prometió eliminarlo, pero solo se hizo una reforma simbólica, sin suprimirlo.

  • Condonación universal de la deuda del Icetex: Petro afirmó que perdonaría todas las deudas, pero solo amnistiaron a 4.067 personas que ya habían cumplido parcialmente sus obligaciones, excluyendo a los morosos.

  • Empleo asegurado en el sector público: La promesa de garantizar un empleo estatal a quienes no consiguieran trabajo en el sector privado fue abandonada. El ministro de Hacienda declaró que había "otras prioridades".

  • Congelar los precios del ACPM: El compromiso de mantener los precios congelados hasta junio de 2023 no se cumplió y siguieron subiendo.

  • Catastro Multipropósito y reforma agraria: La Procuraduría denunció que los recursos de estos programas no se ejecutaron y no se pusieron en marcha.

  • Erradicar la precarización laboral en el Estado: A pesar de prometer eliminar los contratos de prestación de servicios (OPS), estos aumentaron un 44 % entre 2020 y 2024, llegando a más de 723.000, lo que aumentó la precarización.

  • Bajo cumplimiento de compromisos: El mismo Petro reconoció que se han incumplido 146 de 195 compromisos de gobierno y que 666 de 780 pactos con el pueblo están pendientes. Incluso criticó a varios ministros por falta de compromiso y ejecución.

lunes, julio 28, 2025

Ni eterno ni impune: Uribe y su cita con la justicia

Se ha producido un fallo histórico en nuestro país: el expresidente Álvaro Uribe, el famoso “gran colombiano”, el político que llegó a tener el 85 % de aprobación nacional, ha sido encontrado culpable por soborno en actuación penal y fraude procesal, en el marco de un proceso judicial que se extendió por más de diez años.

Lo que comenzó como una denuncia del propio Uribe contra el senador Iván Cepeda, terminó convirtiéndose en una investigación en su contra. La Corte Suprema de Justicia, que actuaba como su juez natural al ser Uribe senador, archivó en 2018 la denuncia contra Cepeda e inició una investigación preliminar contra el expresidente, encontrando indicios de manipulación de testigos a través de su abogado Diego Cadena, conocido mediáticamente como el “abogángster”.

Uribe, un líder de derecha que impuso un discurso fuerte a comienzos de los años 2000, aprovechó el caos que dejó el proceso de paz fallido del entonces presidente Andrés Pastrana con las FARC, incluida la entrega del Caguán a esa guerrilla. Con el Congreso a su favor, impulsó —a través de maniobras que involucraron a miembros de su círculo más cercano— la reforma constitucional que le permitió la controvertida reelección presidencial, rompiendo así el equilibrio institucional de poderes en Colombia.

La justicia no distingue entre derecha o izquierda. Uribe ha sido condenado, quizá, por los delitos “menos graves” entre los muchos que se le han señalado a lo largo de los años. Como recordaba un viejo meme: “Uribe tiene más investigaciones que el SIDA”, y es común escuchar que los testigos claves terminan muertos, mientras su círculo cercano se inmola por el llamado “gran colombiano” de la derecha política.

En 2019, la Corte Suprema le abrió una investigación formal, y en 2020 le ordenó detención domiciliaria por los delitos de soborno y fraude procesal, siendo esta la primera vez que un expresidente colombiano recibe una medida de aseguramiento. Astuto como siempre, Uribe renunció al Senado pocos días después, lo que trasladó su caso a la Fiscalía, al perder el fuero de congresista. En 2021, un fiscal cercano al gobierno de Iván Duque, Gabriel Jaimes, pidió la preclusión del caso, pero los jueces la negaron en dos oportunidades, al considerar que existían serios indicios de responsabilidad penal.

Hoy, se ha hecho justicia en primera instancia: Uribe ha sido encontrado culpable de dos de los tres delitos que se le imputaban. La izquierda celebra que la justicia haya alcanzado a su antagonista político, pero también ha criticado al sistema judicial cuando los fallos no le favorecen. Ejemplo de ello es el caso de Rafael Martínez, sancionado por doble militancia en el Magdalena, lo que desde Fuerza Ciudadana fue catalogado como persecución política.

Petro, Caicedo y el Pacto Histórico han afirmado en múltiples ocasiones ser víctimas de una justicia parcializada, principalmente cuando las decisiones no responden a sus intereses. Sin embargo, este fallo contra Uribe demuestra que el sistema de pesos y contrapesos aún funciona en Colombia: el Senado ha bloqueado reformas de Petro; la justicia frenó la posibilidad de una segunda reelección de Uribe, cuando buscaban convertirlo en un presidente eterno y, como algunos lo llamaban, “chuzador de corazones”.

Hoy, la derecha llora y la izquierda ríe. La polarización sigue marcando profundamente al país, y se intensifica con llamados a marchas para protestar contra un fallo judicial de primera instancia. Este episodio anticipa lo que se avecina en las elecciones de 2026: una confrontación brutal entre los extremos, Petro y Uribe, dos figuras desgastadas y perjudiciales para un país cansado y dividido.


jueves, julio 24, 2025

Santa Marta, 500 : entre el olvido y el futuro

Llegaron los 500 años de Santa Marta, la ciudad origen, que sigue anclada en el pasado, con los mismos políticos de siempre, ya sea bajo el nombre de familias tradicionales o del nuevo clan que gobierna el departamento: el clan Caicedo.


La ciudad enfrenta un verdadero desafío: no estar a la altura ni preparada para conmemorar sus cinco siglos de existencia. Una ciudad sin agua, sin seguridad, sin cultura ciudadana y con múltiples carencias, que algunos políticos celebran como si fuera un logro.  

La hoja de ruta de la ciudad debe apuntar hacia una infraestructura urbana moderna y planificada, con vías de acceso eficientes, mejorando y ampliando las entradas y salidas, especialmente hacia el aeropuerto y el puerto. Se requiere avanzar hacia una movilidad urbana estructurada, con un sistema de transporte público integrado y moderno (no solo buses pintados de azul, como nos dejó Caicedo), con paraderos adecuados, rutas claras y accesibilidad para todos.

Es urgente renovar el sistema de alcantarillado y agua potable. Se deben hacer inversiones en infraestructura hídrica que garanticen el acceso permanente al agua y eviten colapsos por lluvias. Se necesita apostar por fuentes alternas de agua (como la planta de El Curval, pozos profundos o sistemas de captación de agua lluvia), y fomentar una cultura de uso responsable del agua, incluyendo sanciones por desperdicio o conexiones ilegales.

Santa Marta también debe reforzar su sistema de salud. Las clínicas actuales no ofrecen atención de calidad, y quienes tienen los medios económicos terminan buscando atención en Barranquilla, donde el servicio es claramente superior.

En el campo de la educación y el empleo formal, se debe ampliar la cobertura y mejorar la calidad de la educación técnica, tecnológica y profesional. Es clave atraer inversión en sectores que generen empleo más allá del turismo, como la tecnología, la logística o la agroindustria. También se debe promover el emprendimiento juvenil mediante créditos, formación y asesoría.

En cuanto al turismo, la ciudad necesita fortalecer su red hotelera con personal bilingüe, y hacerlo todo apalancado en empleo de calidad para los samarios. Es vital avanzar hacia un turismo sostenible y ordenado, regulando el uso de playas, el manejo de basuras y combatiendo las actividades ilegales. Además, es necesario mejorar la señalización, las rutas turísticas y la capacitación de guías y operadores. El turismo debe integrar activamente a las comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas como aliados y beneficiarios directos.

La seguridad y la cultura ciudadana también deben ser prioridad. Se necesita una mayor presencia institucional en los barrios con más conflicto, junto con campañas de convivencia, respeto por lo público y apropiación del territorio. Además, se deben crear espacios comunitarios seguros: parques, centros culturales y escenarios deportivos.

El samario también debe comprometerse con la preservación de los ecosistemas costeros y la Sierra Nevada. Es urgente controlar la expansión urbana mediante invasiones y avanzar hacia una gestión adecuada de residuos sólidos y aguas residuales, especialmente en sectores turísticos o cercanos a ríos y quebradas.

Finalmente, Santa Marta necesita liderazgo político y planeación a largo plazo. Debe superar la inestabilidad institucional y los conflictos políticos crónicos. Es hora de diseñar e implementar un plan de ciudad a 20 años, sin importar quién gobierne. Para lograrlo, se debe fortalecer la capacidad técnica del gobierno local para ejecutar obras y atraer recursos nacionales e internacionales.

Todo un desafío para una ciudad marcada por “los de antes” y los “naranjas”, pero estamos seguros de que, con un liderazgo inspirador, podemos superarlos y avanzar hacia la hoja de ruta que Santa Marta necesita para salir del atraso y dejar de ser, por fin, la tierra del olvido.



lunes, julio 21, 2025

Discursos largos, resultados cortos

Durante la instalación del último periodo legislativo correspondiente a este cuatrienio, donde por primera vez la izquierda llegó al poder, se observaron varios aspectos interesantes para debatir. Comenzando por un hecho inusual: por primera vez, el presidente Gustavo Petro llegó puntual a un evento de este tipo. Sin embargo, lo más relevante fueron las verdades y mentiras que se dijeron.

Fiel a su estilo, Petro utilizó dos horas y media para llenar la instalación del Congreso con un discurso verborreico, en el que relató al país lo que, según él, han sido sus avances en los tres años que lleva gobernando. Petro parece vivir en el mismo mundo imaginario en el que vivía Iván Duque durante sus cuatro años de gobierno. Ese gran error de haber elevado a “DJ Duque” a la presidencia le ha costado al país ocho años de retrasos, mentiras y, sobre todo, una profunda polarización que nos divide. A quienes intentamos mantener una posición sensata, nos tildan de “tibios”.

Petro afirmó que redujo la inflación del 13,8 % al 4,82 %, y que la economía creció aproximadamente un 2,7 % durante su mandato. Sin embargo, sin una política económica clara de parte del gobierno, esto quizás sea lo único cierto que pudo decir ayer. Y no es un dato menor, pero difícilmente puede atribuírsele a su gestión: estas cifras probablemente se deben más a las decisiones de la Junta Directiva del Banco de la República, que ha subido las tasas de interés para controlar la inflación heredada del gobierno de Duque durante la pandemia.

La respuesta de la oposición, encabezada por la representante Lina Garrido (Arauca), aunque no abundó en cifras concretas, hizo un buen resumen de lo que han sido tres años de decepción para el país. Solo los seguidores más acérrimos del petrismo —convertido hoy en una secta similar al uribismo— siguen sosteniendo al gobierno con fervor. Garrido comenzó su discurso reconociendo el arrepentimiento que hoy expresan muchos de quienes ayudaron a elegir a Petro. Le reclamó la compra política de los entonces presidentes del Senado y la Cámara, presuntamente realizada por su asesora más cercana, con el fin de impulsar sus reformas. Mencionó hechos públicos y conocidos. Le recordó también que es el presidente más viajero en la historia de Colombia, iniciando ayer su viaje número 67 en apenas tres años, un despropósito para alguien que criticaba ferozmente los desplazamientos de Duque.

A Petro, como a tantos líderes de izquierda en este país, le duele la muerte de niños en Palestina, pero guarda silencio frente a los niños que mueren en Colombia por promesas incumplidas y por escándalos como el de los carrotanques en La Guajira. También le recordaron los funcionarios de su gobierno imputados por corrupción, y cómo su propio hijo, Nicolás Petro, está siendo procesado por lavado de activos y enriquecimiento ilícito. Lina Garrido cuestionó el falso feminismo del petrismo, señalando que mientras lo proclaman, tienen sentado a su lado a Armando Benedetti. En apenas quince minutos de intervención, Garrido logró rebatir y desnudar ante el país a un personaje que habló durante dos horas y media, pero que representa, para muchos, un rotundo fracaso como presidente.

Después del discurso de Garrido, Petro alzó el puño como en un gesto de resistencia frente a una realidad de la que no puede escapar. Lo dicho por la representante no se puede ocultar ni minimizar con frases como “¡Levántate, Colombia!”, promovidas por su actual escudero desde la Casa de Nariño, el pastor Saade. La imagen de los puños en alto —como lo hicieron en su momento Hitler, Chávez, Maduro— y que fue replicada por sus alfiles Montealegre, Benedetti y Saade, refleja la desconexión de este gobierno con la realidad del país.

Un presidente que no gobierna, sino que narra. Que no busca mayorías, sino que declama. Que no promueve consensos, sino redención. Y que, al convertir el poder en relato, demuestra que para él la realidad ya no importa. Y de eso, precisamente, vive el petrismo.

Impuestos, cerveza y gasolina: la nueva receta de Petro

Nunca imaginamos que la llegada por primera vez al poder de la izquierda trajera consecuencias o comentarios tan ensordecedores y disparatad...