Gustavo
Petro está empeñado en ver la Barranquilla del pasado, una ciudad gobernada por
el cura Hoyos o por Guillermo Honisberg, aliados de Petro desde el rincón
latino en el barrio Rebolo. A Petro no le importo y sin descaro que la ciudad
perdiera la sede de los juegos panamericanos que finalmente se realizaran en
Lima, Perú. En esos días bajo la ineptitud del ministerio del deporte de Petro
quien no realizó los trámites administrativos y pagos en las fechas acordadas.
Primero Petro, quería que los juegos no fueran en Barranquilla solamente como sede, sino que estos juegos se dieran en varias ciudades de la costa caribe, algo que a la organización del evento no le llamaba la atención, Barranquilla se ganó a pulso la sede y la perdió por culpa de un gobierno mezquino y que no ejecuta. Siempre termina echándole la culpa de lo malo que pasa bajo su gobierno a otro inepto, Iván Duque.
Petro
prometía subsanar la mediocridad de su gobierno, realizando los mejores juegos
intercolegiales, un evento que ni suena ni truena, pero al que estos gobiernos
de izquierda siempre quieren buscar como excusa para mostrar algún resultado
disruptivo. Hoy, cuando se da a conocer que se cancelan los llamados juegos Intercolegiados,
podemos decir que Petro, justificó su negligencia inútil diciendo que iba a
hacer otra cosa, que al fin no hizo por su negligencia inútil.
Esta
semana, Petro y su ministra del deporte se dieron a la tarea de interferir en
el futbol de la selección Colombia masculina de mayores, pidiendo que la boletería
se rebajara de precio y que claro, porque debía ser Barranquilla la única
ciudad que la albergara, a Petro le ha dolido en su alma el fuera Petro que
siempre suena en los estadios cuando juega la selección y que nació como un
grito de desahogo de quienes en un estadio piden la salida de un gobierno inútil,
igual o peor que el de Duque, y eso es mucho por decir.
Petro quien con ayuda de sus amigos Euclides Torres y
Armando Benedetti, lanzaba su campaña con un escenario en forma de P antes del
tiempo electoral. Para Petro llevar gente en buses a llenar ese escenario era
algo natural y a lo que sus seguidores veían con tranquilidad, muchos dudábamos
y seguimos dudando de lo natural de la gente que se movió en esas tarimas.
Para
Petro, Barranquilla se ha convertido en un escenario en donde desfila el jet
set criollo y donde no debería jugar la selección como sede única, sino que el
resto de Colombia debería ver a las estrellas que llegan a la ciudad. Las
rencillas de Petro con Barranquilla, no se entienden, y no se entienden porque
Petro en la ciudad ganó en votos por encima de Fico que era apoyado por la casa
Char. Solo se entiende ese triunfo desde el rincón latino y las mochilas que se
mueven en elecciones en donde hubo rumores y mitos que daban cuenta de cómo
Petro barría en la ciudad. Y entender el odio o rencillas se entiende como
tratar de quitarle popularidad a quienes hoy gobiernan en Barranquilla bajo un
modelo de ciudad que tiene un horizonte claro y el cual se ha venido ejecutando
hace años, con todo y los problemas que enfrenta la ciudad que son los mismos
que enfrenta este país.
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