jueves, mayo 06, 2021

Tiempos dificiles

 La situación del país es muy difícil, atacado por el COVID y por la mala gestión de un inútil convertido en presidente por su mentor. Un mentor que tiene al país dividido entre quienes lo adoran y quienes lo odian. Un país que está sumido en un verdadero caos fruto de las consecuencias que se producen por no ser Venezuela, aunque cada día nos parezcamos más al hermano país.

El llamado de centrales obreras, de políticos de oposición, influencer, artistas, famosos y hasta de gobernador y secretaria del gobernador a marchar y protestar no debería ser oído en estos momentos. Y no precisamente porque sea yo un fiel seguidor del presidente o de sus políticas Uribistas, no, ni mucho menos. Simplemente porque la situación del mundo nos llama a la cordura. Vivimos tiempos difíciles, tiempos en los que falta mucho en el corazón de las personas, pero sobre todo tiempos en los que la gente perdió el miedo y entiendo que tienen el poder y no los gobernantes que compran el voto o engañan como lo han hecho siempre.

La pandemia y la gestión de Duque al frente del país ha traído más miseria, pobreza absoluta, se han roto los valores y la decencia entre políticos y ciudadanos, no hay respeto, pero sobre todo se ha generado la anarquía que solo pueden disfrutar los bandidos y delincuentes. Esa que al caer la oscuridad se presenta en forma de turba y encapuchados que llegan almacén por almacén haciendo de las suyas. Y el pueblo en el medio de dos bandos, el gobierno y los vándalos. 

La prudencia es una virtud que debemos entender o aceptar, no todos la tienen. Y eso hace que las nuevas generaciones solo sepan despertar de un letargo del que no lo hicimos antes, los gobiernos de Colombia han hecho con el pueblo lo que han querido, y esta generación ha despertado indignada, no ha importado pandemia, no importa que las autoridades tengan toques de queda para contener el COVID, No, el miedo a la enfermedad lo han perdido, porque tienen más miedo a los políticos como Uribe y su cachorro Duque, y eso hace que las mayorías se lancen en contra de este gobierno, tan en contra que no se entiende aun cuando podrá tener final este caos en el que nos encontramos. La pandemia ha demostrado que el ser humano es frágil, pero a la vez fuerte, llaman a la resistencia en las marchas y a su vez sufren por los vándalos que se infiltran y manchan lo que a muchos nos parece una buena oportunidad para darle un giro al país. 

Es inadmisible que en esta época difícil exista un gobernante capaz de invitar a marchar, que ponga a disposición toda su maquinaria, su red de contratistas con camionetas y banderas naranja y que salgan por las calles a protestar en contra del gobierno de Colombia. Eso no está bien para quien ostenta cargo de autoridad, pero es lo que ocurre en Colombia. Y en la euforia que les produce sentirse libres como el viento son capaces de rayar las paredes de la universidad del Magdalena, tildándola de Uribista. Esa universidad en la que yo me formé, de la que estoy seguro que fue más de Uribe cuando el mismo gobernador era rector que hoy día. Sin embargo, envían a muchachos que no conocen la verdadera historia de quienes marchamos muchas veces para pedir que la Universidad no se politizara y hoy ese mismo personaje la quiere politizar.

Come mierda un país que es capaz de asesinar a personajes como Lucas Villa en Pereira, ejemplo de resiliencia, pacifista, bailaba en el paro que otros convocan desde la comodidad de su escritorio en el congreso o en el despacho de un gobernador alcalde, y lo luchan y pelean aquellos que quieren un cambio en el país. El verdadero cambio no será sino hasta que entendamos que se debe elegir a los gobernantes que no dividan, no debemos elegir a los políticos de mierda de siempre, esos que compran el voto en elecciones, o aquellos que con engaños y miedo nos gobiernan hace más de 20 años. El verdadero cambio del país llegara no con marchas, no con turbas violentes, llegara el día que sepamos elegir a quienes nos gobiernan, y que esas personas lo primero que deben tener es un mínimo de decencia. No ser polarizantes, porque el país está cansado de tantas muertes que llegan al caer la noche, en momentos en que la pandemia pasó a un segundo plano. Es lo que esperaban Duque y Uribe, que el desgaste del paro y los actos vandálicos causen indignación en la gente, y así se olvide de los asesinatos por paramilitares armados que salen en camionetas cual ruta de la muerte ni que decir de los abusos policiales que siguen ordenes de Uribe. El país continúa incendiado y no hay decencia o cordura en los líderes, seguimos en medio de dos bandos, y el pueblo solo quiere un cambio. El problema es que los tiempos difíciles no nos hacen saber qué cambio es el que se quiere, o mejor dicho, hasta cuando será esta situación terrible de muerte, desolación y saqueos.


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