sábado, noviembre 28, 2020

Hicieron trizas la paz

El proceso de paz que firmó hace 4 años el gobierno de Juan Manuel Santos, ha sido un gran paso en busca de la paz en un país cansado de tanta barbarie, muertes y dolor. En ese proceso se buscaba ante todo la verdad para las víctimas, se buscaba ponerlas por delante, se buscaba la verdad del terror que vivimos en Colombia durante esos 50 años de conflicto, 50 años matándonos como colombianos, muchos obtusos mentales no lo entendieron, al final se piensa muchas veces con el hígado y no con la razón. Ya eso lo sé.

Esta semana se destapó en el congreso el complot organizado por el peor fiscal de la historia colombiana, el personaje más oscuro que fue capaz de llegar a tan alto cargo increíblemente de la mano de Juan Manuel Santos, el presidente que se la jugó por la paz y fue capaz de ternar a quien terminó lapidando el proceso con sus discursos, mensajes y montajes. Al final Néstor Humberto toda la vida ha sido el estafeta de los poderosos, a esos que tal vez no les servía que el país conociera la verdad. Y así de esa forma el mismo Santos, el precursor de los acuerdos se hizo un harakiri.

El actual gobierno desde campaña buscaba colocar en la órbita política el mensaje de que el proceso de paz había sido un fracaso, y a mí no me cabe todavía entender cómo poner fin a los asesinatos y guerra entre colombianos podía serlo, pero en el país que se vota NO a la paz cualquier cosa podemos creer. Sin embargo no quedaron tranquilos hasta llegar al poder y poner patas arribas ese maldito papel llamado acuerdo de paz, como lo llamaba el condenado corrupto y pensador del centro democrático Fernando Londoño. Hacer trizas la paz se trataba de no implementar, de no cumplir lo acordado, de permitir que volvieran las masacres de los años 90 y 2000, se trataba de hacer creer al país que lo acordado fue entregarle el país a Timochenko, como muchos Uribistas repetían, y un país que se volvió doliente de tanta barbarie de las FARC entendía que así era. Olvidamos pensar en lo más elemental, en las víctimas del conflicto y en los que verdaderamente ha vivido el infierno cruel de la guerra.

Por otro lado trabajaba Néstor Humberto en tender una trampa a dos guerrilleros imbéciles, quienes no terminaron de entender la oportunidad que el país les estaba brindando, esos delincuentes se sintieron timados por el estado y el fiscal general. Iván Márquez y Santrich tan acostumbrados a delinquir vieron que debían morir en su ley, y así gracias al montaje demostrado del entonces fiscal Néstor Humberto, renunciaron al acuerdo de paz y desde la clandestinidad preparan lo que llaman el resurgir de la violencia en el país. Esa violencia que no ha parado en el actual gobierno, y en el que las masacres diarias ya no escandalizan, estamos tan acostumbrados al olor a sangre que preferimos ver a Duque haciendo pinolitas o posando para la foto en San Andrés y olvidar lo cruel que resultó ser que hicieran trizas la paz. 

Hoy el acuerdo de la Habana tambalea, agoniza ante la mirada estupefacta de la comunidad internacional, a la que el mismo Duque sale a pedir recursos y que luego al volver a Colombia habla de acabar con la JEP. Ese es el país de Uribe, el universo soñado de quienes no resisten la verdad que tienen para contar los actores de un conflicto que ha costado muchos litros de sangre de colombianos.


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