sábado, agosto 16, 2025

El ciclo vicioso de Uribe y Petro: una trampa para Colombia

Entramos en una fase de la política colombiana que más le conviene a Petro y a Uribe, pero que más perjudica al país. Una etapa en la que se exacerban los ánimos, se invita a que los colombianos piensen con el hígado —y algunos hasta con el páncreas—, y se obliga a decidir entre Uribe y Petro: entre el diablo y Satanás, entre la mierda seca y la mierda agua. Dos figuras que han dominado la política en los últimos 20 años, culpándose mutuamente mientras el péndulo vuelve una y otra vez al mismo lugar.

El asesinato de Miguel Uribe y la condena de Álvaro Uribe Vélez —por un delito menor en comparación con los episodios más graves de su historia política— han reactivado un uribismo que hacía años no se sentía. Del otro lado, el antiuribismo se ve fortalecido con un Petro en el gobierno, respaldado por una nómina estatal inflada y una estructura burocrática que ha crecido desbordadamente en sus tres años en la Casa de Nariño. Colombia se enfrenta nuevamente a “el que diga Uribe” y “el que elija Petro”, dos males que se necesitan mutuamente para seguir vigentes.

Más que votar por propuestas, la mayoría de ciudadanos vota contra el otro bando. Esto reduce el espacio para un voto racional y programático, empobreciendo el debate público: se habla más de personas que de ideas. Petro, desde el poder, alimenta los odios con cada trino incendiario; Uribe le responde desde su finca, donde cumple una condena de doce años bajo casa por cárcel, que más parece un palacio con internet y celular, en una propiedad de más de 1.500 hectáreas.

En el bloque uribista se perfilan María Fernanda Cabal, Vicky Dávila y Abelardo de la Espriella, todos esperando la unción de Uribe. Su discurso se limita a repetir que falta seguridad y que las políticas de Uribe deben volver, las mismas que dejaron 6.402 jóvenes asesinados en los llamados falsos positivos, y una lista de aliados condenados por diversos delitos, de los que Uribe siempre salió indemne.

En el lado de Petro, la oferta tampoco representa un cambio real. Figuran Gustavo Bolívar, famoso por sus narconovelas; María José Pizarro; y Daniel “Pinturita” Quintero, quien a punta de golpes mediáticos intenta consolidarse como candidato del petrismo. Sus acciones, muchas veces teatrales, parecen darle los resultados que busca. En este bando hablan del cambio que dicen representar, ese que nunca fue con Petro en el poder, en el que se robaron la UNGRD.

En este escenario, es difícil que surja una tercera vía: cualquier nuevo líder es presionado a “tomar bando” o se le acusa de ser “uribista disfrazado” o “petrista encubierto”. La polarización en Colombia no es solo política; es emocional y cultural, alimentada por 20 años de narrativas que convierten la política en una guerra de “ellos o nosotros”. Romper este ciclo implicaría que un liderazgo logre hablarle a ambos lados sin ser visto como traidor, algo que hasta ahora nadie ha conseguido.

Este país, acostumbrado al odio, necesitaría un líder capaz de unir, pero romper el espiral de Uribe y Petro —un ciclo dañino y vicioso— será una de las tareas más difíciles para cualquier proyecto político que busque realmente construir nación.


jueves, agosto 14, 2025

Eduardo Davila y su junta directiva son de segunda categoría

Escribir del Unión Magdalena es redundar en un equipo que siempre fracasa, un equipo muy querido por Colombia y odiado por quienes ven cómo su dueño y patrón hace declaraciones de lo divino y lo humano. Es un equipo que estuvo 13 años en la B sin asomo de subir a la primera categoría. En el 2018 sube y lo baja su dueño nuevamente; En el 2021 vuelve a subir y su dueño lo vuelve a enterrar en la B. Y cuando creíamos que la pesadilla terminaba luego del ascenso en el 2024, está a punto, con más de pie y medio, de volver al infierno llamado B para jugar en el 2026 donde le gusta a Davila.

El dueño del equipo y máximo jerarca del clan que dirige al Unión fue condenado a 10 años de prisión por tráfico de estupefacientes cuando fue capturado con cerca de 1.900 kg de marihuana en una propiedad en la zona de Bahía Concha en los años 90. En julio de 2012, el Juzgado Primero Especializado de Medellín condenó a Eduardo Dávila a 34 años y dos meses de prisión por el crimen de Carmen Vergara Díaz Granados. Aun así, este asesino condenado se pasea por las calles de la ciudad y viaja por Colombia, da declaraciones ante el periodismo arrodillado de la ciudad, encabezado por viejas glorias que fueron y ya no son, pero que aún tienen la capacidad de darle micrófono a este delincuente condenado. Dávila puede considerarse el peor dirigente del fútbol colombiano hoy día.


Lo que vive el equipo es el reflejo de una mala administración. Les gusta jugar en la B. Cuando trajeron a Jorge Luis Pinto para que nos subiera a la A, pensamos que realmente querían al equipo, pero cuando arman un equipo de tercera categoría para competir en el primer torneo, uno entiende que son miserables y una junta directiva de segunda, en la que todos asienten con la cabeza las órdenes del patrón, asesorado por Carlos Silva, el técnico eterno de Dávila, el que no gana nada, el que subió al equipo a primera con un regalo de Llaneros que no supimos aprovechar. El técnico que habla y dice que no quiere dirigir al Unión, pero que ya tiene dos partidos con un mal fútbol, con decisiones erráticas y con la tarea del dueño de darle los santos óleos para enterrarlo de nuevo en donde les gusta estar: la B.

Eduardo Dávila y su junta directiva son de segunda categoría, la afición no. La afición que tanto quiere los colores es una víctima más de una persona déspota que se volvió un cáncer para la ciudad de Santa Marta junto a su empleado más amado, el que siempre sale al rescate para enterrarlo más en donde siempre ama estar.

No les interesa cambiar la dinámica de perder y las derrotas. El semestre pasado, cuando pudieron darle un timonazo al rumbo que traía el equipo en ocho fechas con Jorge Pinto, quien luego de subir al equipo a la A no supo ganar en primera división, trajeron a Alexis García, un técnico impedido para dirigir en la raya. Aun así, le regalaron 13 fechas para que solo consiguiera una victoria. Así es muy difícil. Decisiones erráticas, una tras otra, de un equipo que parece un cementerio de zombis en la cancha, que no corren, no meten, no tiene esa garra samaria que caracterizaba al equipo de la ciudad. Hoy la realidad es que el Unión Magdalena parece condenado a la B, una segunda división que se pondrá más dura con más equipos a partir del año 2027 y que debería ser el castigo para una junta directiva mediocre, en la que aparece en la foto el Contralor del Magdalena, pero que no toma ninguna decisión porque su tarea en el equipo es más de "pinturita" que de director de orquesta. Son de segunda división, y no es la afición.

miércoles, agosto 06, 2025

El cambio que no fue

Hemos llegado a los tres años de mandato de Petro, a quien le queda solo un año. Él prometió tanto cuando estaba en la oposición y se presentaba como el salvador del país, pero al tener el poder, nos dimos cuenta de que con palabras no se vive. El "cambio" que Petro prometió es un rotundo fracaso, y la excusa de sus defensores es que "no lo han dejado gobernar". Petro ha intentado hacer lo mismo que tanto criticaba de Uribe: ser un todopoderoso. Pero la jugada le salió mal, y en tres años solo ha habido promesas incumplidas. Un cambio que nunca llegó.

Prometió transformar la historia. Juró que acabaría con la desigualdad, desmontaría la violencia del Estado, y pondría fin a la política tradicional. Pero hoy, en sus tres años de mandato, Gustavo Petro enfrenta una realidad incómoda: muchas de sus promesas estrella quedaron en palabras. Las reformas no se concretaron, los conflictos crecieron, y sus aliados más cercanos ahora lo critican. El cambio anunciado, al menos por ahora, no fue.

Vivimos en un país gobernado por la izquierda, y se siente el peso de que sea la primera vez que un gobierno de este tipo está en el poder. Esta situación ha influido en las decisiones de Petro, basadas en una cultura política que, como hemos visto en dirigentes que llenan de puestos y burocracia para consolidar su poder (el caso de Caicedo en el Magdalena es el mejor ejemplo), prioriza el control. Por eso no sorprende que Petro esté diseñando un presupuesto que el país no puede sostener ni tiene los recursos para ejecutar en el último año de su fracasado gobierno.

Puntos clave y promesas incumplidas

La mayoría de las promesas incumplidas provienen de compromisos estructurales de campaña que implicaban grandes reformas sociales, educativas y de infraestructura. Petro tiene hoy un gabinete plagado de todo lo que criticaba:

  • Fanáticos sin control, como el pastor Saade, quien hoy es su mano derecha en el gobierno.

  • Un ministro de Justicia (antes fiscal) que hoy se puede considerar un peligro para la ley con ideas que resultan en contra de todo el ordenamiento juridico.

  • El ministro Benedetti, el "mejor amigo" de Petro de quien nadie volvió a hablar después del escándalo de los 15 mil millones. Un verdadero renacido desde que esta al mando de la politica del gobierno de Petro.

El fracaso de la "paz total", la politiquería, la corrupción y la falta de meritocracia se volvieron la norma, en lugar de la dignidad que prometieron. Han sido tres años perdidos y un gobierno fracasado, con un ramillete de malos candidatos que aspiran a heredar el poder, tal como le hicieron a "DJ Duque" en su momento, desde la otra orilla política.

Listado de promesas incumplidas

  • Desmantelar el ESMAD: Se prometió eliminarlo, pero solo se hizo una reforma simbólica, sin suprimirlo.

  • Condonación universal de la deuda del Icetex: Petro afirmó que perdonaría todas las deudas, pero solo amnistiaron a 4.067 personas que ya habían cumplido parcialmente sus obligaciones, excluyendo a los morosos.

  • Empleo asegurado en el sector público: La promesa de garantizar un empleo estatal a quienes no consiguieran trabajo en el sector privado fue abandonada. El ministro de Hacienda declaró que había "otras prioridades".

  • Congelar los precios del ACPM: El compromiso de mantener los precios congelados hasta junio de 2023 no se cumplió y siguieron subiendo.

  • Catastro Multipropósito y reforma agraria: La Procuraduría denunció que los recursos de estos programas no se ejecutaron y no se pusieron en marcha.

  • Erradicar la precarización laboral en el Estado: A pesar de prometer eliminar los contratos de prestación de servicios (OPS), estos aumentaron un 44 % entre 2020 y 2024, llegando a más de 723.000, lo que aumentó la precarización.

  • Bajo cumplimiento de compromisos: El mismo Petro reconoció que se han incumplido 146 de 195 compromisos de gobierno y que 666 de 780 pactos con el pueblo están pendientes. Incluso criticó a varios ministros por falta de compromiso y ejecución.

El ciclo vicioso de Uribe y Petro: una trampa para Colombia

Entramos en una fase de la política colombiana que más le conviene a Petro y a Uribe, pero que más perjudica al país. Una etapa en la que se...