viernes, junio 20, 2025

La constituyente de Petro es una papeleta

Gustavo Petro es uno de esos políticos que, como muchos en la historia reciente de Colombia, ha recurrido a prácticas cuestionables. El jurista Carlos Gaviria afirmaba que Petro modificaba, junto a sus aliados, las actas de las reuniones del Polo Democrático para acomodarlas a sus intereses. También es recordado por el video en el que aparece contando fajos de billetes y guardándolos en bolsas, en una escena que evocaba el modus operandi de quienes saquean el Estado. Este tipo de conductas no es nuevo en la política colombiana.

Petro ha demostrado ser un político camaleónico, al igual que Claudia López, quien ahora también se distancia de su antiguo aliado. Durante la campaña presidencial de 2018, en la que fue derrotado por Iván Duque, Petro —entonces senador— llegó a posar junto a una lápida de mármol en la que prometía no convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, promesa que hoy contradice.

Históricamente, la figura de la Constituyente ha sido utilizada por líderes de distintas ideologías para perpetuarse en el poder, como lo hicieron Chávez, Ortega y más recientemente Bukele. Lo que comenzó como una idea excéntrica del metódico Chávez terminó convirtiendo a Venezuela en una segunda Cuba, con una constitución hecha a su medida.

Hoy, Petro y su nuevo escudero —el polémico exfiscal y exabogado de Saludcoop, Eduardo Montealegre— impulsan la idea de una Constituyente con el argumento de que “el pueblo manda”, desconociendo lo establecido por la Constitución de 1991. En ese grupo también figuran personajes como Armando Benedetti, Montealegre e incluso la senadora Isabel Zuleta.



Petro lanzó su "decretazo", apoyado por el actual ministro de Justicia —quien recientemente fue rebatido con argumentos jurídicos durante un debate en La W—, una iniciativa que fue detenida por el Consejo de Estado. Lo que propone Petro es, a todas luces, inconstitucional: usar mecanismos irregulares para alterar el orden constitucional, desconociendo los contrapesos del Congreso y las altas cortes, pilares fundamentales de nuestra democracia.

A diferencia de Petro, el expresidente Álvaro Uribe —pese a su visión del “estado de opinión”— nunca se atrevió a convocar una Constituyente, ni siquiera en su momento de mayor popularidad.

Para Petro, la Constitución de 1991 representa un obstáculo, porque impide que actúe sin límites. Por eso busca reemplazarla por una nueva constitución hecha a su medida, lo que contradice todo lo que antes criticaba. Su nueva propuesta consiste en incluir una papeleta en las elecciones de 2026 para que los ciudadanos decidan si se convoca una Constituyente, ignorando que ese no es el procedimiento constitucionalmente establecido.

El artículo 376 de la Constitución de Colombia es claro:

“Mediante ley aprobada por el Congreso de la República, por mayoría de los miembros de una y otra Cámara, podrá el pueblo, mediante votación, decidir si convoca una Asamblea Constituyente con el fin de reformar la Constitución.”

Por tanto, el presidente NO puede:

  • Convocar directamente una Constituyente.

  • Usar una papeleta informal para sustituir el proceso constitucional.

  • Convocarla únicamente mediante recolección de firmas, sin aprobación del Congreso.

¿Cuál es el proceso correcto?

  1. El Congreso debe aprobar una ley que convoque al pueblo a votar si desea una Asamblea Constituyente (requiere mayoría absoluta en ambas cámaras).

  2. Si el pueblo vota afirmativamente, se define:

    • El alcance de la Asamblea (qué puede o no reformar).

    • El número de delegatarios.

    • El sistema de elección.

  3. Luego se elige la Asamblea, la cual redacta una nueva Constitución o una reforma sustancial.

martes, junio 10, 2025

Poder, Odio y la Colombia Actual

Luego de ser los grandes responsables y protagonistas de una polarización sin precedentes en Colombia, los culpables de este duro momento que tiene al país en una situación agonizante son los mismos que tildan de "HP" a los congresistas o les sentencian un "no pasarán" en el escenario político. Estas frases provienen directamente del presidente de la República. Un presidente que, en su época de senador, afirmaba que "nadie sobraba" y que a diario denunciaba las muertes de líderes sociales. Mágicamente, una vez en el gobierno, dejó de hacerlo, a pesar de que la cifra de líderes sociales asesinados ha aumentado bajo la mirada ciega de su administración y sus secuaces bodegueros.

Frank Underwood les mostró a los políticos sucios el camino de cómo se manipulan las elecciones cuando las cosas no salen como se esperan. Temiendo perder las elecciones, orquestó una operación ilegal para manipular los resultados: fingió un ataque terrorista en un centro de votación en Tennessee para cerrar mesas de votación y presionar a otros estados como Ohio a hacer lo mismo, utilizando falsas amenazas de atentados. Además, manipuló información a través de un hacker aliado. El objetivo de los políticos siempre es crear caos, presentarse como víctimas de intimidación electoral y ganar tiempo para impugnar los resultados. Mientras tanto, los medios predicen su derrota, pero él sigue su plan para invalidar los resultados y presionar a su oponente.

Esto es lo que ocurre en nuestro país: políticos que llegaron al poder bajo la promesa de un cambio que resultó fallido. Cuatro años perdidos para Colombia y ganados para los amigos y aliados de Petro, donde viven "sabroso" personajes como Francia Márquez, Ricardo Roa, Verónica Alcocer, Bonilla, Armando Benedetti y Roy Barreras. Algunos de estos se acostumbraron al poder y han permanecido en él durante las últimas dos décadas, sin importar si antes eran cercanos a Uribe y hoy son de Petro.

De eso que tanto habla Petro diariamente en sus redes sociales, donde la mayoría de lo que escribe es basura para quienes no "comemos cuento", pero es "dulce" para el oído necio de todos aquellos seguidores ciegos, sordos y mudos. Esos que son capaces de repetir que "la consulta va como sea", sin importar las instituciones y que el senado la haya negado, no son capaces de entender que este gobierno es un fracaso. Y así como contaban muertes de líderes sociales hace algunos años, hoy lo olvidan. No reconocen que durante este gobierno la violencia se ha incrementado porque la política estatal de dar beneficios a los bandidos solo ha servido para que estos se fortalezcan.

Yo no creo que este gobierno o Petro estén detrás del atentado contra Miguel Uribe, un "delfincito" político que no sirvió para candidato a la alcaldía de Bogotá y que, gracias al dedo señalador del poderoso Álvaro Uribe, encabezó la lista del mal llamado Centro Democrático. Pero sí estoy seguro de que la responsabilidad recae sobre un gobierno que genera divisiones, promueve el odio contra todo aquel que no le apoya en sus pretensiones y coloca lápidas en sus redes sociales con mensajes de "no pasarán". Esto, sumado a la violencia que se recrudece, nos hace recordar esa época de los años 80 en la que asesinaban candidatos presidenciales.

A Petro hoy le queda la victimización, esa que le permite creerse el cuento de que todos son sujetos de atentados terroristas, preparados o no. Petro es capaz de afirmar que la inteligencia de su gobierno sabía de seguimientos al hijo de 4 años de Miguel Uribe. Aun así, la unidad de protección de víctimas de su gobierno no hizo nada, y justo el día del atentado a Miguel Uribe, le redujeron los escoltas de 7 a 3. Quizás casualidades, quizás obviedades; no lo sabremos porque el poder permite eso: conocer lo que el poder quiere que se conozca. Hoy todos son posibles víctimas que, a ojos de Petro y su exministro Benedetti, son parte de la "mafia internacional", incluyendo albaneses que quieren desestabilizar un país ultrapolarizado por culpa de un gobierno que no supo conectar con los demás actores. Hoy, esos actores se polarizan culpándolo de un atentado en el que, por ahora, ningún grupo armado se ha hecho responsable, pero que tiene muchos ingredientes que confunden al mejor experto investigador: utilizar un sicario que no tenía ruta de escape, era inmolarlo como lo hicieron.

miércoles, junio 04, 2025

Petro: Entre la Cortina de Humo y el Abismo Político

Petro, quien tanto criticó las cortinas de humo durante el gobierno de Uribe, ha terminado recurriendo a las mismas estrategias. Su tan anunciado "cambio" fracasó desde el día en que subió al poder y pidió la espada de Bolívar, desde el momento en que su ungida, María José Pizarro, le impuso la banda presidencial. Petro conoce bien cómo funciona el poder y cómo manejarse políticamente.

El fallecido exmagistrado Carlos Gaviria lo advirtió con claridad: Petro es una persona de dudosa integridad, capaz de alterar actas de reuniones políticas del Polo Democrático, de aliarse con figuras como el "redimido" Armando Benedetti y Roy Barreras, y de hacer lo que sea necesario para mantener vivo un proyecto político que hoy parece enterrado, pero que él se empeña en revivir de cara al próximo año electoral.

Recientemente, el Congreso le negó a Petro la solicitud de convocar al pueblo a una consulta para validar las doce preguntas formuladas junto a su ministro del Interior y amigo cercano, Benedetti. En respuesta, Petro afirmó que el Congreso no emitió concepto, como exige la ley, y que el proceso estuvo lleno de vicios de trámite. Sin embargo, esa no es una decisión que le corresponda al presidente de la República, sino a la Corte Constitucional, órgano que debe ejercer control jurídico. Irónicamente, esa misma Corte parece llenarse cada día más de aliados petristas, como ocurrió en su momento con Uribe, quien llegó a influir tanto que incluso llevó al "doctor Salsa" a presidir el organismo.

Para muchos de sus seguidores, Petro es una figura casi mesiánica. Él actúa como si pudiera tomar decisiones que aún no han sido deliberadas por los órganos correspondientes. Se comporta como el dueño del poder absoluto, olvidando una lección básica de cuarto de primaria: la existencia de tres ramas del poder público, cada una con funciones claramente delimitadas.

En medio de nuevos escándalos, reaparecen nombres que han acompañado a Petro durante toda su carrera política: el exministro Ricardo Bonilla y el actual presidente de Ecopetrol, Ricardo Roa. La Fiscalía General de la Nación imputará cargos a Bonilla por presuntos delitos de tráfico de influencias e interés indebido en la celebración de contratos, en el marco de una investigación por corrupción en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD). Las pruebas apuntan a que Bonilla habría influido en la adjudicación de contratos a congresistas de los partidos Conservador, Liberal y de curules de paz, buscando asegurar sus votos para proyectos del Gobierno, incluyendo el cupo de crédito internacional.

En imágenes reveladas recientemente, se ve a Bonilla, al exministro Velasco y a varios congresistas desfilando por las oficinas del Ministerio de Hacienda, en busca de aquello que el entonces senador Petro tanto criticaba: el clientelismo. Hoy, Petro parece haber olvidado su cartilla del cambio, inclinándose por un estilo autoritario que recuerda más a un régimen que a una democracia.

Por su parte, Ricardo Roa está cada día más acorralado. Se le cuestiona por la compra de un apartamento que podría implicar un conflicto de intereses, y por presuntamente haber espiado a al menos 70 altos funcionarios de Ecopetrol.

Ante estos escándalos, Petro encontró el motivo perfecto para desviar la atención y, al mismo tiempo, lanzar una campaña agresiva con recursos del Estado. En un último intento por no ceder el poder —ya sea con uno de sus candidatos o incluso en cuerpo propio— se apoya en figuras como su senadora Isabel Zuleta, conocida como “la del brócoli”, quien se queja de que su salario no le alcanza. Petro promete lanzar por decreto la consulta popular, en lo que muchos ya han llamado un golpe de estado y que para los petristas es un decretazo necesario porque el congreso no le aprueba y no lo deja gobernar. Olvidando la separación de poderes que enseñan en primaria.

Con el decreto que ha planteado, Petro arremete contra la institucionalidad, toma el camino del dictador que tanto dice rechazar y se lanza a las calles, donde se siente más cómodo. Así pretende resolver sus debilidades en el gobierno: reemplazando el debate institucional por la movilización popular. Un decreto con aroma a autoritarismo que pretende hacer olvidar a Bonilla y a Roa, y que deja al descubierto las verdaderas intenciones de un Petro caído, rodeado por la misma política agria que tanto criticó en su paso por el Senado.


viernes, mayo 30, 2025

La Huelga del Poder: Cuando el Gobierno Paraliza al País

Nunca antes se había visto en Colombia que un gobierno llamara a paralizar el país que gobierna. El llamado de Petro y sus secuaces políticos, incluyendo al “redimido” Armando Benedetti, es a incendiar, a convocar una huelga total, simplemente porque el Congreso, en uso de sus facultades, no le aprobó lo que, a todas luces, es el inicio de la campaña política para 2026, o como lo expresó el propio Benedetti, la “mini reelección” de Petro.

La izquierda en este país, tan ambigua como el congresista David Racero, está representada por aquellos que han vivido criticando y haciendo oposición toda la vida. Son quienes dicen tener la solución a todos los problemas generados por la derecha, pero que, al llegar al poder, se enfrentan al grave dilema de no saber qué hacer frente a aquello que tanto les termina gustando: las mieles del poder. Ese poder que saborean junto a políticos cuestionados, a quienes antes rechazaban y ahora aceptan como aliados, siempre y cuando voten sus reformas o apoyen sus iniciativas. Terminan pareciéndose tanto a la derecha, que son la misma miseria disfrazada: una que huele fétido y termina corrompiendo al país.

Petro hace un llamado a la huelga, a la paralización total, olvidando que como presidente debería buscar consensos y unir al país. Pero opta por la mentira y la leguleyada, herramientas comunes de los dictadores, quizá siguiendo los pasos de Chávez en Venezuela. Se atreve a juzgar las decisiones del Congreso y tomar acciones que rozan el autoritarismo, con tal de lanzar su campaña política para 2026. El “florero de Llorente” esta vez se lo entregaron los congresistas que negaron la reforma laboral en la Comisión Séptima del Senado.

La izquierda de este país resulta igual de repugnante cuando suceden casos como el de Rafael Martínez en el Magdalena, un personaje capaz de negar lo evidente y declarar ante un juez que no se reconoce en un video donde hace arengas en plena campaña por Miguelina Pacheco. Lo mismo ocurre con Petro, quien por estos días agita a las masas populares con promesas populistas. Pasamos del pasado de la “mano dura, corazón grande”, al “presidente del cambio” rodeado de los mismos políticos que antes saquearon al país, ahora redimidos por el "mesías" Petro, como lo deja entrever Benedetti en una conversación filtrada por chat.

Petro negó a su hijo diciendo que no lo crió, pero al país sí le ha enseñado las mañas: meter dinero en bolsas negras, como lo hacía su asesora de regiones, que trasladaba maletas llenas de efectivo para comprar congresistas, a quienes también ha negado. Hoy niega que convocó un paro que fracasó, un paro para perjudicar al ciudadano de a pie, con los mismos bloqueos de quienes quieren todo gratis. Aquellos que vandalizan estaciones de TransMilenio en Bogotá y que, cuando terminan en la cárcel —como en el caso de Epa Colombia—, Petro pretende convertir en "gestores de paz".

Este gobierno y sus aliados son expertos en incendiar, en negarlo todo, en desordenar. Son expertos en desgobierno. Son, simplemente, un fracaso más, como lo es su mal llamada “paz total”.














miércoles, mayo 14, 2025

La democracia cuesta… y el poder también

En el debate sobre la consulta popular propuesta por el presidente Petro, se presentaron hechos y discursos que parecen sacados del libreto político de nuestro país. Por un lado, la senadora María José Pizarro reclamaba al presidente del Senado, Efraín Cepeda, porque en pleno debate se estaban repartiendo refrigerios, apenas unos minutos después del almuerzo. Lo que no sabía la senadora era que esos refrigerios los distribuía su hoy aliado —y antes enemigo— Armando Benedetti, actual ministro del Interior. Ese mismo ministro, en una de esas frases que suelen pasar desapercibidas, dijo: “La democracia no es barata; las dictaduras sí lo son.”

Benedetti sabe bien cuánto cuesta el poder en ese espacio donde tanto le gusta estar. "Armandito", como le dicen algunos, ha sido uribista, santista y ahora, redimido por Petro, petrista. Sabe lo que es jugar en las grandes ligas. Entre todas las acusaciones que enfrenta en la Corte Suprema y la Fiscalía, carga procesos por irregularidades en la adjudicación de contratos cuando era congresista, junto a los exsenadores Musa Besaile y Bernardo ‘Ñoño’ Elías.

El caso Fonade involucra presuntas irregularidades en contratos adjudicados en 2016, cuando Benedetti era senador del Partido de la U. Según el medio Cambio, Fonade habría sido usado con fines políticos, y Benedetti habría favorecido a la empresa Certicámara S.A. en un proceso contractual. La Corte Suprema lo acusa por tráfico de influencias. 

El ministro de la “democracia que no es barata” lo sabe. En grabaciones que salieron a la luz pública, hablaba de 15 mil millones de pesos supuestamente destinados a la campaña del entonces candidato Gustavo Petro. En el gobierno también saben que gastarse 700 mil millones en una consulta popular no es nada, si se trata de mantener el poder.

Vivimos en un gobierno derrochador, lleno de contratistas que obligan a  marchar como le gusta a la izquierda, donde ya hay decenas de funcionarios imputados por corrupción. Uno de los casos más sonados es el de Sandra Ortiz, exasesora de Petro, quien supuestamente utilizaba a Osneider Pinilla y Olmedo López —ambos petristas— para comprar conciencias y votos mediante contratos y maletas de dinero. Ese dinero habría llegado a los apartamentos del entonces presidente de la Cámara, el liberal cordobés Andrés Calle, y del senador Iván Name, quien, por 3.000 millones de pesos, habría vendido su conciencia al gobierno. Pero como todo político astuto, parece que finalmente les hizo el "conejo".

La democracia cuesta, y este gobierno lo sabe. Sabe lo que implica movilizar influenciadores, comprar lealtades mediante contratos, y sostener el poder con recursos públicos. En este gobierno, vivir sabroso cuesta… pero lo pagan con el dinero del Estado. 

Para Petro y sus seguidores, tener a Benedetti como ministro del Interior es el precio a pagar por muchas verdades que parece conocer. Aún no se entiende cómo quienes se hacían llamar “el cambio” se tragan ese sapo gigantesco. Todo porque su “mesías” les prometió que Benedetti ya había sido redimido de todos sus pecados antes de convertirse en petrista. 

La democracia cuesta, y este gobierno lo tiene claro. Sabe que hoy, ese Congreso que hasta hace unas semanas era su enemigo, ahora puede ser su mejor aliado para hacer realidad lo que busque. Y eso se logra con puestos, contratos y la famosa mermelada que tanto criticaban. Este supuesto cambio no es más que la misma podredumbre de siempre, el mismo hedor que llevamos años respirando en este asqueante escenario político llamado Gobierno de Colombia.

La democracia no es barata.



viernes, mayo 09, 2025

306 Mil Votos y un Video Incomodo

Han pasado varios meses desde que el exgobernador del Magdalena, Rafael Martínez, hiciera en un evento político una invitación pública a votar por Miguelina Pacheco y María Charris, militantes y aspirantes a cargos en las elecciones territoriales de 2023 por el Partido de la U. En ese entonces, desde la tarima y con su tono altisonante, siempre cercano al de un charlatán, Rafael promovía abiertamente el voto por dicho partido, mencionando incluso los números en el tarjetón. Esto, según las leyes y la Constitución de nuestro país, está prohibido por el principio de doble militancia política, considerando que para ese momento existía el Movimiento Naranja como partido político, con listas propias al concejo y a la asamblea.

A Rafa, a su jefe Caicedo y a sus secuaces poco les importan las leyes cuando se trata de sus propios intereses; siempre recurren al discurso de la persecución.

Rafael Martínez incluso juró ante un juez de la República que el del video no era él. Son capaces de negar hasta a la madre con tal de conservar el poder. Asegura que todo es un montaje, que jamás hizo lo que claramente se ve en el video. Luego, en un mensaje publicado en sus redes sociales, afirmó que fue víctima de los "narcoclanes" que, según él, influencian al Consejo de Estado. Sostiene que su comportamiento no puede considerarse doble militancia y, por supuesto, reitera su apoyo a Petro.

A "Ratael", como lo llaman algunos, lo sacaron por infringir la ley, aunque para él eso parezca normal. Están acostumbrados a tener jueces amigos, como aquel famoso juez que, mediante una tutela, logró que la foto del “alcalde de hierro” apareciera en el tarjetón de las elecciones de 2023. Lo que hizo Rafa no está permitido, aunque él insista en que fue un tecnicismo o una persecución política, la vieja y confiable táctica de la izquierda resentida de este país. El papa Leon XIV llegó haciendo milagros, y asi a Petro no le guste debe convocar elecciones pronto.

La sentencia del Consejo de Estado también afectó a la segunda en votación a la Gobernación del Magdalena en 2023, la hoy diputada Mallath Martínez. Ahora todo queda en manos de la Registraduría, que deberá organizar nuevas elecciones.  Rafa, tuvo una gobernación que nació muerta, que solo le sirvió durante estos meses para hacer lo que mejor saben hacer en las toldas naranjas: mover contratos, contratar amigos para que les hagan la tarea y fortalecer el movimiento del "emperador".

Rafael afirma que se han burlado de 306 mil votos y que todo es una persecución. A estos personajes de la izquierda resentida los persiguen todos... incluso ellos mismos cuando abren los ojos y revelan las verdades que ocurren dentro del movimiento del todopoderoso emperador. El verdadero "tic tac" fue el de Rafael: una gobernación que nació muerta desde aquel famoso video. Se va, se va... y bien ido será. Aquel que, con todas las argucias posibles, trató de evitar el desenlace de una crónica de una muerte anunciada. El único que persigue a los naranjitas es el mismo cacique naranja. Que levante la mano el que va llamar a pedir el voto por Miguelina y por Maria... Ahi tienes Rafa, convertido en la porqueria de la política que tanto critican.





domingo, mayo 04, 2025

EL Unión Magdalena es un equipo lleno de cadáveres

Todo parecía presagiar que por fin se iban a sumar tres puntos. La gente en el estadio, por primera vez en el torneo, aplaudía y alentaba al Unión: un equipo humilde, pero capaz de llevar público al Sierra Nevada aun ocupando la última posición. En Santa Marta, mucha gente sufre y padece una enfermedad llamada Unión Magdalena. Un equipo que no da alegrías, pero al que nunca se deja de apoyar, al que nunca se deja de ir a ver. Esta fecha parecía ser el día. Entrada gratis para todos. Y aun así, el equipo no pudo sumar de a tres.

Lo que se esperaba como una fiesta en este 2025, con un equipo que jugó y dominó el torneo de ascenso el año anterior, se ha convertido en una tragedia que no termina. Un equipo lleno de jugadores que no sienten la camiseta, que no rinden, y que fueron pedidos y armados por el entonces técnico más querido: Jorge Luis Pinto. Pinto fue el director de la orquesta que subió al equipo a la A, pero también es el responsable —junto a la mirada cómplice de su dueño— de haber armado un equipo desastroso.

Es política de Eduardo Dávila traer jugadores baratos y regalar siempre el primer torneo del año. Lo ha venido haciendo en este equipo que ya parece más un ascensor que una institución de fútbol. Sacar del equipo al argentino más samario del mundo, el motor del mediocampo Agostino Spina; echar al Pecoso Correa, quien era el cerrojo de la defensa; y barrer a jugadores de la casa como Andrés Carreño, Andrés Escobar, Lupín González… No aceptar a Toñito Hinojosa. Decisiones todas que reflejan un equipo sin directiva, sin técnico, sin jugadores… pero que sí tiene hinchada. Una hinchada que, aun en las malas, lo acompaña, aunque ya pasen más de 17 fechas sin conocer la victoria.

José Mercado, del Unión Magdalena, es hoy símbolo de la impotencia de un equipo lleno de cadáveres, jugadores sin sangre en las venas. Todos estaban advertidos de que los chirretes iban a hacer lo que hicieron en el estadio. Se volvió costumbre. Ya habían tardado mucho. Paciencia durante 17 fechas sin ganar. Ni en la peor campaña del "Pradita" Silva en 2022, cuando solo se sumaron once puntos, se vivió algo así. Jorge Luis Pinto subió al Unión a la A, y junto a Eduardo Dávila lo condenaron a volver a la B.

En este equipo no hay en quién confiar. La impotencia se refleja en la displicencia con que un pelado de 16 años, en su debut profesional, regala un balón que termina en gol. O en cómo José Mercado —quien hace unos años era considerado la mayor promesa del club— lanza un puño a un rival sin sentido, sin necesidad. Impotencia e irresponsabilidad combinadas, en un equipo lleno de fantasmas que deambulan por un cementerio, en un andar peligroso del que parece difícil salir.

Eduardo Dávila y su junta directiva son los responsables de regalar dos veces el torneo: primero, respaldando las malas decisiones de Jorge Luis Pinto; y después, trayendo a un técnico que ni siquiera puede dirigir desde la raya durante 12 fechas. Todo un torneo perdido sin sumar, condenando al equipo a buscar la épica en el segundo semestre del año. Algo impensable hace apenas unos meses, cuando todo era alegría.

La imagen del día será la de una señora en las gradas, llorando, frustrada, representando a toda una hinchada dolida. Una hinchada que ve cómo su equipo amado —el de los colores más hermosos del fútbol colombiano— va camino de nuevo al infierno, ese del que es tan difícil salir.



La constituyente de Petro es una papeleta

Gustavo Petro es uno de esos políticos que, como muchos en la historia reciente de Colombia, ha recurrido a prácticas cuestionables. El juri...