Entre COVID, atracos, asesinatos, esta ciudad está fuera de
control. El alcalde no ejerce autoridad, la policía no se ve en las calles y
los rateros y asesinos hacen de las suyas. Asesinan personas inocentes por
robar un celular y nadie vio nada, nadie dice nada, es la ley del silencio en
una ciudad que se consume por el alto contagio y la mortandad producida por el
COVID-19. Sin embargo para los mandatarios es más importante mantener el
comercio y la llamada vida productiva. Vida productiva que incluye a los
bandidos que siguen haciendo de las suyas en la ciudad que es ejemplo a
Colombia, y hoy es consumida por la delincuencia.
En
un bus a plena luz del día se monta un atracador, despoja de sus pertenencias a
los pasajeros y de paso le pega un tiro a un pasajero que valientemente o estúpidamente
decide forcejear para defender sus pertenencias. En la madrugada, en pleno
norte de la ciudad y una zona muy concurrida asesinan a un taxista, las
personas dice la policía fueron capturadas. Por la mañana y sin ruborizarse un
atracador asesina de un disparo a una mujer que esperaba en su vehículo a una
amiga, y por robarle el celular le pegan un tiro en la cabeza, sin alma y sin
autoridad, sabiendo el bandido que esta ciudad tiene a la policía para vigilar
que la gente no salga a la calle a contraer el COVID, hacen de las suyas.
El
COVID disparado, el barranquillero no ha entendido la gravedad de la enfermedad,
en estos momentos Barranquilla es la ciudad número 1 en el reporte diario de
casos que el ministerio de salud emite. Aun así, la gente piensa en el billar,
en el baile, en la ida al centro comercial a caminar, y hacer cosas que quizás
una persona sensata no se atrevería, pero vivimos en la ciudad que elige a los
congresistas por la teja o la bolsa de cemento, y claro por los 50 mil pesitos
del voto que luego se van a beber en anisado.
La
ciudad debe acelerar el proceso de vacunación, otro proceso que le ha quedado
grande a esta administración, el avance en las vacunas no va de la mano con la
cantidad de infectados y muertos que la ciudad produce. Muchos hablan de una
nueva cepa más infecciosa y letal, algo que mientras no se tenga fundamento no
se puede confirmar, pero si se observa un mayor número de casos en una ciudad
que según estudios de seroprevalencia debía tener el 55% de la ciudad con
anticuerpos al COVID. Barranquilla está sin control, al igual que el
departamento del Atlántico. Las personas que dirigen lo hacen en cuerpo ajeno,
y amarradas a los jefes que los colocaron en esa posición, importante a tener
en cuenta para próximas ocasiones electorales.
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