Hace
20 años Álvaro Uribe era un outsider de la política, un ex gobernador y ex
senador que quería ser presidente, era borrado en las encuestas, hasta que con
un discurso apropiado para el momento que vivía el país, logro unir en su
alrededor todo lo malo de la política colombiana, se llevó por delante gran
parte del partido liberal que abandonó a Horacio Serpa y al partido conservador
que en el momento era el que gobernaba con el peor presidente hasta el 2018 que
hayamos tenido en el país. Uribe supo capitalizar el mal gobierno de Pastrana y
eso lo llevo a ganar en primera vuelta.
De ahí en adelante, Uribe no
paro de crecer hasta convertirse en el gran colombiano, luego uno de sus
alfiles propuso cambiar un articulito de la constitución para que el presidente
eterno de muchos se inmortalizara con un periodo más, y si no es por la corte
constitucional, creo que Uribe todavía seria el que viviría en la casa de Nariño.
Hoy, después de dos intentos
fallidos y en su tercer intento, aparece la figura de Gustavo Petro, que
supo esperar 4 años desde que Duque barriera en las elecciones con el discurso
de no ser Venezuela. Petro, quien es un excelente senador, fue un mal alcalde y
no sabemos cómo será de presidente, se encamina a ganar las elecciones
presidenciales más sucias que recuerda la Colombia actual, desde hace más de 30
años no se vivía una campaña tan falta de ideas y llena de calumnias, llena de
improperios, una campaña enlodada por la inseguridad y amenazas a candidatos,
por un paro armado de un clan de golfo capaz de paralizar al país durante 4 días
en las narices del gobierno.
Ese sentimiento que Petro ha
logrado extender a todos los que lo ven como un salvador que puede cambiar al país,
cambiándolo en medio de la división que ha logrado en la que los que no estén
con el son los malos, al igual que Uribe en su época, en la que los que no lo
apoyaban eran tildado de guerrillero, perseguidos, espiados y algunos
amenazados que debieron irse del país. Esas épocas vividas en el otro extremo
vuelven a la memoria de muchos que ya amenazan con irse del país, esta vez no huirán
los políticos de izquierda sino los contrarios, y en esa dicotomía nos la
pasamos como estado y sociedad. Ahora el Petrismo es el nuevo uribismo,
personas que aman e idolatran a quien ven como el verdadero cambio de país, así
como Uribe en su momento fue el cambio para un pésimo presidente como Pastrana.
Petro está capitalizando el mal gobierno de Duque, y eso lo tiene a la puerta
de ganar en primera vuelta.
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