miércoles, diciembre 06, 2023

La ciudad de los 500 años que no crece

Hace algunos meses en plena campaña la excandidata que no pudo ser candidata del Caicedismo expuso en uno de sus discursos que Barranquilla había crecido mucho en los últimos años y lo colocaba como ejemplo a seguir. La diferencia que olvido mencionar la Paca Caicedo en su discurso es la falta de articulación que ha vivido la ciudad con el sector productivo de la ciudad. En los últimos doce años, siempre vimos cómo se hartaban en decir que el cambio era el que, hacía todo. En las grandes ciudades y en especial Barranquilla, los empresarios han hecho que la ciudad sea modelo de la mano con los gobiernos locales y departamentales, un binomio que funciona.

En Barranquilla la empresa Tecnoglass, es muestra de cómo una empresa por medio de su fundación puede lograr que como sociedad coincidan en el mismo espacio diferentes sectores sociales, gracias a los proyectos que han ejecutado en la última década. Iniciaron con la llamada ventana al mundo, monumento que se ha convertido en un referente turístico y polo de desarrollo para la ciudad, siguieron con la Aleta del tiburón, otro ejemplo de cómo darles vida a lugares olvidados en la ciudad y se aprestan a inaugurar el monumento más alto de su tipo en el país, el faro de puerto Colombia, ejemplo de cómo dinamizar economía y generar empleo en la construcción de estas obras.

Mientras que en Santa Marta la alcaldesa Virna Johnson se da el lujo de rechazar o no utilizar recursos que el gobierno nacional dispone para dar solución a problemas de la ciudad, en otras ciudades se apalancan con el gobierno nacional y con el sector privado. La política del movimiento que gobernó durante 12 años la ciudad y que se alista para gobernar por 8 años en el departamento es sencilla, solo se hace lo que viene de la genial mente del líder monumental, el discurso es el líder supremo el que sabe lo que mejor le conviene a la ciudad, se gestiona y actúa de acuerdo con esa premisa. 

Ahora, el análisis lo debemos hacer también desde las empresas que existen en la ciudad y las oportunidades que nos han dejado los de antes y los de ahora, una ciudad en la que las únicas formas de empleo pasan por ser contratista de la alcaldía o la gobernación, como nos tienen acostumbrados los de ahora a verlo, o trabajar en la Universidad. Pero siendo fieles a la realidad, no es un problema solo de los que se llaman el cambio o los de ahora, es algo que siempre hemos tenido, una ciudad sin oportunidades en la que los mejores talentos deben emigrar a otras ciudades donde se tenga oportunidad para crecer profesionalmente. Una ciudad en las que los empresarios de hoy son los políticos de antes en muchos casos, y que ayudaron algunos a crear el monstruo monumental del que habla la Paca en entrevistas.

En la ciudad que está por cumplir 500 años, los de antes no la dejaron avanzar, pero si crecieron sus patrimonios y bolsillos, eran ricos de cuna en muchos casos y aun así no velaron por el pueblo sino por sus intereses, el cambio con los de ahora es que no eran ricos de cuna, pero son más ricos que los de antes después de 12 años de poder en la ciudad. Paradojas de la vida.

En Santa Marta se han desaprovechado muchos proyectos por falta de recursos y otros por falta de intereses, sin embargo, para los de ahora resulta importante un parque de llantas viejas pintadas y vendido al a comunidad como un ecoparque, o que decir del famoso parque del agua en la ciudad que no tiene agua, y no hablemos más de la mega biblioteca que busca en palabras de los naranjas que la ciudad tenga lugar para la lectura en una ciudad que por cifras no lee y siempre está en los más bajos indicadores de educación. Quizás lo primero no es atacar la infraestructura en épocas de transformación digital, sino enfocarnos en cambiar la cultura ciudadana de un pueblo acostumbrado a nada por la desidia de los de antes y el nepotismo de los de ahora.

Las grandes transformaciones vienen de la mano de trabajar como sociedad, unidos, y no dependientes de un monumental que se siente un emperador en un pueblo pobre y deprimido como el nuestro, un emperador de pueblo que ve como el patio de su casa a la ciudad, en la que son capaces de paralizar la ciudad con marchas sin el temor que asome de parte de una alcaldesa que luce más como lo que siempre fue, la secretaria del emperador y es renuente a dialogar con los sectores si el patrón no le da permiso. Para eso se debe articular proyectos con entidades nacionales e internacionales que estén atentos a invertir en una ciudad en la que quepan todos, y no solo en la que se haga y se vele por los intereses de unos pocos, que se hacen muchos gracias a los contratos que les obligan a renovar cada 3 y 6 meses. La ciudad va a cumplir 500 años, lo primero es cambiar esa cultura y mentalidad de ser la finca de un patrón que hace lo que quiere con el pueblo sin tener en cuenta las necesidades de la ciudad y no pensar solo en sus sueños de ser presidente.

 


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