Los colombianos somos esos seres que
copiamos iniciativas gringas o europeas, siempre hemos sido así, siempre
tenemos ese toque de querer ser más de lo que es el colombiano. Y como parte de
eso, hace unos días nos copiamos la iniciativa de los italianos y españoles de
aplaudirle a los profesionales de la salud en las ventanas de los edificios y
montar en redes sociales por aquello del espantajopismo, el vídeo en el que
dábamos cuenta de nuestro apoyo al personal médico.
Pero como al final, la mona aunque se
vista de seda, mona se queda. Ya salieron a flote los momentos de
discriminación e intolerancia que tenemos como Colombianos, por eso ya en
muchas ciudades del país, muchos personajes han rechazado que personal de la
salud conviva en sus unidades residenciales, o que tome el mismo bus que ellos
toman, que no decir de aquellos que ven a un médico en un supermercado y se
apartan como si tuvieran lepra.
Los aplausos se los llevó el viento, y en
otros casos quedo para el bonito recuerdo en el Facebook o en Instagram,
algunos se fueron por el tik tok, y de ahí para el grupo de WhatsApp, total había
que decir que estábamos con quienes son el primer punto de batalla de esta
maldita enfermedad.
Olvidaron muchos las condiciones en las
cuales trabaja un médico en Colombia gracias a la llamada ley 100, esa que
beneficia en muchos casos a los intermediarios y que de la salud se olvida, ese
negocio llamado EPS, el cual obliga a los médicos a recetar y atender a los
pacientes con las uñas. Largas colas que se observan a la hora de reclamar las
medicinas en los llamados dispensarios, negocio de la muerte en este país.
Olvidaron también que de aplausos no se
vive, que lo mínimo es reconocer el esfuerzo de estos héroes, no solo en esta
dura época de pandemia, sino en todo momento, cuando la gente salía a marchar a
protestar por un mejor sistema de salud, o por mejores condiciones para todos.
Esas épocas eran en las que muchos decían, yo no marcho, yo produzco. Quizás
muchos de esos que producían hoy estén de vacaciones, o licencias no
remuneradas.
Aplausos en la crisis, la primera dama pidió
que colocáramos la bandera en homenaje a Colombia, y que sacáramos el
patriotismo de una patria dividida por el jefe de su esposo. Quizás esta sea la
oportunidad que el subpresi estuvo esperando, el milagro en la celda 7 de
Duque, ese momento sublime que nos puso a llorar cuando el subpresi ojeroso
decreto la cuarentena. No se debe olvidar a quienes están en la primera línea
de batalla, y que hoy muchos agradecen de dientes afuera, pero que ojala estén
bien lejos de ellos.
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