Muchas veces la realidad supera la ficción, y en política esto ocurre
muy seguido. Hace una semana Netflix lanzó la última temporada de la famosa
serie House Of Cards, y entiende uno mucho de cómo se manejan los hilos del
poder, como personajes con pasados oscuros y que generan rechazo pueden llegar
a ser políticos amados con una serie de ayudas que ellos mismos se fabrican.
Sin hace spoilers, puedo decir que el final que le dieron a la serie no era el
esperado por mí. He de reconocer que son un ilusionado y romántico en el
sentido que creo que las cosas pueden ir mejor, y para ir mejor deben pagar los
que daño le han hecho a la democracia. Eso no pasa en la serie y no pasa en la
vida real.
Si vemos en Estados Unidos, el actual presidente Trump destituye al
fiscal de la nación porque no colabora con lo que él quiere, veta a periodistas
porque no hablan lo que él quiere, y arma shows como el caso de decir que si
los republicanos no ganaban las elecciones, Estados Unidos seria como
Venezuela. Definitivamente Maduro se convirtió en el más grande elector de
América, es el político que mas presidente ha puesto en todo el continente,
Chile, Argentina, Colombia, Brasil, y es capaz de ser parte del juego político
de los gringos.
En Colombia tenemos un presidente que aparte de títere, ha resultado siendo
un gran Badulaque, incapaz de cumplir sus promesas de campaña, se queda en ser
un personaje carismático que realiza reuniones privadas con Carlos Vives,
Maluma y Silvestre Dangond, como si estuviera seleccionando a las
colaboraciones de su próximo disco. Eso sí a Duque, su jefe, su
presidente eterno lo deja montar en avión, conocer al papa, ir a las
inundaciones, pero no le deja tomar decisiones o por lo menos cumplir sus
mensajes cuando era oposición. Es que la política es dinámica, y más cuando el único
merito que se tiene para tener el cargo, es ser el que dijo Uribe.
Gran elector como Maduro, el presidente eterno de Duque, ese que le dice
en su cara que la reforma que planearon no es la mejor, quedando como lo que es
Duque y Uribe pretendiendo ser el salvador de un país, al que le ha hecho más
daño que bien, y el más que nadie entiende que si deja el poder va a la cárcel,
tal como lo entendían los Underwood, entiende que hay que hacer escándalos por
el Twitter, que se debe manejar el poder por debajo, y que a la gente se puede
manipular con fantasmas creados por el gobierno, sabe escoger a sus enemigos, y
sobre todo a quien lo deba juzgar, pero lo mejor de todo es que es tan
inteligente que entiende que Colombia es su finca.
La culpa igual no es de Duque, es de Uribe y los que creen en él. En tu
cara House of Cards, cuando la realidad supera la ficción, así vivimos en
Colombia.
Perlas:
- · Dale Unión dale ciclón, te quiero ver en la A... Este es el año.
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