La democracia está sobrevalorada, la política es el arte de quien engaña al otro para conseguir poder o glorificar sus vanidades y alzar mucho más su ego. Pasa en la política nacional, y pasa en un ejercicio democratico de personería en un colegio. Dice el viejo adagio popular de los que pasan de más vivos que los otros que las reglas están para romperse, y el Colombiano común es dado a eso, a romper las reglas siempre por querer ganar a como dé lugar. Por eso siempre es importante recordar la frase del mejor aspirante a presidente que tuvimos en las pasadas elecciones y que se quedó a un paso de ser presidente en el 2018, de la manera que se llega al poder se gobierna. Y quien rompe las reglas establecidas para ganar, no merece ser admirado como triunfador.
Escribo desde la preocupación de lo que hoy hacen quienes desean ganar a como dé lugar, sobre las reglas establecidas las incumplen, buscan el beneficio para mostrarse en un colegio, ya no es solo romper las reglas legales sino las morales, lo ético sobre lo legal también se rompe porque no importa cómo, ni para que. Ante un comité se firman compromisos y acuerdos que no importa romper, y ante la mirada de los organizadores de una elección de personería en un colegio reconocido. ¿Importa? Parece que no.
La enseñanza a los niños y futuro de este país, pasa hoy día por saber que se puede pasar por encima de las reglas establecidas para ganar, satisfacer el ego de hacerse elegir como sea. Total, este país arreglo no tiene, si fuimos capaces de llevar a Duque como presidente y luego a Petro a la casa de Nariño, dice mucho del arte de romper las reglas, Duque apoyado por el ñeñe, Petro apoyado por el hombre marlboro y gobernando junto a Armando Benedetti, a quien encarga la tarea de domar un congreso lleno de ratas como el mismo armandito.
El colombiano del común, el que es más vivo que el otro y que dice el vivo vive del bobo siempre pensara en hacer lo que sea para conseguir su sueño, y en política está demostrado. Los ejercicios democráticos se vuelven manipulación de las masas populares, a las que es fácil llegar con una camiseta del junior o un muñeco del tiburón. En Barranquilla se vende mucho el Junior, los char y los niños lo saben. Si son 3 niños máximo acompañando y van más qué importa, si no se puede utilizar pines para apoyar al candidato pero el colegio lo permite qué importa, que importa ensuciar y dejar la publicidad de la campaña en todos los lugares si para quien debe velar porque esto no ocurra no importa, quizás no entiendan la forma de ser de quien si cumple con lo pactado y acordado, eso que todavía enseñamos algunos padres a nuestros hijos, pero que en la realidad y los comportamientos diarios no importa.
¿Qué estamos enseñando al futuro de Colombia?, la permisividad es igual de cómplice para aquellos que se sienten respaldados ante los ojos de quienes optan por seguir las reglas, personas que bajo la decencia y el cumplimiento de las normas desean llegar a gobernar. En los ejercicios democráticos se resumen muy bien lo que ocurre en nuestro país, y en general podemos decir que en el mundo. Fenómenos como Trump, Milei y Bukele, considerados outsider de la política demuestran que cuando el pueblo se cansa lleva a locos al poder. Mientras tanto seguimos y seguiremos viviendo bajo la misma premisa de que romper las reglas es bueno para ganar y más si va acompañado de la permisividad de quienes deben ser garantes de la fallida democracia, la misma que nace en un colegio con la candidatura a personería y que muere con tipos como Petro de presidente.
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