Hace unas semanas se publicó un informe que mide en las principales ciudades de Colombia la percepción de
mala educación de las personas que habitan en ellas. Y para sorpresa de algunos
el primer puesto se lo ha llevado la ciudad de Santa Marta. Un logro a pulso
para los gobernantes que han pasado a lo largo de los casi 500 años de fundada
y que se ha ganado este lugar con el poco sudor de sus dirigentes.
Hay una vieja inquietud de conocer que es lo más importante en una empresa o en una organización, y muchos responden de manera atrevida que es el talento humano, este dilema lo zanje hace unos años con la respuesta de un excelente gerente que tuve el placer de conocer y que fuera mi jefe, cuando me dijo que lo más importante en una empresa siempre será el estilo de liderazgo de quien la maneje. De ahí para abajo se tiene muy clara la línea en la que esa organización se moverá. Y como siempre, todo lo veo de manera holística y empresarial, he de decir sin temor a equivocarme y aunque levante muchas inquietudes, que lo más importante viene de quienes están al frente de la ciudad.
Pasa en la historia que los gobiernos de izquierda en Colombia han sido manejados por gobernantes que encuentran en el odio de clases y entre lo que ellos llaman buenos y malos la división que necesitan para ser los amos y señores, para gozar de poder y hacerse los nuevos ricos. Recurren al levantamiento de las clases, al llamado a la calle y marchas para hacerse escuchar.
Dos discursos iguales, el de Daniel Quintero de Medellín y el de Carlos Caicedo en Santa Marta. En eso se parecen a Gustavo Petro, un tono de división entre clases para llegar al poder, sabiendo que hay más pobres que ricos, sabiendo que el resentimiento de quien no tiene para comer le da para odiar a quien pueda estar en la cima. Eso es perfectamente el discurso retrograda que cala hoy en nuestro país. Petro, Caicedo y Quintero hacen parte de esa generación de políticos que se lucran con lo que tanto critican, hablan de mafias y montan clanes de cada uno de ellos para perpetuarse en el poder.
Petro se dedica a gobernar por
Twitter, mientras tanto a cuanto evento tiene programado falla y no asiste, es más
relevante estar tecleando en su celular y cazando cuanta pelea se le atraviese,
en eso es experto el presidente de Colombia. Esto influencia mucho en sus seguidores ciegos, sordos y mudos.
En el estudio realizado por la reconocida plataforma de aprendizaje de idiomas, Preply, encontró que Santa Marta es la ciudad con el comportamiento ciudadano menos apropiado de Colombia, seguida de Bogotá y Cali. Santa Marta encabezó la lista por prácticas como dejar vehículos mal parqueados, obstruir el paso al tráfico, no recoger las heces de sus mascotas, y no respetar los semáforos. Lo que se vive a diario en la ciudad que durante doce años estuvo subyugada a un líder mesiánico. En Santa Marta no existe la cultura ciudadana, sobre todo cuando de motociclistas se trata, quienes se atraviesan en los semáforos, se pasan a los vehículos en giros prohibidos, van 3 y hasta 4 personas en moto y claro sin el respectivo casco que los proteja.
Este análisis sugiere una reflexión sobre la importancia de la educación ciudadana y el respeto por las normas de convivencia en el espacio público. Resalta, además, la relevancia de promover comportamientos cívicos positivos en todas las ciudades y municipios del país, para incrementar sus niveles de calidad de vida y mejorar las relaciones entre vecinos. Resalta como una ciudad puede ser premiada o reconocida por semejante distinción. Una ciudad que va sin capitán en la deriva, en donde los de antes y los de ahora se pelean en público y se abrazan en privado, en donde pareciera que no existiera gente capacitada para sacar adelante a la ciudad, aun sabiendo que tienen el honroso y penoso puesto de ser la ciudad mal educada.