Lo que pasa en Santa Marta
cada vez se parece más a lo que ocurrió en Venezuela con un líder monumental y
mundial como fue Hugo Chávez, hoy en Santa Marta la ciudad y el departamento
tienen un dueño, amo y señor de la ciudad, se tienen comprados jueces,
magistrados, periodistas y hasta la policía y el ejercito le hacen honor al
monumental naranja que aun siendo un simple ciudadano sigue ejerciendo
funciones como gobernador del departamento a través de una secretaria muy bien
comportada.
Caicedo sueña y ha logrado en
pequeña escala algo similar a lo que hizo Uribe con su centro democrático, con
la diferencia de que en el centro democrático existen diferentes voces, unas más
radicales u otras más moderadas. Resultan los dos partidos iguales en su
sentido, tan iguales que ambos tienen la figura de un caudillo en su imagen, y
ambos son tan distantes de su nombre que terminan siendo lo mismo, por un lado
el partido de Uribe no es de centro ni es democrático, como tampoco el
movimiento de Caicedo es ciudadano, es un movimiento que se alimenta del poder público
y del poder de los contratistas que se la juegan toda en campaña política y
luego la tiran toda cuando los requiere el jefe para salir a marchar y apoyar
al movimiento como dicen en la fuerza naranja.
Santa Marta y el Magdalena han
vivido durante los últimos años de la mano de un clan que ante el país se hace
mencionar como diferente, siempre juzgando al clan de los cotes o de los Dávila,
pero sin mencionar como durante los últimos 12 años han sido gobierno de la
mano del líder monumental que manda en la ciudad, sin un horizonte claro, solo
mencionar que son el cambio a los de antes, siempre hablando de la palabra
cambio, pero sin mencionar que como cambio son 12 años de lo mismo, tienen en
su bando a quien fue el abogado del clan Cotes, al que era contador de Trino
Luna y a quien fue el jefe de la oficina de proyectos de los Cotes. Todos
personajes dignos de ocupar estos cargos, eso sí, hay que mencionar que Caicedo
y su recua no son ningún cambio.
Aplica Caicedo el modelo
venezolano en Santa Marta, en donde se compra la institucionalidad y se tiene
un ejército para salir a defender, es capaz de colocar a un zapato o a un
desconocido para la ciudad como alcalde en 12 días, como se hartan de decirlo, así
como Chávez fue capaz de colocar como su sucesor a un chofer del metro de
Caracas. A las personas que siguen a estos lideres no les interesa cómo va el país
o la ciudad, les interesa como se mantiene el empleo en una ciudad donde la única
fuente de empleo es la alcaldía o la gobernación y sus entidades
descentralizadas, manejadas desde un cómodo sofá en la sala de Caicedo, quien
no termina aquí sus aspiraciones y va por más, creyendo que puede ser
presidente de Colombia en el 2026.
Alguna vez Jaime Garzón dijo en
un video que Álvaro Uribe Vélez era un tipo peligroso para el país, y no se
equivocó, el daño que le hizo Uribe al cambiar la constitución para reelegirse
fue tan grande que aún lo estamos pagando, quizás fue más el daño que lo bueno
que pudo hacer, siempre la ambición rompe el saco, y eso pasó. Hoy hay que
alzar la voz para advertir lo peligroso de que un tipo como Caicedo siga
acumulando poder para saciar sus ansias y sus ínfulas, siempre respaldado de
los perros de rico que deben seguir las indicaciones, replicar y repostear lo
que sale desde el celular de los llamados supervisores, quienes al final son
los que envían el molde de lo que deben decir, así de esa forma en la que
incluso utilizan la justicia para favorecerse con jueces amigos, con los que
dicen que la justicia es buena si les favorece pero es mala cuando les tumba a
la paca Caicedo como candidata. Santa Marta hoy se parece mucho al modelo de
Venezuela en su composición organizativa, en la delincuencia, en los
asesinatos, en el hambre, en la burocracia, en los resultados de pruebas saber,
en empleo y en otros indicadores que son difícilmente refutables por quienes
deben sostener el contrato con una cuenta de uno o 20 seguidores en X para
decirle al supervisor que están apoyando a la Venezuela naranja.
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