En el año 2009, después de que la doctora
Alice Krippin modificara un virus del sarampión genéticamente como cura para el
cáncer, dicho virus mutara, generando una extraña pandemia. El Teniente Coronel
Robert Neville, un virólogo del Ejército de Estados Unidos, queda como el
último humano sin contagiar en la ciudad de Nueva York, y posiblemente, en el
mundo entero. Es el
resumen general de la película Soy Leyenda, estrenada en el año 2007. Todos nos
creemos leyenda en esta época en que los contagios de covid se ven por redes
sociales como moda de que a todos nos debía llegar la hora.
Y pasó lo que a todos en algún
momento nos va pasar, llegó el COVID a mi casa. Y lo hizo de la forma en que podía
entrar, por el niño menor y en el colegio. Después de 2 años de encierro,
cuando el gobierno autorizo que se podía volver a la normalidad, los niños en
el colegio en medio de ser niños, pueden olvidar entra tantos las medidas de bioseguridad
y los temores con los que convivimos el año pasado. Y he de decir, que soy uno
de los mayores defensores en que los niños vuelvan a la escuela, el daño que le
hicimos con tanto tiempo encerrados y virtual solo lo podremos identificar
dentro algunos años.
Esta variante que circula es
tan contagiosa que sin darnos cuenta llega a nosotros, y muy difícil evitar
contagiarse cuando el niño mejor de la casa llega con el virus al hogar. Los síntomas
de él, una tos seca persistente y una congestión que pasan desapercibidas en
una familia que siempre ha sufrido de alergias respiratorias, luego la niña
mayor que él, presenta los síntomas inequívocos de que el COVID llegó a la
casa, fiebre y dolor de espalda y pecho. La póliza de salud al consultarles, no
hace pruebas. Solo aislamiento para una niña de 13 años, asumiendo que es
el bicho que ha llegado a su cuerpo. Sin embargo, con esa duda no nos podemos
quedar y se le hace la prueba en un laboratorio particular. El resultado el que
se sabía pero que no esperábamos, COVID positivo. El ambiente en la casa es de
tranquilidad, la certeza y confianza en la ciencia nos hace presagiar que lo
peor no va llegar, total nos preparamos durante el tiempo que había pasado para
que nuestro cuerpo no fuera víctima fatal. Por eso de salir de las dudas al
niño también se le realiza la prueba y sale positivo, en ese momento decido
hacerme la prueba particular la cual muestra el resultado que se conocía. Y yo,
sin síntoma alguno, paso a engrosar la cifra de contagiados por el fastidioso y
molesto virus del COVID-19 en Colombia, la misma cifra que sufrió un gran bajo
a la fuerza por los lineamientos del gobierno, esos que no permiten testear y
rastrear a menos que sean mayores de 60 años. Por eso, resulta curioso el rastreo
que hace la secretaria de salud con llamadas por cada uno de los casos
positivos en mi casa, en todos los casos me toca indicar que las pruebas no
fueron gestión de un mecanismo de salud, sino gestión de quien no se quiso
quedar con la duda.
Los niños se recuperaron muy rápido,
el niño no sabe que tuvo COVID porque no tuvo mayores síntomas, la niña solo
con un día de fiebre y en mi caso solo sentí un leve malestar en la garganta
un par de días. Todo gracias a que estábamos vacunados. Mi esposa, fue la última
en decir que ya no es leyenda, porque los contagios se hicieron cada vez más
estrechos en una casa que es muy familiar, y en la que es fue muy difícil
apartar al uno del otro para evitar que ella se contagiara.
Gracias a Dios, todos estamos muy bien de salud, en mi caso y el de los niños de alta. Increible que todavia existan personas que se nieguen a vacunar.
Sin síntomas y en mi
caso si no me hago la prueba ni me entero que ya no fui leyenda.
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