Esta es la historia de un pobre viejecito canoso y bonachón
que vivía en su finquita llamada el Ubérrimo, y quien a toda costa gozaba del
poder que había cosechado en épocas oscuras de un país que estuvo al borde de
un colapso, y por eso al viejecito algunos lo llamaban gran colombiano, otros
le decían salvador y muchos buscaban arrimarse a sus costillas para contar con algún
favor que el viejecito tan querido y mal rodeado pudiera darles.
Así fue como el pobre viejecito se fue rodeando de
malos muchachos, personajes que fueron uno por uno cayendo en las redes de la
justicia, justicia que tarda pero llega, justicia que era chuzada por
funcionarios del pobre viejecito cuando este ejercía como amo y señor del
país.
Tuvo embajador en Chile condenado por paramilitarismo, tuvo Directores del DAS condenados por chuzadas y por paramilitarismo, Bernardo Moreno, exsecretario general de su Presidencia fue condenado a 8 años de cárcel por las 'chuzadas, su ministro del interior desfalcó invercolsa, Mauricio Santoyo, ex jefe seguridad del pobre viejecito cuando estaba en la Presidencia, fue condenado a 13 años de cárcel en Estados Unidos por favorecer el narcotráfico de algunos grupos paramilitares, su ministro de agricultura fue condenado por corrupción, sus ministros Sabas y Diego fueron condenados por comprar su reelección con Yidis Medina y Teodolindo; Flavio Buitrago, exjefe de seguridad del pobre viejecito, fue condenado a nueve años de cárcel en 2016 luego de ser hallado culpable de enriquecimiento ilícito por, al menos, 670 millones de pesos. El pobre viejecito tiene un amplio listado de sus exfuncionarios y sus delitos, que solo puede uno decir que mal rodeado estaba el pobre viejecito.
En la corte suprema de justicia tiene más investigaciones que el SIDA y el COVID-19 juntos, él tan bonachón y querendón se defiende diciendo que todo es persecución. Que su vida pública no tiene tacha, y no recuerda todo lo que ha pasados en sus narices o en sus espaldas. Sabe el pobre viejecito que nosotros los colombianos no es que tengamos mala memoria, es que tenemos memoria selectiva, y por eso muchos lo adoran y aman , los senadores que el llevó al congreso, personajes sin mucho en política mas que ser sus amigos, juiciosos todos, algunos le cargan la sombrilla, otros la maleta, y otro se ganó en una bolsa de platanitos el tiquete para ser presidente de Colombia. Es la historia del pobre viejecito, quien hoy se siente o se hace el perseguido de un país llamado Locombia.
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