Gustavo Petro ha mencionado de manera polémica la idea del "amor" en su discurso sobre el enfrentamiento de la violencia y la criminalidad en el contexto de organizaciones criminales como el Tren de Aragua. Petro sugiere que el amor y la transformación social son herramientas necesarias para enfrentar la violencia y el crimen, promoviendo un diálogo en lugar de la confrontación armada.
Petro debe soñar con los trenes. Por un lado, en nuestro país hablaba de hacer un tren elevado entre Buenaventura y Barranquilla, y en estos días, en reuniones con emisarios de Trump, habla del famoso Tren de Aragua. Una organización criminal conformada en su mayoría por la "paria" venezolana que huyó de Venezuela, como las ratas que saltan de un barco donde no tienen más de qué alimentarse. Y, como ratas y delincuentes que son, han inundado Latinoamérica con sus crímenes y modus operandi.
En una reciente reunión de Petro con la secretaria de seguridad de los EE. UU., Kristi Noem, Petro aprovechó para defender y hablar del amor que le falta a quienes toman el camino de las armas y la delincuencia, según él. El afecto y cariño que no les brinda el Estado y cómo, debido a esto, los jóvenes se vuelven criminales. Son palabras que provienen de quien fue criminal, un guerrillero perdonado por el país bajo el proceso de paz con el M-19 y que llegó al poder gracias a ese perdón. Pero, sobre todo, un exguerrillero que entendió cómo se mueve el poder al aliarse con personajes de la talla de Benedetti y Roy Barreras.
Para Petro, el criminal es producto de la falta de amor y afecto; eso lo dice quien predica la política del amor, un exguerrillero alzado en armas, incomprendido por el Estado y luego perdonado, pero que, en el poder, trata de perdonar a quienes le hacen daño con su actuar como delincuentes y criminales. Petro, en nuestro país, tiene programas como el de un millón de pesos para que los jóvenes no sean delincuentes, o predica la política de la paz total, dándole todas las "gabelas" a quienes delinquen en el Clan del Golfo, las disidencias de las FARC o el ELN. Petro es todo un maestro del amor con los criminales, tanto que el país ha vuelto a épocas de inseguridad como las de Pastrana en 1998, y eso ya es mucho decir.
En este gobierno está demostrado que delinquir paga; si no, que lo mencionen grandes amigos de Petro, que lo acompañan y que han sido nombrados en altos cargos del Estado para ejercer más poder. Todo aquel delincuente que quiera libertad debe arroparse bajo la política del afecto y amor de la paz total, una política fracasada de un gobierno fracasado, que busca cómo reencaucharse con una consulta popular en la que enfila todas sus energías, un gobierno que se acabó 18 meses antes de su fin.