Hace
unos días el hincha más ferviente que conozco del Unión Magdalena, mi papá, me pidió
que asistieramos al estadio a ver el clásico costeño frente al Junior, era un
partido que a todas llamaba mucho la atención por esa famosa rivalidad que
existe entre los dos equipos, el clásico en medio de las situaciones que ambos
equipos viven hoy es un partido diferente, aunque ambos están en las últimas
posiciones del torneo en 3 fechas que han corrido. Por un momento olvide las
dificultades de ir a ver jugar al unión a un estadio que nunca terminaron, que
fue hecho en medio de la nada y en el cual por su ubicación y lejanía es muy difícil
garantizar la seguridad, se me olvidó que debía ir en mi carro a
exponerlo a una guerra de piedras entre chirretes de ambas hinchadas. Finalmente
le dije que no porque no tenía viaje para Santa Marta ese fin de semana y
quedamos a la espera de ver al Unión jugar por televisión.
Sin embargo, el Unión Magdalena
que es una empresa mal administrada por su dueño, para el cual el equipo es más
un hobbies que cualquier otra cosa, y parece que conociendo el destino de un
equipo que debe hacer 32 puntos y esperar que sus rivales directos en el descenso
no sumen para salvar el año, ha decidido que los hinchas visitantes tengan
prelación sobre el aficionado bananero, sabe que el equipo en la situación que
esta no motiva a ir al estadio y menos por la terquedad de mantener durante 20
jornadas a quien lo salvó el año pasado y lo enterró este. En ese afán, Eduardo
Dávila sabe que mucho chirrete barranquillero llegará al estadio a apoyar al
Junior de los Char, y que mucho bananero preferirá verlo en casa. No motivan a
la afición de Santa Marta, por el contrario, incentivan a que no vayan y le
pierdan el cariño que se le tiene a un equipo tan vapuleado, dolido y jodido
como lo es el Unión Magdalena.
Por otro lado, la alcaldía de
santa Marta en cabeza de la señora Virna Jonhson, discípula y secretaria de
Carlos Caicedo se juega un pulso con los dueños del Unión, un pulso por la
seguridad que no pueden garantizar en el estadio que hicieron en medio de la
nada, el cual 6 años después de que debió estar listo para los juegos
bolivarianos de 2017, sigue sin terminar. Lo llamábamos el estadio del 97%,
pero realmente su ejecución quedó en un 95% y la alcaldía a final de su periodo
y en medio de elecciones pretende dejar contratado ese 5% para terminarlo con más
de 8 mil millones de pesos en una licitación que está en marcha.
Santa Marta es el resultado de
años de mal gobierno, de pocas y malas decisiones, hoy con 12 años en el poder
de un grupo político comandado por un caudillo que pretende imponer a su
hermana 4 años más en la alcaldía, la misma que quebró a la recien fundada ESSMAR, joya de burocracia para ellos durante algunos años y 4 años más en la gobernación a su mini me.
No son capaces de garantizar seguridad en una obra reflejo del falso cambio de
la ciudad, una ciudad sumida en malos indicadores, bibliotecas que se caen a
pedazos, unestadio sin terminar, calles en caos por una mala planificación, y una
ciudad que 12 años después sigue sin el servicio básico del agua potable, con
una red de contratistas al servicio de Caicedo que le garantizan elecciones o
no hay puestos, al estilo de Pablo Escobar en su época, plata o plomo decía
Escobar, con Caicedo es puesto o votos...
En medio de todo queda el
ciudadano samario, el que no tiene donde divertirse, el que ya opta por irse a
descansar un fin de semana a la ciudad de Barranquilla a pasear al malecón,
porque ve que Santa Marta no tiene tren, ni tiene tranvía, pero tampoco está
bien gobernada y eso va por dos, con un equipo de futbol que aleja a su
hinchada y se lleva el espectáculo a otra plaza para garantizar los
ingresos mientas pueda y sea atractivo, eso sí, olvídense en Santa Marta
de ver jugar a Nacional, América o el Cali, porque con aficiones de alto riesgo
y la chirretera en las hinchada del Unión es más fácil irse a Valledupar o
empezar a itinerar sin tener una casa fija, no le preocupa eso a Dávila.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario