El
sueño de Iván Duque era ser presidente, cuando era niño era lo que le decía a
sus papas. Así de esa forma se vendía el joven senador que llegó al congreso de
la mano de su amigo, jefe y mentor Álvaro Uribe Vélez. Era hace 4 años un joven
senador, mesurado dentro de la banda del centro democrático, fue la apuesta de
Uribe para retomar el poder, para acabar con la JEP y seguir tapando su
impunidad frente a la justicia. Ha podido Uribe tomarse todas las instituciones
de control, la fiscalía con el buen amigo de Duque, Barbosa el fiscal vida
sabrosa, la procuraduría con la eterna Margarita Cabello, y la contraloría con
un muchacho llamado Carlos Felipe.
Sin embargo Duque, el muchacho
que se veía bonachón con su guitarra, tan tierno haciendo pinolitas por el mundo
llevando recados al rey de España de su jefe Uribe y mostrándose como un títere
en el gobierno, no ha sido más que lo mismo de la misma mierda política que
Colombia ha vivido durante su historia más reciente. Llegó a la presidencia con
el objetivo de que Colombia no fuera Venezuela, Uribe lo colocaba como su discípulo,
cuando para más de medio país era solo un desconocido, un personaje muy carismático,
preso del mismo Uribe a quien debe toda la fidelidad del mundo, y quien no lo
deja gobernar, porque está en un puesto en cuerpo ajeno. Tanto que el mismo
Duque no conoce cómo llegaron las propuestas de IVA a las funerarias a la
reforma tributaria que nos quiere imponer.
Ese muchacho que ya ronda los
45 años, y quien se ha garantizado una pensión de más de 30 millones de pesos
de por vida por hacer sido el que Uribe eligió, es hoy el ciego, sordo y mudo más
grande del país, un personaje que no entiende la realidad y que no escucha el
clamor de un pueblo que prefiera salir a marchar en plena pandemia que quedarse
en las casas encerrados viendo como Duque sigue con un programa de televisión
desde que estalló la pandemia en el país. Cuando un país prefiere marchar sin
temor a enfermarse en contra de un gobierno es porque ya se ha asqueado de lo
que vive, el país supera día a día el número de contagios y muertos por COVID,
el desempleo se disparó, la inflación y la pobreza crecen y a Duque se le
ocurre al mejor estilo de Uribe dar subsidios a los más pobres, como si pudiese
comprarlos, al igual que hizo Uribe con familias en acción y otros programas
que le valieron estar 8 años en el poder.
Duque sin embargo se parece
cada día más a la canción de Shakira, es un personaje ciego, sordo y mudo. No
ve la realidad de un país que le habla con marchas, que no le teme a un virus
que sigue matando e infectando a un país que se cansó de verlo por televisión a
las 6 de la tarde en una realidad paralela a la que vivimos, en un mundo hecho
por Duque para Duque, mudo porque no tiene voz, su voz es la de su jefe y
mentor, nació su presidencia siendo preso de un caudillo que el país quiere
sacar del mapa político cada vez que se escuchan todas las porquerías que ha
hecho, y que no se han podido probar, porque los testigos fallecen o callan o
simplemente porque Uribe en su máxima inteligencia es capaz de escoger a su
investigador y hacerlo su aliado. A Duque se le acaba el argumento y la metodología,
es un pobre ciego, sordo mudo. No vio las marchas y el desctontento de la gente, no escucha a quienes le piden que retire la reforma que acabaria con la clas media y no dice nada acerca del paro que se hizo en Colombia sin importar pandemia. Duque ha sido como Shakira, lo ha sido desde el día que le hipotecó su alma
al mismísimo demonio de Colombia.
1 comentario:
Mejor no lo pudiste describir!
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