Iván Duque, un tipo que pasó de ser el
organizador de las fiestas, cócteles y karaokes en el BID a ser el presidente
de un país que elige con las vísceras y con la emoción, un país entregado a un
caudillo que lo supo colocar en el cargo más alto del estado. Una persona que
quizás nunca estaría en el sonajero presidencial de no ser por el odio y el
reencauche con el que Uribe llegó luego del plebiscito innecesario al que
Santos nos llevó, todo por su alter ego de querer mostrarle a Uribe que
Colombia quería la paz, no entendió Santos que Colombia vota por hambre cuando
se vende un voto y con el hígado cuando se recurre al miedo y al odio visceral.
Se dedicaron durante el proceso de paz a
hacer ver y creerle al país que el proceso de paz no existía, que acabar
con las FARC no era cierto, decían que los acuerdos eran para homosexualizar a los niños
y a los colombianos, así lograron que todo un país saliera emberracado a votar
por el NO. Ese momento histórico que fue el quiebre para que el país se
doblegara antes la polarización más extrema que se haya conocido en la historia
de Colombia.
La historia en Colombia se escribe con
sangre, o al menos eso es lo que nuestra generación ha aprendido, es lo que los
abuelos recuerdan pero sobre todo lo que muchos siguen pidiendo, o como olvidar
en la marcha uribista, cuando en Medellín pedían a grito plomo, y decían que
plomo es lo que había y plomo es lo que venía, saben en su discurso energúmeno
que el miedo y el poder van de la mano, pero sobre todo no entienden que el país
merece un camino diferente, uno en el que no se coloquen talanqueras a las
oportunidades de acabar la guerra. Ahora solo queda meterle la ficha por
completo, queda pensar en que este gobierno que no está preparado para la paz,
sino para lo que Uribe quiera, ese sujeto que llamaba 80 veces a que los
guerrilleros estuvieran en el monte dando bala que escucharlos en el congreso
debatir, saben estas personas que el discurso que mejor le va al colombiano es
el odio y el miedo, es hablar de que esos muchachos no estaban recogiendo café
precisamente. Así nos hicieron creer que estaban ganando la guerra en la época
de Uribe I y II, cuando realmente estaban asesinando inocentes.
La historia los juzgara, se escribirán
libros al tamaño de lo que Iván Duque quiera, o mejor a lo que Uribe le permita
hacer, si le permite Uribe a Duque que realice los esfuerzos necesarios para
que quienes siguen apostando por la paz y están a la espera de que el estado
les cumpla sigan en lo que se llamó un acuerdo de no repetición, algo que los
amantes de la guerra y los bandidos como Iván Márquez y Santrich nunca
entenderán, prefieren que su nombre en la historia sea uno más, uno más de lo
que es una Colombia bañada en sangre.
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