Las últimas semanas la ciudad de Santa
Marta ha estado viviendo una ola de atracos e inseguridad como hace muchos años
no pasaba, lo sorprendente del asunto es que las autoridades se hacen los
de las vista gorda o no sienten el temor que vive el pueblo samario.
Atracos y asesinatos por doquier, los
samarios indignados salen a rechazar en redes sociales para que las autoridades
despierten, incluso desde la alcaldía se genera una campaña de rechazo como si
su labor no estuviera por dar parte de la solución. Asesinan por robar un
celular, ese es el valor de la vida para un miserable que armado sale en su
moto a ver que pesca en las solitarias y oscuras calles de la ciudad, en donde
reina el hampa. País el nuestro que cuenta con un sistema judicial adoptado de
los gringos y que permite que estos miserables asesinos y delincuentes salgan
de la cárcel en cuestión de días y vuelvan a hacer de las suyas.
No solo ocurre en Santa Marta, en general
en la costa y el país la sensación de inseguridad ha crecido en medida que se
acercan las elecciones presidenciales, como su el destino se alineara con quien
solo habla de bala y seguridad, como parte de sus propuestas y campaña. Nos
roban las esperanzas en un país educado cuando con rabia pensamos en que la
mejor alternativa es que un Pinochet llegue al poder y nos devuelva la
tranquilidad que se creía vivir hace 10 años.
Existe un grave problema social cuando una
comunidad impide que se capture a quienes delinquen, cuando se siente más
afecto por la persona que comete los crímenes que rechazo por los actos criminales que produzca, es como si la
sociedad colombiana viviera un síndrome de Estocolmo permanente, es así como se
justifican los actos criminales que un gobierno haya ejecutado, o si estos
mismos hicieron robos al erario público, los delitos que se cometan desde esos
gobiernos no importan porque al final el agradecimiento o afecto que sienten
por esa persona que gobernó son más fuertes que lo que la justicia pueda
probar. Se justifica así que se cometan interceptaciones telefónicas a quien no esta de acuerdo, o se tenga mayor afinidad por Popeye que por un profesor.
Eso ocurre en nuestra sociedad, es así como en barrios periféricos de Santa Marta, en donde viven y se refugian los criminales la comunidad los defiende, sale dispuesta a enfrentarse con la policía para que estos no sean capturados quienes asesinan y roban, igual sucede con quienes nos gobiernan en un país ciego para muchas cosas mientras se les garantice la tranquilidad o seguridad de que no seremos Venezuela, y en dicho caso para que serlo, nos basta se una sociedad que se acomoda a la criminalidad para justificar los afectos por quien comete los crímenes. Solo nos duele cuando nos toca, mientras tanto es mejor ver las noticias por RCN y seguir el reality de moda para poder reír y llorar con los niños que cantan en la Voz Kids, en un país que le falta verdadera educación.
Eso ocurre en nuestra sociedad, es así como en barrios periféricos de Santa Marta, en donde viven y se refugian los criminales la comunidad los defiende, sale dispuesta a enfrentarse con la policía para que estos no sean capturados quienes asesinan y roban, igual sucede con quienes nos gobiernan en un país ciego para muchas cosas mientras se les garantice la tranquilidad o seguridad de que no seremos Venezuela, y en dicho caso para que serlo, nos basta se una sociedad que se acomoda a la criminalidad para justificar los afectos por quien comete los crímenes. Solo nos duele cuando nos toca, mientras tanto es mejor ver las noticias por RCN y seguir el reality de moda para poder reír y llorar con los niños que cantan en la Voz Kids, en un país que le falta verdadera educación.
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