viernes, abril 25, 2025

El falso amor de un gobierno vulgar

Gustavo Petro insiste en hablar de amor y humanidad en sus discursos, que terminan siendo vacíos, demagógicos y, en muchas ocasiones, teñidos de un lenguaje vulgar. Él lo sabe, y también lo saben sus seguidores y aliados. Sin embargo, en los últimos días, su retórica ha alcanzado niveles preocupantes, impropios de un presidente de la República. Llamar "HP" al presidente del Congreso, por ejemplo, marca un nuevo descenso en la dignidad del discurso público. A esto se suma el comportamiento de su ministro de Salud, un funcionario que presencia la destrucción del sistema sanitario sin reaccionar, mientras esta a la espera del ya tristemente célebre "shu, shu, shu" de Petro. El mismo ministro Jaramillo, quien insultó abiertamente a una directora de hospital en Puerto Gaitán, Meta, sin consecuencia alguna. A la que le mando su "hijueputazo", como si nada. Como era de esperarse, la llamada “horda petrista” salió a justificar estas actitudes en nombre del amor, ese mismo que promulgan con un lenguaje cada vez más agresivo.

¿Este era el cambio que nos prometieron en 2022? ¿Un gobierno que lanza madrazos y ‘hijueputazos’ sin recato, llamándose del pueblo mientras desprecia la dignidad que exige representar a 55 millones de colombianos? Este estilo recuerda, irónicamente, al del expresidente Álvaro Uribe, cuando perdía los estribos y amenazaba con golpes o lanzaba frases como “le voy a dar en la cara, marica” a su amigo Alias la mechuda. Uribe decía que no "chuzaba" teléfonos, sino corazones. Petro, por su parte, asegura que no es adicto a las drogas, sino al amor. La semejanza entre estos dos colosos de la política reciente resulta, cuando menos, inquietante.

¿En qué momento ser decente se volvió una debilidad? ¿Cuándo dejamos de esperar que un presidente sea ejemplo de cordura y respeto, para aceptar que se exprese como si estuviera en una esquina cualquiera? El supuesto “gobierno del cambio” está compuesto por los mismos de siempre, protegidos por un discurso romántico que encubre malas prácticas y peores formas.

Armando Benedetti, hoy ministro del Interior, es quien justifica los constantes retrasos del presidente. Un hombre que, según Álvaro Leyva, es un “drogadicto en recuperación”, y quien paradójicamente dicta cátedra de moral. Benedetti afirma que organizarle una agenda a Petro es fascismo, porque el presidente “es un libertario” que hace lo que quiere, sin rendir cuentas ni respetar el cargo que ocupa. Y, como siempre, sus seguidores ven esto como una virtud.

Petro está rodeado de influenciadores, hoy contratistas del Estado, que amplifican sus discursos y replican ese “lenguaje del amor” que no es más que una fachada vulgar. Lo mismo ocurre con varios congresistas oficialistas, orgullosos de atacar a candidatos y ciudadanos decentes, sin mayor consecuencia.

Sergio Fajardo lo dijo claramente en la campaña de 2022: “La mejor herramienta para educar es el ejemplo”. Y el ejemplo que hoy ofrece el presidente Petro deja mucho que desear. Desde el desayuno se adivina cómo será el almuerzo: se prefirió a un supuesto estadista —como lo llamó Roy Barreras— antes que a un “gamín” como el ingeniero Rodolfo, cuyo lenguaje asustó a muchos. Sin embargo, la realidad ha demostrado que Petro gobierna con la misma rudeza verbal que su némesis, Álvaro Uribe.

Ojalá este capítulo termine pronto. La decencia debe volver a ser la norma, y el buen ejemplo, la guía.





miércoles, abril 23, 2025

Los extremos pudren todo

Lo que vivimos hoy en Colombia es el resultado de haber puesto nuestro destino en manos de los extremos. Dos polos ideológicos que, aunque se odian, se parecen demasiado en su forma de actuar. Se alimentan del conflicto, gobiernan para sus aliados, reparten cuotas, y olvidan su deber más básico: servirle a todo el país. Los extremos pudren todo, y esa lección nos la han dado dos figuras que han marcado a fuego nuestra política reciente: Álvaro Uribe Vélez y Gustavo Petro. Ambos han moldeado el poder a su imagen y semejanza, a punta de clientelismo, polarización y discursos incendiarios. Son opuestos, sí, pero al final usan las mismas herramientas para dividir y manipular. 

Uribe fue el arquitecto del ascenso de Iván Duque, un presidente improvisado que llegó al poder sin experiencia ni liderazgo. Duque fue más un títere que un mandatario, más un presentador de televisión que un gestor de país. Su legado es tan pobre que lo único destacable fue allanar el camino para que, por primera vez, la izquierda llegara al poder. El mismo Duque que hablaba de economía naranja mientras el país contaba muertos por COVID, es el reflejo de un proyecto político vacío, que solo existía para servir al ego de su mentor. Y ese mentor, hoy enjuiciado por soborno y fraude procesal, sigue pretendiendo ser la conciencia moral del país. Como si no bastaran los escándalos, las chuzadas, los falsos positivos y la forma descarada en que utilizó el poder para perseguir a sus enemigos.

Pero el otro extremo tampoco se queda atrás. Gustavo Petro llegó prometiendo un cambio ético, pero lo primero que hizo fue pactar con los mismos de siempre: Armando Benedetti, Roy Barreras, y una larga lista de oportunistas reciclados del uribismo y el santismo. En lugar de rodearse de talento, Petro eligió lo útil, lo leal, lo que le asegurara gobernabilidad, aunque fuera a costa de su propio discurso. Así llegó al poder Laura Sarabia, una exasistente convertida en canciller, símbolo de cómo se premia la cercanía más que la capacidad. Así aparecieron empresarios cuestionados como Euclides Torres financiando campañas, y así su propio hijo terminó acusado por lavado de activos y enriquecimiento ilícito.

Petro, que tanto criticó a Uribe por sus ataques a la institucionalidad, ahora sueña con cambiar la Constitución por la vía de una consulta popular. Quiere legitimar sus reformas en las calles, con discursos llenos de dramatismo, insultos y promesas vacías. Se mueve como pez en el agua entre multitudes, pero naufraga en la gestión real. Y mientras tanto, el país espera. Criticó a Duque por su gabinete, pero ahora tiene en el poder a los mismos personajes que antes denunció. Criticó a Uribe por sus hijos, y hoy su propio hijo está en los estrados judiciales. Criticó la politiquería, pero se rodeó de ella. Lo que no soportamos en un extremo, lo toleramos en el otro. Y eso nos ha llevado al punto en el que estamos.

Tres años de gobierno con más escándalos que logros. Más ruido que resultados. Un presidente más preocupado por su imagen que por los problemas del país. ¿Cirugías estéticas? Bien. ¿Soluciones reales? En veremos.  Desde procedimientos estéticos hasta rumores de índole privada, incluyendo la presunta escapada a Panamá con un travesti, y de su primera dama, a la cual no se volvió a ver en eventos públicos junto a Petro. El foco ha estado más en lo anecdótico que en la gestión pública.  

Colombia atraviesa una etapa de profundo desgaste institucional, donde el péndulo entre extremos ha dejado una ciudadanía fragmentada y un sistema político debilitado. Con esperanza, muchos esperan que las elecciones de 2026 marquen un punto de inflexión y permitan la emergencia de liderazgos más equilibrados, responsables y comprometidos con el interés general, le llego la hora al centro. Colombia necesita una pausa, una reflexión profunda. No se trata de escoger entre Uribe o Petro, entre la derecha furiosa o la izquierda resentida. Se trata de salir de los extremos, de apostar por la sensatez, por lo institucional, por lo que une y no lo que divide. Porque los extremos, cuando gobiernan, no transforman: pudren. Y ya es hora de dejar de permitirlo.


viernes, abril 18, 2025

Santa Marta: La ciudad origen que se quedó en el pasado

Santa Marta, la ciudad de los 500 años, o "la ciudad origen", como ha sido bautizada en la reciente campaña conmemorativa, es también —y paradójicamente— una ciudad que parece haberse quedado detenida en el tiempo. Es la ciudad más antigua de América continental, pero también la más rezagada entre las tres principales del Caribe colombiano, junto a Barranquilla y Cartagena.

A pesar de su riqueza natural, su ubicación privilegiada, y su potencial como destino turístico de talla internacional, Santa Marta aún no logra consolidarse como una ciudad moderna. Cuenta con mar, arena y playa, con una historia invaluable y una identidad cultural única. Sin embargo, también es una ciudad donde el tren existe, pero el tranvía nunca llegó. Y en el ocaso del sistema ferroviario nacional, no se tiene ni lo uno ni lo otro.

Su aeropuerto, recientemente remodelado, sigue siendo insuficiente para las necesidades de una ciudad que aspira a ser protagonista del turismo internacional. Pequeño, limitado y, desde su concepción, mal dimensionado. A esto se suman los trabajos viales en curso, que dificultan el acceso al terminal y fomentan una práctica común: los conductores prefieren estacionarse por largos periodos en las vías cercanas antes que pagar un parqueadero. La cultura del “todo vale” parece estar más vigente que nunca, y las autoridades, en su inacción, solo atestiguan el desorden sin intervenir.

Santa Marta se rige por la ley del más vivo. En los últimos doce años, poco ha cambiado en su estructura social o administrativa. Solo han cambiado los nombres. Hoy, los nuevos poderosos —algunos de ellos con aspiraciones nacionales— lucen el color naranja como insignia, y desde allí han trasladado sus ambiciones a la gobernación del Magdalena. La ciudad regresó a manos conocidas, pero el libreto continúa siendo el mismo. Se cambió la escenografía, pasamos del naranja chillón a los colores institucionales, y ese parece ser el mayor logro en materia de gestión pública.

Mientras tanto, el alcalde construye su mansión en las faldas de los cerros de El Rodadero, símbolo de una élite emergente que sigue alimentándose del poder, mientras la ciudad sigue estancada.

Santa Marta carece de la madera necesaria para un verdadero cambio cultural. Cada nuevo líder parece repetir los mismos errores, profundizando el atraso y la apatía ciudadana. Hoy, a las puertas de una celebración histórica por sus cinco siglos de existencia, lo único visible de dicha conmemoración son algunas camisetas conmemorativas. Un gesto simbólico, sí, pero insuficiente para una ciudad con tanta historia y tan poco presente.

Santa Marta se ha quedado pequeña ante la mirada indiferente de sus propios habitantes. Una ciudad donde pagar un parqueadero de $2.200 parece un sacrificio, mientras la ilegalidad y el desorden se normalizan. Y es ahí donde radica el problema: en una cultura permisiva, en una ciudadanía resignada, y en una clase política que ofrece soluciones a los problemas que ellos mismos crearon. Políticos que rompen las piernas y luego venden las muletas, presentándose como salvadores.

Santa Marta no necesita más promesas ni más eslóganes. Necesita líderes con visión, ciudadanos comprometidos y una transformación estructural que vaya más allá de los colores de campaña. Porque todo es cuestión de madera, y lamentablemente, en esta ciudad, parece que no abunda.

martes, abril 08, 2025

Los trenes de amor de Petro

Gustavo Petro ha mencionado de manera polémica la idea del "amor" en su discurso sobre el enfrentamiento de la violencia y la criminalidad en el contexto de organizaciones criminales como el Tren de Aragua. Petro sugiere que el amor y la transformación social son herramientas necesarias para enfrentar la violencia y el crimen, promoviendo un diálogo en lugar de la confrontación armada.

Petro debe soñar con los trenes. Por un lado, en nuestro país hablaba de hacer un tren elevado entre Buenaventura y Barranquilla, y en estos días, en reuniones con emisarios de Trump, habla del famoso Tren de Aragua. Una organización criminal conformada en su mayoría por la "paria" venezolana que huyó de Venezuela, como las ratas que saltan de un barco donde no tienen más de qué alimentarse. Y, como ratas y delincuentes que son, han inundado Latinoamérica con sus crímenes y modus operandi.

En una reciente reunión de Petro con la secretaria de seguridad de los EE. UU., Kristi Noem, Petro aprovechó para defender y hablar del amor que le falta a quienes toman el camino de las armas y la delincuencia, según él. El afecto y cariño que no les brinda el Estado y cómo, debido a esto, los jóvenes se vuelven criminales. Son palabras que provienen de quien fue criminal, un guerrillero perdonado por el país bajo el proceso de paz con el M-19 y que llegó al poder gracias a ese perdón. Pero, sobre todo, un exguerrillero que entendió cómo se mueve el poder al aliarse con personajes de la talla de Benedetti y Roy Barreras.

Para Petro, el criminal es producto de la falta de amor y afecto; eso lo dice quien predica la política del amor, un exguerrillero alzado en armas, incomprendido por el Estado y luego perdonado, pero que, en el poder, trata de perdonar a quienes le hacen daño con su actuar como delincuentes y criminales. Petro, en nuestro país, tiene programas como el de un millón de pesos para que los jóvenes no sean delincuentes, o predica la política de la paz total, dándole todas las "gabelas" a quienes delinquen en el Clan del Golfo, las disidencias de las FARC o el ELN. Petro es todo un maestro del amor con los criminales, tanto que el país ha vuelto a épocas de inseguridad como las de Pastrana en 1998, y eso ya es mucho decir.

En este gobierno está demostrado que delinquir paga; si no, que lo mencionen grandes amigos de Petro, que lo acompañan y que han sido nombrados en altos cargos del Estado para ejercer más poder. Todo aquel delincuente que quiera libertad debe arroparse bajo la política del afecto y amor de la paz total, una política fracasada de un gobierno fracasado, que busca cómo reencaucharse con una consulta popular en la que enfila todas sus energías, un gobierno que se acabó 18 meses antes de su fin.


 

viernes, abril 04, 2025

La guerra de Trump

Donald Trump es de esos personajes que llegan al poder y parecieran un chiste, un chiste contado como si dijeran que DJ Duke fue presidente en Colombia con tal de derrotar a Petro, y que el mismo DJ Duke logró que Petro subiera al poder de la mano de la indignación que produjo su gobierno novato, junto con amigos del poder como Roy Barreras y Armando Benedetti. Esos malos chistes de subir al poder a personajes peligrosos como Caicedo en Santa Marta, Uribe en Colombia y Petro actualmente.

Trump ha planteado un escenario en el que presume que Estados Unidos es castigado por el resto del mundo, y eso se soluciona con un castigo a todos: una imposición arancelaria a los productos que lleguen de otros países a los Estados Unidos. Trump es un político que dice llamarse proteccionista, pero que provoca crisis. Hace unos años, le demostró al mundo su incapacidad de manejar la pandemia del COVID-19, y su respuesta fue siempre el negacionismo, como lo hacen los extremos.

Ha decidido Donald que China y la Unión Europea sean sus mayores rivales comerciales, y que para ellos serán las mayores cargas impuestas por el gobierno del irreverente Donald, el político fuera de serie que logró derrotar a dos mujeres demócratas en dos campañas diferentes, dos malas candidatas ante un showman que supo llegarle al "gringo" hediondo.

En el mandato anterior de Trump, en 2018, ya había realizado algo similar. La guerra económica inició contra China y la Unión Europea. Trump, logró en su momento afectar negativamente las exportaciones chinas a EE. UU. Lo que llevó a que China buscara diversificar sus mercados, aumentar la producción interna y fortalecer la cooperación económica con otros países, como los miembros de la Unión Europea y la región del sudeste asiático. Resultado: aislar a los Estados Unidos, lejos de ser el país que se denominaba como la primera potencia mundial. Si bien algunas industrias estadounidenses, como el acero, se beneficiaron de las tarifas protectoras, muchas otras sufrieron el aumento en los costos de producción debido a los aranceles impuestos sobre productos importados. Además, algunos estudios sugieren que las tarifas perjudicaron a los consumidores estadounidenses, que enfrentaron precios más altos en productos de consumo diario.

Trump se enfrenta a una economía globalizada en la que los Estados Unidos podrían comenzar a aislarse. Muchos países buscarán abrir nuevos mercados, y mirar hacia Asia será un horizonte claro para países de Latinoamérica que hace décadas vivían bajo la sombra de los norteamericanos. Lo más seguro es que ocurra es que la Unión Europea y otros países respondan con medidas similares, imponiendo tarifas a productos estadounidenses o buscando acuerdos alternativos para contrarrestar las políticas de Trump. La guerra comercial también llevará a las desigualdades económicas, ya que ciertos sectores de la población (como trabajadores de manufactura en industrias afectadas por las tarifas) son los más perjudicados, mientras que otros (como los grandes conglomerados) puedan adaptarse con mayor facilidad.


viernes, marzo 28, 2025

El radar está dañado

 En mis cuarenta años de vida y casi 20 volando en aerolíneas comerciales nunca había tenido el percance de la cancelación de un vuelo, justo el día que debía llegar a una hora determinada por compromisos establecidos. Justo ese día, llegó a mi buzón de correo electrónico un mensaje de la aerolínea Avianca comunicándome que el vuelo que debía partir a las 2 de la tarde con destino  a Santa Marta estaba cancelado, reprogramado para las 6:22 sin más explicaciones. Es la ley que cobija a las aerolíneas, en las que nunca pierden pero el consumidor debe adaptarse a los cambios y caprichos que puedan tener desde el servicio de transporte aéreo.

He tenido que cancelar viajes y por lo tanto perder el vuelo lo que conlleva en un país como el nuestro perder el dinero de la compra del tiquete, las aerolíneas por ley están obligadas a reintegrar el dinero de las tasas aeroportuarias pero el dinero que les pagas a ellos queda en su poder. No existe una ley que favorezca al pasajero pero si a las aerolíneas. 

Las demoras que se presentan en la operación aeroportuaria y que se pueden dar por distintos factores incluyendo el clima son pagadas y asumidas por el pasajero, las aerolíneas nunca pierden. En estos días y producto de una operación antigua en los radares de información, el aeropuerto el dorado en Bogotá se vio afectado por el daño del radar, lo que a las aerolíneas les ayudó a cancelar una cantidad impresionante de vuelos, con tan mala suerte en la lotería que me tocó a mi. Todo porque el radar está dañado.

En este país lleno de problemas en el que terminamos peleando entre izquierda y derecha, entre quienes se dicen petristas y uribistas no se ve solución real a los problemas del ciudadano de a pie. Tal vez por eso los políticos que se toman el poder y hacen lo que les da la gana, capaces de reformar el sistema a su antojo y favorecer a sus amigos, montese quien se monte, finalmente el trono de hierro en nuestro país puede pasar de las familias tradicionales a los que hoy se dicen llamar cambio, finalmente sigue siendo lo mismo y el mismo problema con el que convivimos.

El radar está dañado y no hay nada que hacer, en este caso solo esperar que el vuelo que Avianca programó luego de la cancelación con más de 4 horas de retraso con respecto a mi itinerario original se diera. Colombia el país en el que hacen de todo con el personaje de a pie, en las épocas de antes y las de ahora.

Perlas
Esta columna la escribo sentado en la sala de espera del aeropuerto el dorado, esperando el vuelo que me lleve a Santa Marta... El radar está dañado y Avianca lo sabe.

sábado, marzo 08, 2025

Al Union Magdalena la B le respira en la nuca

Lo primero que debemos decir es que la culpa de este mal momento del equipo amado de Santa Marta es de todos, directivos, cuerpo técnico y jugadores. El profesor Jorge Luis Pinto, flamante mundialista aceptó el reto de dirigir en la B como un favor a su amigo Eduardo Davila, quien le suplicó subir al equipo a la primera categoría, reto que fue superado con creces quedando campeón en el año 2024. Pinto llegaba en el segundo semestre con mucho amor por los colores y muchas ganas de ascender, su misión fue cumplida y prometía que el equipo no debía bajar más nunca al infierno llamado torneo de la B. Todos creímos que esas palabras, en las que le pedía a los directivos fichajes de renombre serían el eco de un buen augurio en el año 2025. Sin embargo, así no fue.

Pinto le pide respeto a la afición samaria, pero el primero que se irrespeta es el mismo Pinto, traer jugadores sin ningún renombre, jugadores baratos y varados ha costado mucho, de 8 partidos jugados el Unión Magdalena no conoce la victoria y se ha llevado 4 empates, incluyendo 3 en casa y una derrota ante un débil millonarios, lo demás pérdidas por fuera con equipos como el Pasto, Llaneros,  y Alianza Fc. Siempre dejando en el ambiente un sabor a mal fútbol, el que refleja lo roto que está ese vestuario con jugadores que no sienten, ni quieren la camiseta. 

Clavarse su propia cruz es traer a defensores como Darwin Palomeque, ex real Cartagena, Oscar Vanegas, Martin Payares, jugadores sin técnica ni función como Eric Krame, o Franklin Navarro, y dejar como capitán a Cristian Sención, y a un delantero al cual le rebotan todos los balones y que nunca está en el área como lo es Orles Aragón, al que si le tiran una bolsa de cemento le rebota. Un equipo mal confeccionado y mal dirigido, por quien sigue con su terquedad de jugar con 5 defensas de visitante aun cuando este año no le ha dado resultados, Pinto es de esos técnicos de la vieja escuela que mueren con la suya, y su barco se hunde con Orles Aragón por encima de Gustavo Mosquera o de cualquier delantero de la cantera, de la cual no echa mano, porque prefiere traer jugadores baratos y del monto, antes que mostrar pelaos que puedan querer más estos colores.

Pinto dejó ir del Unión al motor y alma del medio campo, nunca entendimos como no quiso retener al mejor jugador extranjero del equipo, Agostino Espina. Su excusa, decir que en el equipo y en el medio local se conseguían mejores mediocampistas del argentino que cantaba el himno de Santa Marta en cada partido. De los refuerzos que trajo solo dos han funcionado, Edward Esteban y Oscar Barreto, arquero y mediocampo, quienes junto a Fabian Cantillo son los únicos jugadores que se pueden rescatar de la debacle bananera.

Al Unión Magdalena la B le respira en la nuca y eso es culpa únicamente del mismo Pinto y sus amigos directivos, quienes le armaron un equipo más blandito y malo que el que tuvo en la B, del que se fueron baluartes como el pecoso Correa, Tello, Spina, Carreño quien nunca fue del agrado de pinto, Lupin Gonzalez entre otros, desarmó un equipazo para traer paquetes, jugadores baratos y de medio pelo, a su acomodo, sin recurrir a la cantera, con los que no se ven resultados fecha tras fecha, solo fracasos. 

La afición está incómoda, la gente no aguanta ni come de mundialistas, los resultados no se ven y la terquedad no es la mejor consejera de un técnico que luego de 8 fechas no conoce la victoria y que tiene al equipo en el descenso del que subió hace pocos meses. Dávila en la suya, con un cáncer del equipo que se hace llamar director deportivo y que nadie entiende como sigue en el equipo, son las cosas del Unión, un equipo muy amado y mal administrado.



El falso amor de un gobierno vulgar

Gustavo Petro insiste en hablar de amor y humanidad en sus discursos, que terminan siendo vacíos, demagógicos y, en muchas ocasiones, teñido...