La ciudad está viviendo horas
oscuras en cuestiones políticas y de seguridad, Santa Marta está sumida en la
delincuencia y asesinatos que suceden en donde menos se espera y que a
cualquier hora del día pueden cegar la vida de una familia, de una niña de 10
años. La más reciente masacre sucedió en los alrededores del barrio la paz, en
donde sicarios con armas de largo alcance asesinaron al hermano de la diputada
Claudia Patricia Aaron, a la suegra del hermano y a su pequeña hija. Las
víctimas fueron identificadas como Luis Alberto Aaron Viloria, Piedad Peñaranda
y Claudia Helena Aarón Cuza.
Como se ha vuelto costumbre en
la ciudad no pasa nada y pasa mucho, el desgobierno naranja que tiene la ciudad
hace doce años se preocupa más por hacer consejos de seguridad o consejos de
gobierno para ver cómo pueden estar en la próxima contienda electoral del 29 de
octubre, la preocupación que más embarga al jefe de la casa Caicedo es ver cómo
puede sabotear las elecciones y viciarlas para lograr tener candidato en una
posible elección atípica el próximo año.
La ciudad sigue envuelta en la
inseguridad que reina en el país, eso de la paz total de Petro salió mal, los
delincuentes andan sueltos y al garete como nunca lo habían estado, todos piden
pista en la paz total y saben que serán 3 años más para asentarse en sus actos
delictivos frente a un gobierno pasivo y que le abre las puertas de su corazón
para negociar una falsa paz mientras el narcotráfico los enriquece.
Santa Marta se ha vuelto una
ciudad de masacres y jueces comprados, lo que realmente importa es mantener el
poder 4 años más, hay que seguir haciendo ricos, los apartamentos y camionetas
no se pagan solas, el círculo cercano de Caicedo quiere seguir con ese estilo
de vida, vivir sabroso en palabras de la vicepresidenta Francia Márquez. Y eso
cuesta.
No es nuevo para Santa Marta
esto de las masacres, lo más reciente ocurrió cerca al barrio la paz, hace unos
días fue en una cabaña cerca de Teyuna, y en Taganga soltaban una granada y se
formaba un tiroteo en plena vía pública. Todo bajo las narices de las
autoridades que gobiernan hace doce años, los que tienen a la ciudad en el
honroso ranking de las ciudades más violentas del mundo.
Virna sale presurosamente a
ordenarle al comandante de la policía lo que a ella le ordena su jefe y amigo
Caicedo, que actúe rápidamente contra los violentos, los violentos que reinan
en la ciudad que pasean como si nada en un pueblo vestido de naranja y teñido
de rojo en las últimas semanas con las masacres y asesinatos que están al caer
el día. Después de reunida Virna con su jefe Carlos determinaron que lo mejor
era dar una recompensa de 100 millones de pesos por información de los autores
de la masacre. Santa Marta tiene miedo y sigue en un estado de somnolencia
parecido al que siempre ha vivido, ya sea con los de antes o con los de ahora.
Todo sigue igual para que todo
siga mal, el cambio en la ciudad no ha traído más que inseguridad y masacres,
no hay con quien diríamos muchos, el que diga Caicedo esta vez parece no estará
en el tarjetón y el que suena para cambiarlos también perteneció al cambio,
Carlos Pinedo Cuello fue concejal de la bancada Caicedista hace unos años. Así
que Santa Marta, ciudad dos veces santa, que Dios te confiese porque esto no mejora,
sino que empeora.
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