Hasta hace algunos años el agua de Barranquilla era un modelo a nivel mundial, eran épocas en que la TRIPLE A, brindaba un excelso servicio a todos los barranquilleros, eran épocas en que sacabamos pecho los habitantes de este hermoso vividero y nos visitaban de otras partes del mundo para conocer la receta del agua que consumimos en la ciudad. Esas épocas parecen quedar en el pasado luego de la expropiación de la empresa por parte del gobierno nacional en manos del gobierno de Iván Duque en octubre del año 2018.
Muchos no conocen la historia de donde veníamos con la Triple A, en los años 90 muchos niños morían en la ciudad por culpa de enfermedades gastrointestinales, enfermedades que surgen debido a la mala calidad del agua potable que se consumía en la ciudad, hasta que la alcaldía del turno entregó en concesión el acueducto de la ciudad a la empresa española INASSA, y con mucho esfuerzo y con la experiencia técnica, la empresa logró ser la empresa más querida por los barranquilleros, por su calidad y servicio. Hoy, ninguna de las dos cosas pasa por la empresa.
Triple A valorada en 480 millones de euros, según la prensa española, fue entregada por Iván Duque a una sociedad mixta que incluyó a los empresarios William Vélez y José y Christian Daes, en negociaciones de la Alcaldía de Barranquilla a través de la figura de enajenación temprana recientemente, el alcalde de la ciudad más en pos de hacerle un favor de tapar acciones a sus jefes, llamaba un triunfo que la ciudad recuperara el control de la empresa que era modelo mundial. Craso error, las empresas de servicios públicos no son modelo de manejo bajo las administraciones públicas, se vuelven nidos de corrupción, burocracia y malos manejos sobre todo en la cultura costeña que vivimos. El ejemplo está a la vuelta de la esquina en la ciudad de Santa Marta, y claro, lo vemos en Barranquilla con la Triple A.
Las autoridades colombianas hicieron uso de una ley dispuesta para combatir el narcotráfico, asegurando que la Triple A utilizó más de 60 millones de euros en asesorías ficticias, señalamientos que no han sido validados por jueces, pero que le sirvieron de motivo al gobierno para tratar de echarle tierra a un problema que desde la empresa se le echo el mismo dia que se destapó semejante olla podrida. Solo que los políticos que intervinieron en este entramado de corrupción, siguen campantes como si no fuera con ellos, muchos en el poder y otros con ánimos de volver.
Hoy el agua de Barranquilla no es la maravilla que nos deleitaba, el secretario de salud de la ciudad sale a pedir que el agua se hierva para evitar los problemas vividos en los años 90, no tienen vergüenza. Hoy nadie recuerda o dice algo diferente a que la ciudad recuperó un activo, un activo que en manos de los políticos es mal administrado, porque para manejar una empresa de servicios públicos, se necesita conocer de servicios públicos.
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