El mundo político está viviendo un fenómeno muy
peligroso para los países y ciudades, los gobernantes actuales en muchos casos
son simples títeres impuestos por sus jefes políticos, personajes que llegan a
cargos de poder gracias a ser fieles perritos falderos de quien les da de comer
y quien les dice lo que deben hacer una vez llegan al poder, de esos casos ya
conocemos en Colombia al subpresidente y su jefe Uribe, y en Santa Marta la
alcaldesa y su jefe el gobernador.
Los
amigos de izquierda solo saben hablar del títere Duque, del subpresidente, de
un tipo que nunca hubiese llegado ni a personero del jardín infantil donde
estudio, sino fuese porque Uribe un día le robó la bolsa de platanitos en el
congreso. En todo lo anterior tienen razón, Duque es un personaje carente de
liderazgo, un tipo simpático con cara de bonachón, que saber llevar y traer
recados, que le gusta tocar guitarra y sabe hacer pinolitas con la cabeza, pero
de ahí no es más. Le falta mucho pelo pal moño de gobierno, pero fue el que
dijo el jefe y es así como logró ser el presidente de Colombia con tal de que
no fuéramos Venezuela con Petro.
En
Latinoamérica tenemos ejemplos como el de Colombia con un títere de derecha, en
Venezuela llegó un títere sin titiritero, y Ecuador se apresta a elegir al títere
de Rafael Correa. Lo curioso del tema es que luego de las elecciones del
hermano país ecuatoriano, todos los líderes y seguidores de la izquierda
salieron a aplaudir lo bueno que Andrés Arauz -el que dijo Correa- sea el
ganador de la primera vuelta presidencial. Hablan de progresismo, hablan del
renacer del pueblo, son títeres buenos aquellos que son afines a su ideología y
títeres malos los que son del lado opuesto. Es la lógica de la política y que
no lleva mayor análisis del ciudadano del común, ese al que no le importa que
su alcaldesa no tenga voz ni voto, porque solo debe asentir con la cabeza
cuando el jefe dice lo que se debe hacer.
El
daño a la democracia y a los gobiernos es inmenso, se ha institucionalizado
elegir a los más incapaces que son los más fieles, Uribe aprendió la lección
con Santos, y los otros gobernantes en departamentos lo saben, por eso colocan
a personas de sus entrañas para que sean el fiel reflejo de sus opiniones ,o
mejor, que sean el alto parlante de lo que ellos callan o dicen por debajo de
cuerda, por eso tenemos alcaldesas mudas y gente recorriendo el caribe con
movimientos políticos que se han hecho gracias a sus propios gobiernos, donde
tienen la maquinaria bien aceitada porque seguro van por otro periodo más.
Hay
títeres buenos y malos, dependiendo de quien lo mire. Si la izquierda ve a
Duque, dirá que es un títere malo, pero si ven a sus propios dirigentes en
puestos de mando, dirán que son títeres buenos. En fin, la hipocresía.
1 comentario:
Lamentablemente es una práctica más que establecida. Barranquilla, con los Char es otro ejemplo. Formas de disfrazar la dictadura, con una democracia de papel. Ahora, si se ve un poco más allá, los títeres de derecha no son puestos por un caudillo solamente. El caudillo sigue órdenes de los banqueros.
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