Desde que Gustavo Petro asumió
la presidencia de la república, se colocó el reto de cambiar el país. Fue
oposición toda su vida, y mientras lo fue, tenía la solución a todos los
problemas que aquejaban al país, tanto fue que criticaba todas las acciones del
gobierno de turno, las tributarias de Duque, la que le costó la cabeza a
Carrasquilla cuando el país se levantó en una protesta social, porque el
entonces ministro no sabía cuánto costaba un cartón de huevos, cartón de huevos
que con Petro tuvo un incremento exponencial jamás antes visto y que parece
estar cediendo en su precio.
Petro, conformó un equipo
técnico como siempre inicia sus administraciones, así fue cuando estuvo de
alcalde de Bogotá, pero luego, se atrinchero en la izquierda más radical, en el
ala de su confianza con personajes que son más activistas que estadistas, más zalameros
que técnicos y más resentidos que unificadores de un país dividido. En esa
orilla encontramos a la exministra Carolina Corcho, quien tuvo la tarea de
impulsar la primera reforma que Petro soñó, reformar el sistema de salud del país,
llevarlo a un nivel en el que el estado sea el responsable y no las EPS, las
cuales según Petro son las culpables del desorden y el mal sistema para Petro y
sus Petristas que Colombia tiene.
Sin embargo, la señora Corcho
nunca pudo tener una reforma que unificara conceptos, fue muy criticada por
todas las organizaciones médicas del país y claro, por las EPS, que veían en la
reforma como el estado pasaba a tomar el control del sistema y se inventaban
una cantidad de actores y mecanismos para llevar el modelo a una salud
preventiva y no correctiva. Eso en términos coloquiales suena bonito, lo difícil
es su implementación y costo. Sin mencionar, que los dineros se manejaran por
gobiernos locales y por el ADRESS.
Muchos hemos advertido que este
modelo propuesto en la reforma a la salud es inviable financieramente. Por
eso, el hoy ministro de la salud es capaz de hablar de una nueva reforma
tributaria sin despeinarse, esos mismos activistas que criticaban las acciones
de Duque y los gobiernos anteriores hoy se comportan de la misma forma para
garantizar sus ideales e intereses. El ministro Jaramillo quien reemplazó a la
señora Corcho, es más ala dura del petrismo, un poco más terco, pero con mayor bagaje
político, lo que le permitió al gobierno pasar la reforma con la ayuda de los
partidos políticos tradicionales por la Cámara de representantes.
Hoy, los que criticaban
como los políticos del momento clavaban al ciudadano de a pie hacen lo mismo,
no les interesa la clase media, velan siempre por sus intereses y ellos van de
la mano de tener a muchos subsidiados, eso incluye a los famosos jóvenes en
acciones con el millón de pesos para no delinquir, son tan falsos o peores que
los de antes. Una reforma para otra reforma es quizás el camino que le queda a
Petro para financiar su famosa y fallida hasta ahora reforma a la salud, esa
con la que sueñan políticos locales para frotarse las manos viendo como manejan
tajadas y votos con tal de ser los nuevos ricos y seguir atornillados en el
poder por más tiempo.