Cuando comenzamos a escuchar a los militares condenados por los
falsos positivos hablar ante la JEP, empezamos a entender por qué el presidente
eterno de los afectos de Duque le tenía tanto miedo a la verdad, tanto miedo a
la justicia transicional que a cambio de que los actores que intervinieron en
el conflicto armado de Colombia digan la verdad, tendrán derecho a una condena más
flexible.
Al presidente eterno no le
duele que las FARC estén en el congreso, como le va doler que criminales
vayan a discutir y a pelear con palabras en vez de armas, ese no es
el temor del senador, allá en el congreso ya estuvieron el primo Pablo, primo
de su asesor político de confianza José Obdulio, por allá pasaron más del 40%
del congreso paramilitar en la época de la bonanza de autodefensas en Colombia.
Al presidente eterno lo que le duele realmente es saber que por medio de la JEP
se conozca como masacraron y asesinaron a más de 10000 inocentes las fuerzas
militares, en épocas que nos hacían creer que estaban ganando la guerra de
guerrillas con las FARC. Ese poder que logro acumular y que luego cuando Santos
llego a la presidencia perdió de la noche a la mañana, que lo hacía sentir como
un huérfano de poder.
Acá nos han querido vender que
la Guerrilla se va tomar el poder, nos han dicho que Timochenko será el próximo
presidente, que si no votábamos por Duque, Colombia seria Venezuela. Todas esas
afirmaciones no son más que mentiras, mentiras lanzadas por quienes conocen
como procede y piensa el pueblo colombiano, pensamientos que salen directo de
las vísceras, acá no se utiliza la razón, sino el dolor para emitir conceptos,
y en producir dolor son expertos los miserables del ELN y en su época la
guerrilla de las FARC. Justo para eso, queríamos un acuerdo de paz, para que no
siguieran matando colombianos, para que no siguiéramos siendo ese país paria
que era repudiado por medio mundo, país al cual los países europeos, y los
estados unidos les pedían a sus ciudadanos no visitar.
De aquel panorama desolador de país
inviable queda poco, hay que agradecerle al presidente eterno que fue un mal
necesario en su momento, y que luego perdió los estribos de su caballo y quiso
ser el pacificador que tanto temía Jaime Garzón, entonces veía el presidente
eterno que su salvación pasaba por estar en el poder o mantener el poder en
cuerpo ajeno, ahora que han pasado los años y se descubre la verdad, entendemos
muchos que el verdadero temor de quien maneja más de medio país, es solo, que
el país que ya no lo ama como lo llegó a amar conozca todas las atrocidades y
ordenes que se impartían desde las cabezas de un gobierno, que vendía al mundo
que ganaba la guerra, cuando en realidad derramaba litros de sangre por órdenes
superiores.
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