domingo, abril 21, 2019

Entre peaje y peaje

En la carretera que comunica a Santa Marta con Barranquilla hay apenas 91 Kms, de esos en el trayecto se contabilizan 5 cámaras de control de velocidad, tres de estas en apenas 40 kms de viaje, en donde se nota a leguas que la intención es cazar al desprevenido que exceda la velocidad en esos sectores. Sin embargo, y pese a pagar la módica suma de 22800 pesos en menos de 46 kms, se nota la ausencia de normas o controles que regulen el tráfico en una de las carreteras más peligrosas del país.

Por más que esté como una cinta asfáltica reluciente, en este tramo pierden la vida muchos colombianos por las imprudencias de otros tantos que creen que la velocidad en esta carretera es un requisito, pero sobre todo de aquellos que no tienen sentido por la vida, cuando de manera desmedida o consciente invaden el carril contrario a altas velocidades, lo hacen en plena curva o en las pequeñas rectas que se encuentran entre peaje y peaje. Es ahí, justo en ese sector donde no existe regulación por parte de autoridad alguna y todo queda a la de Dios y a la de la gobernación  del Magdalena, que con cámaras y las cámaras se llena sus arcas todos los días.

He visto a lo que la muerte llama en esta carretera, hace algunos años presencie en vivo y en directo el dolor que produce un accidente, así no se conozca a quien muere, pero ver a la persona entre las latas retorcidas de un viejo carro, solo puede dejar en el corazón y en la cabeza el olor a muerte, más en un tramo que se transita con tanta frecuencia en mi caso, y en el que solo al tocarnos muy cerca un accidente volvemos  a sentir lo que es el dolor, lo que es vivir de cerca algo a lo que nos enfrentamos los que transitamos por esa vía tan peligrosa en la que no existe seguridad y no se cuenta con la autoridad.

Ver como luego de tres horas de que ocurra  un accidente tan doloroso, la carretera se congestiona, y demorar dos horas y media en un trayecto que toma normalmente 35 minutos, todo porque en este país del sagrado corazón existe la ley del hampa, la ley del más vivo, la ley que seguimos a quien le roba los platanitos y ordena al que no gobierna, al que le da en la cara marica, ese mismo discurso asqueroso que nos carcome como sociedad y hace que se invada el carril contrario o se corra a 80 kilómetros por hora por el lado derecho, todo porque no pueden esperar y hacer la fila como lo hacemos quienes aún tenemos un mínimo respeto por la ley, ley que esta más que ausente en el país del gran Colombiano.

Entre peaje y peaje, no se paga seguridad vial, se paga por transitar en un tramo mal construido, hecho sobre una reserva ambiental como lo es el parque natural isla de salamanca, ese con el que han acabado y que sigan acabando día a día con las quemas, ese en el que tiraron miles de millones para solucionar el problema del kilómetro 21, en el que curva tras curva se enfrenta o se juega la vida con la muerte, y más con licencia para morir, porque toca pagar dos peajes en tan corto trayecto.

Perlas


  • Fuerza a las familias que han puesto muertos en este trayecto tan peligroso.


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