La miseria
humana se confunde en el dolor, hay quienes son los que provocan ese dolor y
otros los que hurgan en la herida tratando de infringir más urticaria a quien
siente y vive momentos de sufrimiento.
Precisamente
esto es lo que muchos no queremos más, que Colombia siga siendo un país en el
que las bombas que retumban en las calles, acallen voces y personas inocentes,
pero sobre todo que el país supere una guerra que no ha dejado sino muertos.
Explotó un carro bomba en la escuela de policías más grande del país, el alma mater de la institución
en donde se forman los futuros comandantes de la fuerza de seguridad
encargada de mantener el orden público y la seguridad de los ciudadanos.
Cobarde
cometer un acto de esta naturaleza, cobarde y miserable ingresar en una camioneta
al parecer con un kamikaze, 80 kilos de explosivos, suficientes para acabar con
la vida de más de 20 personas y herir a un centenar de jóvenes que lucha por
salir adelante. Jóvenes y personas que jamás imaginaron que estando en la
institución policial podrían sufrir este atentado de miserables y repudiables
seres humanos, que buscan su justificación en ideas del siglo XX.
Miserables,
atentar contra otro ser humano y cegar su vida de la forma vil y cobarde. En un
carro lleno de explosivos detonarlo en medio de un campus educativo, pero sobre
todo sin dar la cara.
Por
otro lado, la miseria no conoce colores ni orientación política, es así como
desde el ex presidente Uribe sale la malicia y maldad, el reproche a quien
logro evitar que estas bombas siguieran ocurriendo en un país herido por el
dolor y la infamia de estos políticos, esos que alimentan el rencor y el odio
de un pueblo que siente y piensa con las vísceras en estos momentos de
dolor. Jerónimo Uribe, destilando el veneno de su papa escribe en su
cuenta de twitter “se sabía que la paz de Santos era una farsa.
Enfrentar el mar de coca, minería ilegal y corrupción que dejó Santos es un
tremendo reto para el Presidente Duque”.
Los
que hoy están en el gobierno hicieron años de oposición culpando a Santos de lo
divino y lo humano, se les olvida a estos personajes que hoy ellos son quienes
gobiernan el país, olvidan que estos atentados no se vivían en el país, y saben
que un país en paz esto no sucedería. Necesitan que sucedan actos de guerra, la
paz no es un negocio político ni saludable para sus aspiraciones, por eso
incendian el país, gozan con los muertos, replican imágenes de dolor de cuerpos
mutilados para que el pueblo sienta y siga pensando con el hígado. Venían a
hacer trizas la paz, y hoy los miserables del ELN hacen trizas cuerpos humanos.
Los extremos son malos, y se necesitan para subsistir. Ese es nuestro escenario
actual, con miserables de derecha e izquierda, se necesitan el uno del otro.
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