Firmado el proceso de paz y
acabadas las FARC, pierden el discurso de la guerra desde la ultra derecha en
el partido del corazón grande. Empezamos entonces como colombianos a ver otros
problemas más grandes que la misma guerrilla y que son un cáncer para nuestro
país.
Así es como de la
noche a la mañana muchos empiezan a descubrir que los empresarios ponen y hacen
elegir al candidato que mejor les beneficie en un puesto público, en ese puesto
oneroso que pueda representarles más ingresos a quienes tienen el dinero
suficiente para financiar campañas y otorgar dádivas que ayuden en su
propósito.
No se entiende de
otra manera que un escándalo desatado en Brasil, impacte a toda Latinoamérica,
en países como Perú en donde se prevé que sus ex presidentes vivos terminen
salpicados por recibir sobornos para otorgar contratos públicos a la famosa
firma Odebrecht.
En nuestro país no
somos ajenos al problema que nos atañe, y no es de ahora, la corrupción viene
de épocas remotas, lo decía Turbay Ayala «Tenemos que reducir la
corrupción a sus justas proporciones», sabiendo que el problema parecía de no
acabar, en aquella época despegaban otros problemas como el narcotráfico y las
guerrillas que hacían que el país y la mirada de los dirigentes se enfocaran en
buscar ese enemigo que les permitiera seguir en las justas proporciones que
pregonaba Turbay.
El problema de las
FARC luego de resolverse, nos muestra en todo su esplendor como nos han robado
quienes con discursos demagogos, sean de izquierda o derecha, nos tapan los
ojos y hacen de las suyas con los dineros públicos. Y es que los políticos nos
distinguen orientación ni ideología política, como dice el dicho, la única mano
que no roba es la mano de plátanos, de resto que entre el diablo y escoja.
Es ahí donde nosotros
los Colombianos, ciudadanos que aun creemos en la gente honesta debemos
emprender una cruzada contra la corrupción, la ciudadanía tiene el poder de
definir que queremos en las próximas elecciones, si continuar con los mismos
con las mismas, eso que se hacen pasar por defensores de la seguridad
democrática, o quienes con la bandera de la paz quieren hacer olvidar sus actos
no santos en pos de su beneficio.
Armemos esa cruzada
contra la corrupción, invitemos a los mejores ciudadanos, que apoyen esta
iniciativa en la cual, se definan reglas claras con aquellos que en su carrera
publica han luchado contra ese mal, contra aquellos que han usado alguna vez
los recursos públicos en beneficio propio, así sea sacar a todo el personal de
la oficina a protestar, basándose en el contrato que tienen con una alcaldía y
que por eso los deben respaldar en sus aspiraciones, eso también hace parte de
lo mismo, es una forma ideológica de caudillismo y corrupción, pero sobre todo
de vernos la cara.
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