Izquierda y derecha son lo mismo,
toman el poder gracias al discurso contra el enemigo. así lo hicieron Uribe con
las FARC, Chávez contra los millonarios de siempre en Venezuela, Correa en
Ecuador contra los pelucones y Petro en Colombia en contra de Uribe y
desgobierno de un imbécil llamado Iván Duque.
Al final resultan siendo lo
mismo, perpetuarse en el poder para manejar los hilos de un país, o mejorar la situación
de sus familias y herederos, son tan buenos en eso, que en Santa Marta llevamos
12 años de un mal llamado cambio, que ha sabido cultivar un ejército naranja a
cambio de contratos y otras cositas más. Uribe lo hizo en su momento con
familias en acción, y Petro ve en los llamados gestores de paz y jóvenes de paz
la forma de tener 100.000 personas afines a su política del amor, pero pagados
con los impuestos de los Colombianos y así darles un pequeño aporte mensual de
un millón de pesos.
Los populistas saben que se
requieren ejércitos de fanáticos o de votos para seguir en el poder, quien votaría
en contra de que le regalen un millón de pesos por no hacer nada y hablar de
paz. Petro busca liberar a los jóvenes que con terror y sevicia hicieron
las delicias en épocas de la explosión social, les llama gestores de paz y
hasta se atreve a buscar a 100.000 desocupados y regalarles mensualmente un millón
de pesos para que hablen de paz en un país con una tremenda desigualdad social,
la cual Petro pretende acabar regalando plata a los pobres.
Los emperadores entienden que
se debe construir el imperio, y que ese imperio se construye con votos y con fanáticos,
pero sobre todo con contratos y regalos, así iniciaba hace 12 años el
caicedismo en Santa Marta, ha logrado pintar la ciudad de un feo color naranja,
olvidando los colores de la ciudad, como lo es el hermoso azul cielo y blanco.
Desde ya se avecinan tiempos
oscuros, un presidente que llama a la movilización imitando el estilo de quien
criticaba hace algunos años, cuando este personaje oscuro decía que el estado
de opinión estaba por encima del estado de derecho, ahora Petro quiere que la
gente en las calles presione al congreso que tiene enmermelado para que las
leyes que pretende imponer pasen sin mayor discusión que una buena
movilización. Las marchas son el arma secreta y poderosa de una izquierda que
sabe cautivar incautos, enamorar a quienes necesitan trabajo y les exige que
deban marchas con la respectiva consigna que el emperador ordene. Ya lo hemos
visto en Santa Marta, de eso se nutren y de eso viven, arman ejércitos
populistas a los que luego deben mantener con contratos y dineros del estado,
esos que pagamos tú y yo.
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