El
negocio alrededor del fútbol se ha convertido en algo muy lucrativo, se mueven
pasiones de manera exagerada y se vive en un planeta en el que muchos
periodistas se creen amos y dueños de la verdad. Durante la pandemia, el fútbol
se vio relegado a cerrar, como muchos deportes no se podía hacer el espectáculo,
esto obviamente perjudicaba a muchos actores, los futbolistas, periodistas y
medios de televisión vieron como durante más de 5 meses en Colombia se cerraron
los estadios. Luego vino la reapertura del fútbol sin público, y el público pedía
a gritos volver a sentir y alentar a sus equipos.
Muchos decían que de esta
pandemia saldríamos mejor persona, que algo hemos de aprender. Lo cierto es que
en plena pandemia, y cuando avanza el proceso de vacunación en Colombia, se ve
que el colombiano en general no ha cambiado, siempre busca la forma de pasar
por encima del otro, siempre tener ventaja en lo que se hace, la calle es algo
que llama al que estuvo encerrado con la cuarentena más larga del mundo que no
ha impedido que Colombia este en el Top ten de países con más casos de COVID en
el mundo.
Muchos se hacían ilusión con el
regreso de los aficionados a los estadios, pero a los hinchas llamados barras
bravas no les puedes pedir mucho, son parte de los mismos que dañan los buses,
roban supermercados y hacen de las suyas en las marchas y convocatorias que se
ven den diferentes ciudades. La descomposición social de un país que cuenta con
una juventud que cree tener todos los derechos negados a generaciones anteriores
y encima amar una camiseta de fútbol son una combinación demasiada explosiva.
No les importa la vida del otro ser humano, la pandemia no les enseñó
nada.
Decía Claudia López: “No hay
derecho. Tanta ilusión para volver al Campín para que hagan esto. ¡Inaceptable!
¡Lo rechazamos y condenamos!”, ilusión de muchas personas que dependen su
sustento del negocio del fútbol. Pero no hay derecho tampoco a que los
periodistas como el señor Carlos Antonio Vélez, diga que el espectáculo debe
continuar, no hay derecho a que unos hinchas se ensañen contra una persona a
patadas y trompadas, al punto de causarle trauma craneoencefálico.
Somos una sociedad violenta, la violencia la
llevamos como sociedad a dónde vamos. En el estadio se ve el reflejo de lo mal
que estamos. En el espectáculo confluyen familias, vándalos, y todo tipo de
personas que asisten a un lugar en donde como sociedad debería ser punto de
encuentro u festejo, lastimosamente los colombianos lo tomamos como sitio para
expresar lo que somos, y mucho de ellos de los vándalos que acaban con lo que
sea.
Es la porquería de la sociedad
en la que vivimos, lo vivido en el estadio de futbol en un país como el nuestro
es el espejo de la sociedad corrompida en la que vivimos, donde no importa el
otro, importa el yo, cada uno vela por sus gustos y así matan y roban. Es una
sociedad enferma, carente de valores, pero sobre todo que sobrevive a costilla
de los políticos que lanzan discursos discriminadores e incitadores en muchos
casos. Es Polomobia, la Polombia del centro democrático y de petro. La de la
derecha y la izquierda, en la que ni siquiera el proceso de vacunación es capaz
de unirnos como país.
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