Colombianadas
que suceden en este hermoso país, colombianadas como las de llevar a un
personaje sin capital político, sin ideas, sin liderazgo y sin mayor referente
al cargo más importante del país. Este es el país en donde el presidente es que
él diga Uribe. Y el que diga Uribe debe hacer lo que diga Uribe, es un títere
en el gobierno.
El presidente eterno del subpresi le da órdenes de frente y sin
ruborizarse de lo que el títere que montó en la presidencia debe hacer, al
final, el subpresi se ganó la balota en un programa del oráculo del Uribismo
Hassan Nassar, quien con preguntas como cuantos pares de crocs tiene Uribe
logró sintonizarse con quien hoy es su jefe en la casa de Nari.
Es la ley del Uribismo, el que suba a la presidencia no puede osar
hacer lo que hizo Juan Manuel Santos, quien gobernó por sus intereses y los del
país, el que dijo Uribe debe hacer lo que el presidente eterno dicte, es preso
de su propia carga, un tipo flojo, amable y un poco imbécil, quien vive en la
burbuja de su programa un reality de
televisión que desconoce la realidad de un país que se incendia en llamas, que
sale a las calles a manifestar el inconformismo, a todo esto el gobierno solo
responde con represión y más represión, no entiende el mensaje de fondo, o quizás
si lo entienda, pero sabe que es mejor tener contento a quien lo puso en el
cargo más importante del país, el poder tras el poder, el poder no está en la
casa de Nari, viene de la familia Uribe Moreno, esos mismos que ya organizan la
plataforma política del pequeño Tomas, como si Colombia fuera una herencia que
se pasan de mano en mano porque sí.
Nos gobierna un preso, un preso que desde la comodidad de su
hacienda sigue incendiando el país, sigue trinando sobre lo que pasa y lo que debería
ser, y lo que debería hacer su sub-presidente, entiende que la gente lo sigue a
él, que no existe lo que algunos llamas Duquismo, eso no va. Existe sin lugar a
dudas, el Uribismo es el motor político y fuerza que manda en un país dominado
por los mismos de siempre, esos que están en el poder sin ruborizarse le echan
la culpa a quienes nunca han gobernado de los males de un país que se va por el
despeñadero, y que solo quiere pasar la página de la polarización, pero para
eso primero debemos dejar de ser el país gobernado por un preso, el mismo que desde su casa le pide al subpresidente militarizar el país.