viernes, mayo 31, 2019

Si gritas agarren al ladrón no queda quien lo atrape.


Acabo de terminar la segunda temporada de la serie de Netflix "O mecanismo", la verdad es que es un reflejo natural de nuestra cultura latina y la forma en la que la corrupción permea la instituciones. Esa forma en la que todos se ven iguales y como todos son lo mismo, no hay quien se escape o quien los atrape, solo es cambiarle los nombres y el lugar donde ocurren, los hechos son los mismos.

En Colombia el escándalo de Odebrecht paso muy de agache, quizás porque no existió un Marco Ruffo que jugara el papel preponderante de buscar y escudriñar cómo funciona el mecanismo de la corrupción. En nuestro país no hay un solo capturado de alto nivel, cosa que ocurrió en Brasil y Perú, países en donde Marcelo Odebrecht y su afamada empresa hicieron mega obras de infraestructura, la mayoría de ellas adjudicadas mediante sobornos, sobornos que utilizaban un sofisticado entramado de lavado de dinero que incluía empresas offshore fuera de Brasil, empresas por donde movían el dinero que luego iban a dar a los bolsillos de los padres de la patria. Involucrados hay de todos los niveles, en Brasil le costó la presidencia a Dilma, y la libertad a Lula, pero además cayeron los más grandes contratistas del país que se afamaba de tener la séptima economía más grande del mundo, fama que de nada le sirvió a quienes lograron el hito de sacar a millones de brasileros de la pobreza y llevarlos a universidades, logro que se adjudicaba Lula y con el que entendía que el país lo respetaría.

Pero vamos más allá de Brasil, país en el que luego de una jugada estratégica de los políticos que fueron siempre el común denominador en las elecciones de presidente, y que viéndose en total sin salida, decidieron jugar la carta que más les convenía, echar el agua sucia al partido de Lula, haciéndose pasar por héroes. En eso consistía el tramo final de la operación n Lava Jatto, en una pelea de pandillas que no dejaba títere con cabeza, porque al final todos resultaron siendo iguales, solo que unos jugaron su mejor carta para hacer ver al país que eran los salvadores.

En Colombia no hemos visto ni la punta del iceberg en este escándalo y entramado, entramado que no se movía en la fiscalía de Néstor Humberto, fiscal que nunca debió serlo con tantos impedimentos, pero que en un país como el nuestro era la mejor carta para tapar y dejar todo como debía ser. Común denominador, los mismos políticos que nos han gobernado, los que nos han manejado durante 200 años, y quien en los últimos 20 años ha puesto presidente, ese común denominador del que no se adelantan investigaciones, y cuando alguna se desengaveta, aparece en los medios que son sus aliados y amigos, para refutar y condenar a quien se atreve a denunciar o a investigar, pero peor aún, aparece para hacer lo que mejor sabe hacer este personaje que usa Crocs en el congreso, descalificar e insultar con su voz pausada y corazón grande.
En cualquier país de Latinoamérica, si gritas agarren al ladrón, no hay quien lo atrape, por eso lo mejor es que ese castillo de naipes no se descubra, porque es mejor desviar las noticias, usar a los periodistas Colombianos como Néstor Morales, Hassan, Luis Carlos Vélez, la Gurisatti, personajes que con sus posiciones personales y un micrófono han olvidado el ejercicio de la profesión periodística, llamado rigor e investigación, acá prevalecen los conceptos personales de aquellos que quisieran ver de nuevo al señor de los crocs en el trono de hierro.


Perlas:

  • Se cayeron las obsesiones de Uribe, ojala podamos pasar esa pagina y seguir mirando hacia lo que realmente importa como país.


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